Los llamados Juicios por Traición a la Patria, a la patria que él mismo creí­a encarnar...

ROMPEOLAS: En su momento llegó la hora de la sucesión... Germánico, el general más prestigiado de su tiempo, padre de Calí­gula, era el candidato popular... Pero el jefe de las Guardias Pretorianas de Tiberio lo envenenó... Después, envenenó a Druso, el hijo de Tiberio, favorito al trono... Pero Tiberio lo detectó antes de inclinar el dedazo a su favor y apostó, primero, a su nieto de doce años, Gemelo, y segundo, a Calí­gula, a quien tení­a en el exilio, luego de que también lanzara de su reino a su madre, Agripina, la esposa de Germánico, y quien tení­a una ambición desmedida por el poder... Enfermo, y en ví­spera de su muerte, Tiberio eligió a Calí­gula, pues durante su infancia y adolescencia se la pasó en el campo de batalla, al lado de su padre, Germánico, y tení­a amplio conocimiento del ejército y los confines geográficos, a diferencia de su nieto, quien solo tení­a doce años, y era un menor de edad "criado como niño mimado y débil"...

ASTILLEROS: Los senadores tení­an prisa y urgencia de acabar con Tiberio, porque en los últimos años de su mandato se exilió en la isla de Capri y se entregó al placer con trabajadoras sexuales y efebos y dejó su reino encargado al jefe de las Guardias Pretorianas... Tiberio detectó a tiempo la deslealtad y detuvo a los lí­deres... Y los enjuició... Y los mató a puñaladas en el corazón y luego los decapitó y hasta exhibió sus cabezas en la plaza pública para que la población conociera las traiciones... Así­, aprendiendo el arte de la milicia y la polí­tica al lado de su padre, Germánico, y el arte de gobernar al lado de Tiberio, Calí­gula se convirtió en el nuevo César... Dueño del dí­a y de la noche, y del ejército, y del poder y del presupuesto oficial y de las cortesanas, Calí­gula pronto enloqueció...

ESCOLLERAS: Por ejemplo, tení­a tres hermanas y a las tres hizo amantes con el pretexto de que le dieran un hijo para prepararlo como sucesor... Además, las prostitutas eran las reinas de su palacio imperial y faraónico... En las noches de farra, ordenaba a los eunucos que sembraran los pisos con oro y luego, ebrio, quitaba las sandalias y caminaba descalzo para sentir en la planta de los pies lo que llamaba la fuerza esotérica del dinero... Igual que Tiberio, terminó convencido de que su gabinete legal y ampliado era desleal y traidor y también entró a las ejecuciones de quienes consideraba enemigos... Bien decí­a Eufemio Zapata, el hermano menor de Emiliano, la silla del palacio está embrujada porque a todos enloquece...

PLAZOLETA: Hubo otro César, que también rayó en el éxtasis y la locura, digamos, sexual... En una gira conoció a un chico de 17 años... Lo descubrió en una noche artí­stica que le ofrecí­an en el pueblo... Callado, solitario, el efebo estaba sentado en un rincón del salón aquel... Y el emperador Adriano quedó fascinado y lo invitó a su gira...Y lo sedujo... Y lo convirtió en su pareja dejando fuera al efebo que traí­a, Lucio...Tanto enloqueció Adriano con Antí­noo que, por ejemplo, exilió a su esposa en el otro lado del reino para alcanzar la felicidad plena...

PALMERAS: En su locura, Adriano construyó una ciudad con el nombre de Antí­noe... Las avenidas se llamaban Antí­noe I, II, III, IV, etcétera y en donde levantara estatuas con su cuerpo completo... Incluso, creó una moneda con la efigie de Antí­nooo y que era la oficial... Llegó un momento en que Adriano consultaba a Antí­noo las decisiones polí­ticas... Un dí­a, en un desfile, Antí­noo quedó prendado de un soldado y se fue atrás de él, aun cuando otra versión dice que se suicidó ahogándose en el mar... Y Adriano vivió la más espantosa desolación de su vida...