Apóstol del árbol
•Un árbol por cada hijo
•Flores por cada hija
EMBARCADERO: En el rancho, el abuelo pasó a la fama porque por cada hijo que procreaba con la abuela sembraba un árbol en el patio de la casa si era hombre y flores si eran mujeres... En total, llenó el patio de doce árboles y flores... El patio era su paraíso terrenal, el mayor logro de su vida, la felicidad absoluta... El patio era su bosque y todos los días levantaba temprano antes de que el sol cayera y regaba las flores y los árboles
Luis Velázquez
Y abonaba la tierra… Y platicaba con cada plantita sembraba y les contaba sus cosas del día y hasta los sueños de la noche…
ROMPEOLAS: Cada árbol y flor sembrada era diferente porque cada hijo era una identidad, pues, incluso, hasta los gemelos son distintos en la forma de ser y vivir… En el patio había, por ejemplo, rosas rojas, blancas y amarillas y bugambilias que crecían grandes y se extendían como pulpos alrededor y había las que, incluso, trepaban en los árboles… Había un árbol de limones, otro de tamarindo, otro de ciruelas y un roble, alto, frondoso, que se chupaba la sombra de todos… Y había un aguacate que conforme fue creciendo sus raíces crecían hacia abajo, como muchos árboles, pero también, hacia los lados y poco a poco se van extendiendo y son capaces de entrar a las casas cercanas…
ASTILLEROS: Tanto crecieron las raíces externas del aguacate que un día, ni modo, cuando el hijo a quien lo ofrendara había crecido, necesitó cortar todas las raíces y casi lo seca… En medio de los árboles y las flores, el abuelo sembró pasto… Pero además, verduras… Es más, sembró verduras en las macetas colgadas en las paredes de la casa, tiempo cuando se usaban con paredes muy altas…
ESCOLLERAS: En el frente, la vieja casona tenía un corredor donde los doce hijos jugaban… Y allí, el abuelo sembró verduras en las macetas que colgaba… Casi casi el abuelo fue como el apóstol del árbol y de las flores y de las verduras y del pasto… Y, claro, soñaba con que la mayor parte de las familias en el rancho tuvieran su bosque en los patios de sus casas, pero la utopía quedó siempre incumplida… Nunca tuvo seguidores…
PLAZOLETA: Cada árbol y cada plantita de flores fueron bautizadas con el nombre de los doce hijos… Y así les llamaba… Y decía que los árboles y las ramas y los troncos de los árboles y el rosedal y las bugambilias lo escuchaban porque miraba el color de las hojas y era de un verde intenso que solía cambiar con el sol y con la luna y con la lluvia… Y era su dicha y felicidad… La abuela, quien era más práctica porque estaba canijo alimentar todos los días en el desayuno, la comida y la cena a doce hijos, más el esposo, vivía para pelearse con él, porque, decía, que amaba más a su bosque que a los hijos…
PALMERAS: Fue el abuelo un hombre bueno… Viudo, con dos hijos, casó por segunda ocasión y procreó diez hijos más… Y todos vivían bajo el mismo techo y enseñó a la docena a quererse y entenderse y comprenderse… Y, claro, apoyarse en todo y con todo… Solo así, digamos, se explicaría que amara tanto las flores y los árboles… Casi casi, un san Martín de Porres según cuenta la historia y la leyenda… Muchos años después, ya fallecido el padre, los hijos siguieron cuidando el bosque aquel…