Cuando se ha perdido la casa y el patrimonio familiar.
Cuando borrachera tras borrachera la persona queda dormida en la calle. Y/o manejando el automóvil particular choca y hasta arrasa con un peatón. Y lo mata.
Nada, pues, tan mágico y deslumbrante como los Alcohólicos Anónimos. Encima, incluso por cualesquiera otra cura o tratamiento médico.

LUNES
Coctel explosivo
¡Vaya borracheras, por ejemplo, del escritor Francis Scott Fitzgerald!
En las primeras copas era de una inteligencia alucinante. Pero a la tercera o cuarta, deliraba. Y ofendí­a a todos por igual. Incluso, hasta a la esposa.
Muchas veces terminó caminando “a gatas” en una reunión privada o fiesta con los amigos.
Y al dí­a siguiente, de nada se acordaba.
Fue, quizá, el caso más triste en la historia de la literatura, pues teniendo una inteligencia excepcional y un talento literario inigualable, lo derrochó en el alcohol, aun cuando era poco proclive al sexo.
Un amigo, profesor de primaria en la ciudad de Veracruz, viví­a en un cuartito en la misma escuela primaria que la dirección le habí­a facilitado, dada su precariedad.
Y 3, 4 veces a la semana, ni se diga, sábados y domingos, armaba tremendas francachelas, incluso, con chicas, en aquella habitación, hasta que el escándalo llegó a la secretarí­a de Educación, y perdió la chamba y fue lanzado de su paraí­so terrenal.
En los pueblos rurales, las borracheras suelen terminar a machetazos. Y hay quienes en el viaje etí­lico han quitado la vida a un hermano, incluso, al padre o la madre, según puede leerse en la página policiaca.
El alcohol y los celos y la imaginación encendida y calenturienta son coctel explosivo.

MARTES
Cruzada social y moral
En 1889, en Estados Unidos el Congreso de la Unión votó por una enmienda a la Constitución para prohibir la fabricación y distribución de licor, cerveza y vino, dado los elevados estándares de consumo.
En México, el presidente Lázaro Cárdenas del Rí­o pactó con los dueños de las fábricas de aguardiente, cerveza y licor para disminuir la distribución en las regiones indí­genas del paí­s y en donde los compitas registraban elevados consumos cada fin de semana.
Y en donde, además, la raya semanal quedaba en las cantinas y en el pago a las trabajadoras sexuales, la mayor parte de ellas que bajaban de los centros urbanos a los pueblos rurales para el festí­n de la carne.
En aquella gran cruzada social y moral, Cárdenas del Rí­o incorporó a los estudiantes de las facultades de Medicina, Sociologí­a y Sicologí­a de la UNAM para una rehabilitación integral de los indí­genas y campesinos, los más afectados por el aguardiente y las cervezas, pero más aún, las familias.
El Estado, mirando el consumo de alcohol como una enfermedad devastadora.

MIÉRCOLES
Una A.A. en el pueblo
En el pueblo, un hombre que tocaba la guitarra y cantaba y tení­a un trí­o, minado en su vida por el alcohol, llevó a los promotores de AA y establecieron una filial.
Al principio, 2, 3 veces a la semana, los promotores viajaban de la ciudad al pueblo para sesionar durante el dí­a completo.
Luego, cuando la gente enferma aprendió y desarrolló a plenitud la tolerancia y entre todos podí­an contar sus historias sin ofenderse, agraviarse ni lastimarse, encaminados ya, poco a poco se fueron retirando.
Y muchos años después, la AA en el pueblo seguí­a y continúa vigente y ha rescatado a cientos de hombres en un pueblo donde la fuente de empleos giraba en las mañanas y parte de las tardes en el campo sembrando en el surco y en las tardes, en las cantinas, la más famoso de entonces, “El gato negro”, donde laboraban trabajadoras sexuales y gays.
Dí­a llegó cuando aquellos hombres y mujeres sesionaban todos los dí­as y a todas horas y en donde las familias participaban en las reuniones dominicales para festinar el privilegio de estar juntos luego de escapar del infierno.

JUEVES
Procurar la salud mental
Ha el Estado de ocuparse, cierto, de la salud fí­sica con los hospitales públicos. Pero también, de la salud mental, la salud emocional, la salud sicológica, la salud neurológica, la salud sociológica.
Por ejemplo: Veracruz, en el primer lugar nacional en producción y exportación de trabajadoras sexuales.
Y el primer lugar nacional con adolescentes embarazados. Y el primer lugar nacional, con abortos. Y el primer lugar nacional con enfermos de Sida.
Y en uno de los primeros lugares nacionales en suicidios. Y uno de los primeros lugares nacionales con huérfanos y viudas, dato el tiradero de cadáveres de mujeres y hombres.
Y en la peor calidad educativa. Y en un desempleo y subempleo atroz que aniquila el deseo de vivir y de estar alegre y ser dichoso y vivir contentos y felices, satisfechos cada quien consigo mismo.
El sicólogo dice que cuando una persona vive trances así­… suele terminar en el desencanto y como buen mexicano, “empinar el codo” para, digamos, olvidar, aunque sea por un ratito, la adversidad, los vientos huracanados, el mal karma, la pésima vibra.

VIERNES
Premio Nobel en Borracheras
Está claro que Chiapas como entidad federativa ocupa el primer lugar nacional en consumo de refrescos. ¿Qué estado del paí­s llevará el liderazgo en consumo de aguardiente, cerveza y licor, anexos y conexos?
¿Qué estado será el paraí­so terrenal para los industriales de las bebidas “espirituosas”, merecedor del Premio Nobel en Borracheras?
Y de igual manera como cada año declaran a los pueblos más felices de la tierra, México entre ellos, se afirma, habrí­an de revisarse las estadí­sticas de producción de las fábricas etí­licas para felicitar al gobernador en turno.
Se dirá que el Estado tiene como función básica la calidad de vida social, por ejemplo, con servicios públicos, en tanto cada familia, quizá las iglesias, se encargan de la salud moral de los pueblos.
Pero como las circunstancias sociales están rebasadas por todos lados la descomposición familiar alcanza niveles insospechados, simple y llanamente, de alarma y alerta.
Un pueblo diezmado en su fe y esperanza, en su estructura interna, la familia, en sus ganas de vivir con plenitud, es un pueblo con una baja calidad en la vida productiva.
Y sin entrar en homilí­as ni en una retórica patriótica o patriotera, la grandeza social y moral es tarea de todos.