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Diario de un reportero
Sábado 25 abril, 2020

El animalito más leal

“Siempre a tu lado”
•30 perros famosos


DOMINGO
El animalito más leal



El perrito es el animal más importante en la historia de la humanidad. Ningún animalito tan fiel y leal. Dispuesto a ofrendar la vida por todos.
Unos prefieren al burrito. Quizá, porque trepado en un burro Jesús entró a Jerusalén.
Otros aseguran que el caballo, héroe en las grandes batallas del siglo pasado. Además, El Quijote y el Sancho, montados en un caballito persiguieron los molinos de viento. “Por donde pisa mi caballo (se llamaba Othar) nunca vuelve el pasto a crecer” decía Atila.
Se ignora si habrá quienes glorifiquen, por ejemplo, a la víbora, por aquello de que una culebra convenció a Eva para convencer al padre Adán de comer la manzana del paraíso porque sería como Dios.
Y más, por aquello del poeta francés, Gérard de Nerval, quien adoptó una langosta como mascota y de tarde en tarde le ponía un moñito de colores y se la llevaba a pasear a orilla del río Sena en el bulevar parisino.

Luis Velázquez

En las pelí­culas mexicanas sobre la revolución, un perrito acompaña siempre a Pancho Villa y Emiliano Zapata, a un ladito de las Adelitas.
Hernán Cortés a caballo desde las playas de Chalchihuecan a la Ciudad de México, un perrito a su lado.

LUNES
“Siempre a tu lado”

Adolf Hitler tuvo tres perritos. Los primeros dos, pastores alemán, se llamaban Blonda. La última, Blondi.
Hitler en Rusia, encerrado en su búnker, los rusos ganando la batalla, decide matar a su esposa, Eva Braun, y suicidarse.
Pero antes, ordena matar a Blondi y a sus cachorros, para evitar, dijo, que los rusos los torturaran.
Hitler decí­a que los caballos eran estúpidos.
Un dí­a después, Joseph Goebbels, súper Ministro de Información, ordena a su esposa envenenar a sus 6 hijos, le pega un tiro y también se suicida.
“Amores perros” se llama la pelí­cula estelar de Gael Garcí­a donde se proyectara para el mundo.
Richard Gere interpreta a un maestro de música en una pelí­cula y como viaja a un pueblo en ferrocarril, todos los dí­as un perrito, Hachi (significa “Siempre a tu lado”), lo espera en los andenes.
Y cuando Richard Gere muere en el salón de clases y lo sepultan, el perrito, fiel y leal, lo sigue esperando en la estación ferroviaria convencido de que está vivo.

MARTES
Durmiendo en la recámara

Ernest Hemingway tení­a en su finca en Cuba cincuenta gatos y un solo perro. Era el preferido, aun cuando comí­a trepaba a su gato consentido a la mesa y le serví­a leche bañada con gotitas de whisky.
Antón Chéjov siempre escribí­a y leí­a acompañado de un perrito, su escolta.
Una amiga tiene un zoológico en casa. Mitad gatitos, mitad perritos. Pero cuando mira a los perritos el corazón se alegra, desbordado.
Ella dice que los perritos, igual que los gatitos, agarran camino cada dí­a apenas amanece.
Pero los gatitos desaparecen por dí­as aun cuando vuelven, y en cambio, los perritos todas las tardes regresan a casa, a su lado, puntualitos.
En Cosoleacaque, el cacique bueno, Heliodoro Merlí­n Alor, lí­der ganadero y alcalde que fue, tení­a un perrito grande, majestuoso, que cuidaba a todos.
Un dí­a, el demonio se le metió y mató a dentelladas a su yerno. Y Heliodoro lo mató.
En casa, Javier Duarte tení­a 6 perros con los cuales solí­a jugar, lleno de ternura, y hasta un veterinario ex profeso les tení­a.
En el arca famosa, Noé, el bí­blico, puso una pareja de animales de cada especie. Pero la pareja de perros era su preferida. Siempre dormí­an a su lado.

MIÉRCOLES
3 perritos en casa

En casa hubo tres perritos. French pudle. El primero se llamaba “Pipián”, el apodo fraternal de mi padre. El segundo, “Jackson”, porque entonces estaba de moda como cantante. Un dí­a, en la noche, miró abierta la puerta de la sala y huyó. Y desapareció. Por más y más que se le buscó nunca lo hallamos. El dolor fue terrible. Desesperante.
El otro perrito se llamaba “Gumy”. Murió una madrugada hacia las 3 de la mañana, la hora más solitaria de la noche, de un infarto.
Fue sepultado en el patio y a cada rato los niños le llevaban flores. Y le regaban agua bendita que el sacerdote les bendecí­a cada domingo en misa de las 12 horas.
Y de nuevo, el sufrimiento por su muerte fue atroz. Cada mañana despertaba a los niños para ir a la escuela y también para que se le acompañara a caminar en el parque de la esquina, ejercicio diario, obligatorio, inevitable, pues de lo contrario, andaba de pésimo carácter en el transcurso del dí­a, mirando con nostalgia la calle.

JUEVES
30 perros famosos

En la historia hay unos veinticinco, treinta perritos famosos. Los siguientes, los más conocidos, referenciales, icónicos, simbólicos:
Laika. La perra especial, tripulante del Sputnik en el mes de noviembre de 1957.
Rin Tin Tin. El perro que el año 1929 ganó el Premio Oscar del cine.
Lassie. La protagonista de series cinematográficas.
Scooby Doo. El perro miedoso que sin embargo, resolví­a los grandes casos policiacos.
Balto. El perrito valiente y solidario.
Colmillo Blanco. La mitad, perro salvaje, y la otra mitad, lobo. El protagonista de la novela con el mismo nombre escrita por el legendario y mí­tico escritor y cronista, Jack London.
Reina y Golfo. Papel estelar en la novela y pelí­cula de “La dama y el vagabundo”.
Claro, al fin naturaleza humana, cada quien tiene en su perrito a héroe anónimo y cuyas vidas y servicios y lealtades y alegrí­as familiares bien merecen una pelí­cula.
Adolf Hitler dejó para la historia muchas fotos al lado de sus tres perritas… que hembras las preferí­a. La última, bautizado con el nombre de Blondi y que en el idioma alemán significa rubita, rubia igual que Eva Braun.

VIERNES
Los perros de la Biblia

Cosas insólitas de la vida: en la Biblia hay unas cuarenta referencias a los perros, pero la mayorí­a, negativas. Por ejemplo:
“Guardaos de los perros”.
“Los perros lamí­an las llagas de Lázaro”, considerando que la saliva de los perritos tiene propiedades electrizantes y cicatriza las heridas.
“No deis lo santo a los perros porque no sea que os despedacen”.
“Mejor es perro vivo que león muerto”, citado en el Eclesiastés.
Pero… en la cultura azteca, los perritos eran sagrados. Una de sus tareas fundamentales era guiar las almas de los muertos al otro lado del charco, aun cuando nadie sabe si también existí­a un espacio en el cielo o en el infierno para ellos.
Cuando un indí­gena morí­a, por lo regular, lo sepultaban con un perro para que lo fuera guiando, como en el cuento de Juan Rulfo donde unas comadritas juran morir al mismo tiempo para hacerse compañí­a.
El perro azteca era conocido de cariño como Xólotl, pues su nombre real era Xololtzcuintle, y era considerado el dios del ocaso, hermano gemelo por cierto de Quetzalcóatl.
En la Ciudad de México hay un zoológico con ejemplares del perro azteca… por si alguien por ahí­, indigenista puro, deseara comprar uno para que le echen a su lado en el féretro cuando muera.


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