Un curita en la torre
•Desde ahí bendice
•Cada quien su COVID
UNO. Bendiciones desde la torre de la iglesia
Hay una lucha de las elites políticas, sociales, empresariales y religiosas por adueñarse de las neuronas y el corazón de la gente en el tiempo del coronavirus.
Y con frecuencia asombran a la población, digamos, por las
Luis Velázquez
ocurrencias en la ruleta rusa.
Por ejemplo, la penúltima, el párroco de la iglesia de San José, de Xalapa, José Juan Sánchez Jácome, quien vestido de acuerdo con la liturgia trepó a la parte más alta de la torre de la parroquia y con el Santísimo Sacramento en las manos, desde las alturas bendijo a los feligreses.
DOS. Recula arzobispo
Antes, el arzobispo de Toluca trepó a un helicóptero prestado y sobrevoló el pueblo repartiendo bendiciones para proteger a la población, a tono, digamos, con la famosa estampita de Amlove con la leyenda de “Detente enemigo…”.
Y en contraparte, el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, reviró a la orden de cerrar los templos y anunció que serían abiertos a la hora acostumbrada.
TRES. El come-curas
En el siglo pasado, sin coronavirus, plagas ni pandemias, el gobernador de Tabasco, El come/curas, Tomás Garrido Canabal, persiguió a los sacerdotes para la dicha inmensa de Plutarco Elías Calles, su hacedor.
Incluso, ordenó que solo permanecerían en Tabasco los sacerdotes casados.
Y en su rancho lleno de ganado, vacas, becerritos, caballos, burros y perros bautizó a cada animalito con los nombres de algunos Papas, unos santos, unas vírgenes, y hasta los nombres de los curas más famosos del pueblo.
Y cerró templos y armó el desmadre.
CUATRO. Procesión casi sin feligreses
El presbítero de Xalapa, Sánchez Cordero, organizó una procesión en el atrio y una que otra calle aledaña rodeado de pocos feligreses.
Entonces, fue a sus redes sociales y reprodujo citas bíblicas, como por ejemplo, diciendo que el COVID “sirve para mostrar la gloria de Dios”, en tanto, el góber precioso de Puebla mira la pandemia de otra manera y dice que se cura con un plato de mole, siempre y cuando sea de guajolote y un guajolote viejo, considerando que “gallina vieja… hace buen caldo”.
CINCO. Solitaria Semana Santa
Otros sacerdotes, obispos y arzobispos se ajustaron a las normas de la secretaría de Salud y oficiando misas por circuito cerrado de televisión transmitida en las redes sociales y el Internet y el whatsapp.
Y más, con la Semana Santa en que se celebra el sacrificio de Jesús en el Gólgota.
Y, bueno, cuando se ha decretado otro mes más todos acuartelados, será la primera ocasión en más de cien años en que las iglesias estén vacías y únicamente los feligreses temerarios, llenos de pecados, asistirán a la iglesia.
Claro, si alguno estuviera enfermo del virus, bendito Dios que no vive en Yucatán, pues el góber precioso del PAN decretó 3 años de cárcel para los enfermos circulando en la vía pública.
SEIS. “Aquí somos pobres”
Los días y noches tienden a recrudecerse. La profecía es que de cada diez personas siete enfermarán. 70 de cada cien. 700 de cada mil. 700 mil de cada millón. Y si, por ejemplo, se considera que en Veracruz está poblado por ocho millones de habitantes, entonces, 5 millones y cacho serán hospitalizados.
Un aviso en las redes sociales ha descubierto la medicina más eficaz resumida en tres palabras que consideran suficientes para alejar al enemigo contagioso.
“Aquí somos pobres”, y así, y de acuerdo con los teóricos, el bichito tocaría la puerta en la casa de enfrente.