El mundo de los escritores
•Crear un paraíso terrenal
•Comala, el más deslumbrante
EMBARCADERO: El primer paso para volverse escritor es crearse y recrearse un mundo imaginario... Casi casi como la raza cósmica que soñara José Vasconcelos... Y la Comuna de Tomás Moro... Y la dictadura del proletariado de Lenin... Y la democracia perfecta de Francisco Ignacio Madero... Y la separación del Estado y la iglesia de Benito Juárez... O el imperio de Agustín de Iturbide y de Maximiliano y mamá Carlota
Luis Velázquez
ROMPEOLAS: Por ejemplo, los mundos imaginarios de algunos escritores… Juan Rulfo con Comala… “Vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo” y en donde los muertos hablan, igual, igualitos que el 2 de noviembre cuando resucitan… Gabriel García Márquez con Macondo y que en realidad era el pueblo donde creció y en donde un día el abuelo lo llevó de la mano a conocer la fábrica de hielo y lo que significa una maravilla en la vida del niño que vivía con los abuelos…
ASTILLEROS: El argentino Julio Cortázar también recreó su mundo… Eran los cronopios, los bichitos que un día descubriera en un teatro de París y que volaban de techo en techo y se volvieron el más fabuloso espectáculo, más que la obra teatral… Luego, los cronopios seguirían multiplicándose en su vida con más intensidad que con el gato que tenía y con el que solía jugar todas las tardes, luego de escribir… Y ni se diga el mundo extraordinario de Franz Kakfa cuando convirtiera a Gregorio Samsa aquella mañana al despertar en un insecto y fue el hombre más feliz de la vida…
ESCOLLERAS: Francis Scott Fitzgerald, miembro de la llamada Generación Perdida de escritores norteamericanos en París (Ernest Hemingway, William Faulkner, John Dos Pasos, etcétera) se creó un personaje llamado Gominola, y que en lenguaje popular era un holgazán, como holgazanes, por ejemplo, fueron sus amigos, todos hijos de ricos, en las mejores universidades de Estados Unidos… Tito Monterroso inventó un dinosaurio con el cuento más corto del mundo en unas cuantas palabras, las siguientes… “Y al despertar el dinosaurio seguía ahí”, y que ha servido para grandes polémicas y tertulias literarias en el mundo tratando de descifrar la complejidad narrativa tan profunda…
PLAZOLETA: Truman Capote (A sangre fría, su novela de no ficción, la más famosa) se inventó a sí mismo… A los veinte años de edad apareció en el mundillo literario con su primera novela, “Otras voces, otros ámbitos y significó un éxito fuera de serie… Los críticos se preguntaban de dónde había salido un escritor que de pronto aparece y se vuelve un bet seller… Entonces, Capote les reviró diciendo que durante diez años sus tías (sus padres se divorciaron y lo dejaron con ellas) le habían enseñado a leer y escribir… Pero más, mucho más, a escribir… Y a leer los libros clásicos… Y a pulir y volver a pulir los textos, sin publicar ninguno, a diferencia, por ejemplo, de Rubén Darío, quien a los trece años de edad publicaba poemas y crónicas en los periódicos de Nicaragua…
PALMERAS: Desde luego, el mundo imaginario de Miguel de Cervantes Saavedra con El Quijote de la Mancha y Sancho Panza… Y Carlos Fuentes Macías con Aura, la novela que, incluso, fue prohibida en el tiempo panista de Vicente Fox para leerse en las escuelas secundarias… León Tolstói con la finca rural en Rusia, el paraíso terrenal, y que de su propiedad la convirtiera en una gigantesca escuela para los hijos de sus trabajadores, todos campesinos…