La isla de la Utopía
•Los días ennochecidos
•Desencanto social
ESCALERAS: Cuitláhuac García soñó con la Isla de la Utopía. Y si su padre solo pudo ser diputado local en el fidelato, él, uno de los siete hijos, soñó con escalar la cima de la montaña. Y cuando trepó desde ahí miró la tierra prometida.
Desde antes, estaba consciente de que nunca sería una luna de miel. Tampoco una aventura exitosa. Sabía de los peligros, los pendientes, los riesgos.
Luis Velázquez
Entre ellos, y por ejemplo, el tiradero de cadáveres. Los malandros. La miseria y la pobreza. El desempleo y el subempleo. Los salarios de hambre. La migración a Estados Unidos, migrantes sin papeles.
El peor de los mundos, vaya.
PASAMANOS: En el primer día del sexenio, encaramado en el púlpito juró y perjuró que pronto el paraíso terrenal volvería para los 8 millones de habitantes de la tierra jarocha, “la noche tibia y callada” que fue de Agustín Lara en el siglo pasado cuando se encerraba en la suite nupcial del Hotel Mocambo con María Félix.
CORREDORES: Y los días siguieron caminando. Atroces y crueles.
Su lucha no era, había dicho, por los derechos civiles, sino más allá: por los derechos humanos.
Los derechos humanos para todos. Indígenas, campesinos, obreros, clase media, clase alta. Activistas. Madres con hijos desaparecidos. Miembros de la comunidad sexual.
Era su nueva causa, razón de ser, principio fundamental.
Y como cada sexenio la vida pública se reinventa porque una generación política se va y otra llega, y más y como en el caso, el giro brusco de la historia de la derecha a la izquierda, entonces, levantó esperanzas.
Pero a la vuelta de la esquina comenzó el desencanto.
BALCONES: Traía mucha fuerza. Motivado al cien por ciento. Con el acelerador metido hasta el fondo y el tanque lleno de gasolina.
Y más, porque de diputado federal brincó a la candidatura a gobernador. Y aun cuando en la primera toreada perdió en la segunda, Amlove en la boleta electoral, ganó en las urnas... por ósmosis tabasqueño.
En cada aparición desplegaba energía volcánica. El buen karma. La mejor vibra. Los astros acomodándose a su favor.
Pero un día, ni modo, los memes se ocuparon de su tarea pública. Y se convirtió en el cliente número uno de los chairos cibernéticos.
PASILLOS: En el viaje, que parecía encaminado al Gólgota, tuvo una revelación. Casi casi, Moisés en el monte recibiendo el decálogo de los Diez Mandamientos.
Amlove llegó a Veracruz y siempre le levantaba la mano con el vitoreo y el incienso por delante.
Y re/nació. Y de nuevo se sintió cabalgando en caballo poderoso. El Rocinante le quedaba chico.
Pero el tiradero de cadáveres y el asesinato de mujeres y de niños y hasta de políticos, líderes partidistas y sociales y policías le ennochecieron los días.
VENTANAS: Entonces, descubrió su vocación primaria. El apostolado en el salón de clases. Veinte años, dice, como académico en la Universidad Veracruzana. Más su otra plaza educativa, en colegio tecnológico.
Y en el tiempo del Coronavirus debutó como profesor en línea desde TV Más impartiendo la clase de Matemáticas, la pesadilla de los estudiantes del país y de Veracruz, el peor fantasma en el salón de clases.
Y las horas y los días como profe cibernético le inundaron de esplendor y resplandor.
Nadie, claro, votó para regresar al salón de clases. Pero en las clases, dice un izquierdoso, se vive la dictadura del maestro, y más, cuando es en línea, porque con todo, la película más adorada y recordada de Cantinflas es “El profe”.