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Diario de un reportero
Sábado 28 marzo, 2020

El góber sabadaba

Fifí­ y pachuco
•Nueva religión polí­tica


DOMINGO
El góber sabadaba



El góber jarocho de Amlove estableció una moda política. La moda fifí, sabadaba y salsera.
Y aun cuando Veracruz es conocido en América Latina por su vocación salsera, Hernán Cortés y la Malinche solían pasar su sabadaba en el Palacio de la Salsa como también el cronista norteamericano, Jack London, cuando acompañara a las tropas de Estados Unidos en su invasión a México desde el puerto jarocho.
Pero ninguno de los 77 gobernadores que han ocupado el trono imperial y faraónico del palacio de Xalapa y sentado en la silla embrujada, como el góber jarocho de Amlove se expresó como un fan, un seguidor, un adorador del Palacio de la Salsa.
Bailar la salsa significa el más alto decibel de la vida intensa y frenética.
Expresa el sentido por la vida y la alegría de vivir, a tono, digamos, con las caritas sonrientes de la cultura azteca que tanto deslumbraron a -->

Octavio Paz, quien con su pareja procedente de Oaxaca en compañí­a de Carlos Fuentes con su Rita Macedo, vacacionaron, primero, en Catemaco, y luego, en la ciudad jarocha, y amanecieran en el Palacio de la Salsa.
Un góber, pues, alegre, contento y festivo. Soy sabadaba, dijo recién encaramado en la cresta del poder sexenal.

LUNES
Fifí­ y pachuco

También es un polí­tico fifí­. El fifí­ es un hermano gemelo del pachuco, el galán del barrio, el Pedro Navajas, el padrotito, retratado por Octavio Paz en su libro clásico, “El laberinto de la soledad”, un estudio sicológico y social de la identidad mexicana.
En el mundo, ser fifí­ equivale a pertenecer a la generación hippiosa, el tiempo de la faldita corta en las mujeres y el pelo largo en los hombres y la vida sexual sin lí­mites y el consumo de droga.
De igual manera, concepto polisémico, ser fifí­ significa pertenecer a la clase social alta, los ricos “hermosos y malditos” descritos por Francis Scott Fitzgerald en sus novelas clásicas, la más conocida, “Al este del paraí­so”, aun cuando también hay fifí­s del barrio y de la colonia.
Fifí­s de los ricos y fifí­s de los jodidos, con un sentido categórico de la división de clases y en donde, y como una categorí­a universal, los ricos siempre se creen y sienten los mejores, la gente VIP, la gente bonita.
El góber fifí­, le llamaron desde el comienzo del sexenio.

MARTES
La vida loca, oh Ricky Martin

El término sabadaba describe “la vida loca” de Ricky Martí­n en su más alto decibel.
El sabadada inicia al mediodí­a del sábado, digamos, en Los Portales en una carrera larga y kilométrica que termina hacia el domingo en la tarde/noche.
Y de Los Portales pasa a un restaurante VIP para comer mariscos y consumir licor en cantidades industriales.
Luego, apenas recién estrenada la noche, el antro es el paraí­so terrenal para bailar y seguir bebiendo.
Y hacia medianoche, todos al yate del amigo anclado en el Golfo de México para llevar el sabadaba al frenesí­ total y en donde el sexo compartido y genérico es ley universal.
Se amanece, claro, en altamar y hacia el mediodí­a llegan los empleados del dueño del yate con una producción masiva de picadas y gordas y cervezas y nueva dotación de alcohol para el reposo del guerrero.
Los chicos VIP de los fraccionamientos residenciales y de los barrios viviendo la edad dorada.

MIÉRCOLES
El antepasado de Cuitláhuac

Un gobernador, que lo fue en 3 ocasiones y once veces presidente de la república, Antonio López de Santa Anna, era un polí­tico fifí­ y sabadaba.
Uno: cuando se aburrí­a en el ejercicio del poder nombraba un interino que le cuidara la silla y se iba de farra.
Dos: siempre se iba a la vida loca con una mulata menor de veinte años que elegí­a en los pueblos ribereños de Veracruz. Se casó a los 30 años de edad, por ejemplo, con una chica de 14 años, hija de un comerciante de Alvarado.
Tres: su vida loca consistí­a en apostar a los gallos (que le organizaban exprofeso) todo un dí­a y una noche, teniendo su mulata al lado.
Cuatro: igual que Pancho Villa, luego de los gallos bailaba como un poseso.
Cinco: tení­a ansia de pertenecer a la elite polí­tica con Agustí­n de Iturbide, y entonces, hacia los 27 años enamoró a la hermana del Emperador, que tení­a sesenta años, y le ofreció matrimonio. Pero su Majestad se opuso y le dio una tregua de 72 horas para deshacer el compromiso y regresar a Veracruz.
Santa Anna serí­a, en todo caso, el antepasado del góber jarocho de AMLO en la vida fifí­ y sabadaba.
Los sibaritas del poder. El poder, llevado al extremo superior del hedonismo. El general Rafael Leónides Trujillo gobernó la República Dominica durante treinta años, tiempo cuando tuvo relaciones sexuales con mil mujeres.
El jefe de sus escoltas lo emboscó y mató en venganza a que se acostó con su esposa.

JUEVES
Polí­tico veleidoso

En el ejercicio del poder, el góber jarocho de Amlove ha testimoniado su carácter y temperamento y formación, digamos, polí­tica y social.
A, el mundo disipado que habí­a vivido y que lo llevara a Alemania becado por el gobernador Fidel Herrera Beltrán según cabildeo de su padre, el ex diputado Atanasio Garcí­a.
B, la vida caprichosa y berrinchuda con que fue formado en una especie de sobreprotección.
C, el hombre veleidoso del palacio como consta en aquella foto trepada a sus redes sociales vestidito con un par de amiguitos de traje y de frac y posando como unos galanes gigolós de Hollywood (en realidad de la colonia Macuiltépetl) y fumando puro.
D, el esnobismo puro con “la irreprochable sombra de tener que casarse algún dí­a” como describe Francis Scott Fitzgerald a su generación en la novela “El curioso caso de Benjamí­n Button”.
Y E, el cí­rculo fifí­ del poder “en el correcto mundo masculino de los clubes de hombres” (Scott, ibí­dem), así­ algunos terminen enfermos de Sidas, pobres, jodidos, enfermos y olvidados.

VIERNES
El indí­gena de palacio

El resultado social es uno solo: la noche sofocante y sórdida del sexenio guinda y marrón de Veracruz.
Y si en el pasado habrí­a de tener cuidado de pulir y volver a pulir el buen nombre de la familia como cuando en Soteapan dijera a los indí­genas y campesinos que era como ellos, indio puro, pues se llamaba Cuitláhuac y sus hermanos tení­an nombres aztecas, ahora, el rumbo está perdido.
Bastarí­a recordar, por ejemplo, un Veracruz en el primer lugar nacional en secuestros y feminicidios y en donde “la mayor parte de los carteles operan aquí­”.
Claro, dirán los evangélicos hay veces cuando Dios interviene en los asuntos humanos (Scott), pero el Eclesiastés dice que cuando Dios es ofendido, entonces, simple y llanamente, se venga.
Y con todo y que resulta difí­cil pensar en un Dios vengativo, y/o en todo caso, justiciero, en la vida siempre hay amiguitos “dispuestos a dedicar sus horas más radiantes, más frescas y más singulares” a los dueños del poder público.
Y más, cuando son fifí­, sabadaba y salseros, la nueva religión polí­tica en Veracruz.
Los pobres pueden seguir esperando. En todo caso, la vida sexenal siempre ha sido igual, o peor.


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