Tres niños esperan por Epifanio; desapareció hace 9 meses
•Se lo llevaron del ejido Matilla de Conejo, de Juan Rodríguez Clara
•Salió de casa a las 6 de la mañana camino a una plantación de piña
•Cayó la noche y no regresó al hogar...ni al día siguiente
Por IGNACIO CARVAJAL
Han transcurrido nueve meses desde que el campesino Epifanio Vicente Pena, de 30 años, desapareció inexplicablemente cerca del ejido Matilla de Conejo, en Juan Rodríguez Clara.
El 18 de junio de 2019 salió de su casa después las 6 de la mañana. Desde la cabecera manejó en su moto rumbo a su plantación de piña.
Eran dos hectáreas de buena fruta que estaba cuidando porque en unos días le iba a dar salida y por esos tiempos ya buscaba comprador para sacar las dos hectáreas de cosecha.
En esa venta, muchas esperanzas, el pago de deudas, inversiones a futuro, ropa para los niños y lo que resultara en gastos para seguir manteniendo el cultivo.
Sin embargo, pasadas las once de la mañana, la hora en que debía volver para la comida, la moto roja que usaba nunca se escuchó llegar al patio.
La familia comenzó a preocuparse, pero como no se llevó teléfono, no les quedó de otra más que aguardar a que él llegara.
Pero cayó la noche y el trabajador del campo no regresó, ni al día siguiente.
Los suyos comenzaron a sentir inquietud por el temor de que le hubiera pasado algo, los tres niños de seis y 9 años comenzaron a llorar, y desde entonces viven en la angustia.
No saben los adultos como consolar a los niños, los demás familiares, lidian a diario con el estado de desánimo de la madre, temen que una enfermedad mayor la acabe de consumir al no saber el destino de su hijo.
Y es que recordaron que días atrás, el único incidente que había tenido, era con un sujeto desconocido con quien tuvo una riña a golpes en una cantina de la cabecera.
El sujeto compró pleito por celos de una dama, pero él, caballeroso, no aceptó la pelea.
Ante los ataques, no la quedó más que defenderse y venció al que reclamaba los celos. En adelante, la familia no recuerda otra situación que a él le hubiera podido generar problemas.
Por eso no se explican qué pasó allá en la parcela, pues hay gente que si lo vio llegar, a eso de las 8 de la mañana, que realizó algunas actividades que tenía ahí en su cultivo, y se encontraba tranquilo.
Muy posiblemente, camino a su casa, para la comida, sufrió algún incidente.
Los seres queridos salieron a caminar por esas veredas, armados de palos, machetes, y lámparas caminaron por las brechas y carreteras, tal vez a la espera de encontrarle, posiblemente atropellado o atacado por la espalda, y abandonado allí por agresores.
Pero tampoco nada de eso pasó, con la aparición de las fosas en Playa Vicente, y el rancho Monte Rico, en Azueta, donde se sospecha que los pistoleros lanzaban a sus víctimas a los leones o al estanque de cocodrilos, para torturarlos o desaparecerlos, la angustia es mucho mayor.
Epifanio Vicente Peña no contaba con mayores riquezas que sus manos y su trabajo, era el gran sustento del hogar, ahora las mujeres se han tenido que multiplicar, unas para cuidar a los niños que le esperan, otras para ir a trabajar y traer un poco de pan. La ausencia de Epifanio Vicente Pena lastima profundamente porque era de gran importancia para el equilibro del hogar.