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A Mil por Hora
Viernes 13 marzo, 2020

Búnker macabro en Villa Azueta

Madres que buscan a sus hijos desaparecidos pedirán al gobierno que draguen estanque de cocodrilos
•Temen que desaparecido de la zona hayan sido lanzados a cocodrilos o jaula de los leones
•Evidenciada, base de operaciones de presunto grupo criminal en los Llanos de Sotavento


Por IGNACIO CARVAJAL

Hasta hace algunos años, la gente de Tesechoacán (6,700 habitantes) sabí­a que el miedo más grande por estos rumbos eran las crecientes del rí­o del mismo nombre, uno de los más caudalosos del sureste mexicano, pues habí­a que sacar las vacas del corral, llevarlas más lejos de los llanos que son cubiertos por la creciente y alzar las pertenencias del hogar en tapancos antes de que fueran arrastradas hasta el Golfo de México.

  • Colectivo de búsqueda de personas desaparecidas Belén González piden dragar estanque de cocodrilos en rancho Monte Rico por posibles restos humanos

  • Interior de rancho Monte Rico

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  • Interior de rancho Monte Rico

En este pueblo han dejado de temerle al poderoso caudal, ahora el terror lo representan los sicarios del grupo criminal "Los Piñas", una célula del Cártel de Jalisco Nueva Generación, que en estos momentos es combatida por autoridades de Veracruz y Oaxaca.
Las miradas inquisitivas de los halcones del grupo delictivo "Los Piñas" asechan en cada esquina de Tesechoacan (6,700 háb), pues circulan en sus motos al pendiente de los movimientos sobre el camino que conduce al rancho Monte Rico, el cual fue ubicado esta semana por la Fuerza Civil (policí­a de la SSP).
Es una fortaleza con un zoológico privado, dos gimnasios, taller mecánico, bodegas y varias casas dentro del mismo inmueble, entre las que destaca una en particular en al que presuntamente viví­an las familias de los hermanos Alberto y Jacinto Rodrí­guez, los cabecillas del grupo criminal Los Piñas.
Fuentes extraoficiales de la policí­a indican que ahí­ se ubicaba un importante centro de operaciones, la joya de la corona, desde donde los delincuentes ordenaban sus operaciones para controlar los municipios de Playa Vicente, Azueta, Isla, Juan Rodrí­guez Clara, Otatitlán, Loma Bonita Sochiapan y parte de la cuenca del Papaloapan.
La edificación se erige a unos cinco kilómetros de Tesechoacan, a unos 250 kilómetros del puerto de Veracruz, y a la mismas distancia desde Coatzacoalcos.
Dos leones hambrientos van de un lado a otro a la espera de ser alimentados en la jaula de animales exóticos más importante del rancho Monte Rico, un cercado de cemento y malla reforzada los aí­slan del resto del inmueble.
Macho y hembra rugen de vez en cuando aguardando el momento de hincar los colmillos en la carne, pero no hay quien les satisfaga, sus cuidadores o las personas que se encontraban en este lugar, han escapado del asedio policial.
La fortaleza que era cuidada celosamente por sicarios y halcones en Tesechoacan, ahora luce rodeada de elementos de la Fuerza Civil.
En medio del rancho se observa una camioneta negra, con las 4 puertas abiertas, en cuyo interior se distinguen armas de fuego y drogas; al rededor, unas motocicletas abandonadas.
Una pareja de cerdos de Vietnam contonean sus muslos por cada rincón del inmueble en busca de comida o lodo para regodearse. Los perros no dejan de ladrar a la espera de sus propietarios o tratando de ahuyentar a los policí­as y reporteros a quienes perciben como intrusos.
En un estanque, al fondo del inmueble, deja ver un par de ojos reptilianos. Son cocodrilos que también demandan su comida, y es sobre estos animales salvajes, donde los colectivos de búsquedas de personas desaparecidas han centrado su atención de entre todo lo que resalta en Monte Rico.
Belén González Medrano, del colectivo del mismo nombre, dijo que aunque resulte "aterrador" y "doloroso" decirlo, "habrí­a que ver cómo alimentaban esos animales, no sabemos que se pudo haber hecho con todas las personas que pudieron haber tenido ahí­".
González Medrano, quien busca a su hijo Vicente Jiménez González, desaparecido en 2015 en Coatzacoalcos, está segura que el gobierno les dará participación al momento de catear el sitio, para supervisar las labores de dragado del estanque de cocodrilos.
"Es importante que se haga un trabajo bien detallado para buscar si hay restos en el estanque", contó.

Si se organiza esta búsqueda, serí­a algo fuera de serie, equiparable a la emprendida hace ya más de dos años por las madres que buscan restos humanos en el lecho de pozos abandonados en la región central de Veracruz; ahí­, Madres Luna, que representa Marcela Zurita Rosas, ha logrado el rescate de unos once cadáveres en municipios de Omealca y Córdoba, que antes fueron santuario de Los Zetas y ahora son del Cártel de Jalisco.

En las cantinas y centros de reunión en estos pueblos olvidados, cuentan que en sus tiempos, el viejo capo del Cártel del Golfo que en ese entonces era el señor de estos rumbos, Marcelo Arroniz Serrano, Chelyn Arroniz, también poseí­a un rancho en Playa Vicente con un estanque de cocodrilos que supuestamente eran cebados con la carne de sus rivales.

Arroniz Serrano resultó asesinado en 2005 en playa Vicente durante el contexto del reacomodo de las estructuras criminales que buscaban defender sus territorios de la irrupción del temible Cártel de Los Zetas, durante el sexenio de Fidel Herrera Beltrán.

El ajuste habrí­a sido atribuido a otro importante operador de la droga en la región, José Martí­n Navarrete Salomón, alias Cheto, quien representaba a un grupo del Cártel de Sinaloa.

En medio de la disputa de los cárteles a nivel nacional, y los pactos bajo la mesa con el gobierno de Felipe Calderón para sostener la llamada guerra contra el narco, Sinaloa y el Cártel del Golfo muestran una tregua para enfrentar a Los Zetas; pero en Playa Vicente, Alias Cheto sostení­a diferencias muy notables con alias Leonardo Hernández, el Brujo de Playa Vicente, otro notable personaje que se querí­a alzar con el control de la región,donde es habitual el cultivo de marihuana y el tráfico de armas y ganado robado.

Pero los máximos jefes de los cárteles querí­an la paz, y en junio de 2007, alias Cheto fue llamado a la Ciudad de México.

Al bajarse de un taxi, es privado de la libertad, su restos, y el de otra persona originaria de Veracruz, aparecen encobijados en la carretera México-Cuernavaca.

Desde entonces, por más de una década, alias El Brujo se alzó como el amo y señor de las rutas en esos rumbos, y a diferencia de los capos que iniciaban a bala y sangre, es recordado por el respeto a la población civil y por mantener los territorios en paz.

Los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública confirman esas versiones, entre 2007 y abril del 2018, Playa Vicente muestra un bají­simo número de homicidios, secuestros y desapariciones.

Es en abril del 2018, en un palenque, durante una pelea de gallos, que alias El Brujo es asesinado por pistoleros que lo cogieron por sorpresa. En Playa Vicente cuentan que uno de los implicados en ese homicidio, resultó ser Reinaldo Patiño, alias Pelón de Abasolo del Valle, lugar teniente de Los Piñas, quien fuera abatido por la Fuerza Civil en el rancho conocido como El Serrano, el cual se encuentra dentro de las rutas que llevan a Monte Rico.

A la caí­da de El Brujo de Playa, se da el ascenso descomunal de los hermanos Alberto y Jacinto Rodrí­guez, que según datos de inteligencia de las autoridades que los investigan para encontrarles, comenzaron como huachicoleros, succionando el ducto que sale de la refinerí­a de Lázaro Cárdenas, en Minatitlán, y lleva hidrocarburos al altiplano a lo largo de municipios del sur de Veracruz que actualmente registran los niveles más altos de homicidio doloso, desapariciones y secuestros.

Tan solo en enero del 2020, 11 persona desaparecieron en Playa Vicente: Jorge Luis Mariano Marcial, Teofilas Salas Cardoza, Jaime Velasco Ojeda, Galdino Carrillo Ojeda, Florentino Castillo Carrillo, Javier Aguilar Lopez, Genaro Antonio Manzano, Vicente Bautista Martí­nez, Araceli Bernal Sánchez, Nabor Antonio Manzano, Jorge Arciga Jacinto; y en diciembre, el pueblo de Benito Juárez, colindante con Playa y Azueta, autodefensas anuncian acciones contra el acoso del grupo criminal Los Piñas.

Este camino de sangre y desapariciones condujo al Monte Rico. En este punto de los Llanos del Sotavento, el terror no puede ser descrito sin dejar mirar la arquitectura del imponente rancho.

Varios edificios dentro de la propiedad, cuya entrada es circundada por docenas de frondosos robles, y un camino de tierra que fue la puerta al infierno de docenas de ví­ctimas que ya no regresaron a casa.

Hasta ahora, se desconoce si en el lugar hay indicios de fosas clandestinas. Quienes saben de este sitio, y los que han sobreviviendo a él, lo ubican como un centro de tortura y violaciones a mujeres que también eran traí­das para diversión de los sicarios.

Dentro del predio, se alza una pieza en especial que deja ver una cuarterí­a en la que se observan colchones, restos de alimentos y ropa sucia.

En la misma, uno de los dos gimnasios privados en el rancho Monte Rico. Los aparatos se miran nuevos, incluso, sofisticados.

A un costado de ese espacio deportivo, una avestruz deambula agitando las alas y lanzando picotazos, y tres venados observan detenidamente los hatos de ganado que caminan por el rancho en busca de pastura fresca.

Monte Rico colinda con la carretera a Chacaltianguis y una brecha que conduce a Loma Bonita, otro paso a Tesechoacan y docenas de hectáreas de caña de azúcar que se alzan a lo largo de kilómetros entre las brechas y carretera estatales que comunican a los municipios del Cuenca del Papaloapan y los Llanos del Sotavento. Si se transitan esa zonas, es más fácil encontrarse un comando armado que un poblado, y cuando se encuentra, los nativos corren a esconderse o rápidamente sacan el celular para textear.

En el centro de Monte Rico, a lado de la pieza principal, se yergue una antena de telecomunicaciones, "así­ como esta alcanza unos 60 kilómetros a la redonda, pero si le pones repetidora, puede abarcar medio estado", dice uno de los oficiales encargados del resguardo, y con conocimiento en telecomunicaciones.

Desde este rancho, según las primeras pesquisas, el grupo criminal que mantiene asolado a Playa Vicente y todos los llanos del Sotavento, se ejercí­a el control sobre policí­as municipales. También resultó punto primordial para orquestar una violenta protesta contra la Fuerza Civil, en una base de la Policí­a Federal, en el municipio de Isla, el 12 de febrero.

Desde esa manifestación, donde la demanda principal de los inconformes era la salida de la Fuerza Civil y de la Guardia Nacional (según informes de las autoridades de Veracruz, la protesta habrí­a sido orquestada por la delincuencia organizada) es que no han dejado de aparecer fosas clandestinas, enfrentamientos con maleantes y ahora el decomiso de estos ranchos en donde hay indicios de operaciones ilí­citas. Durante su asistencia a la Mesa por la Construcción de la Paz, en Playa Vicente, el gobernador Cuitláhuac Garcí­a Jiménez afirmó que la operación de la Fuerza Civil y la GN se iba a mantener, y habrí­a investigaciones a fondo por el rancho Monte Rico, así­ como por las fosas clandestinas.


1 comentario(s)

gilberto martinez 12 Nov, 2020 - 20:24
exelente reportage.gracias por mantenernos informados

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