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Miércoles 07 agosto, 2019

El hombre bueno y el malo

Esta es la historia de un hombre bueno (Miguel Zamudio) y un hombre malo (Ricardo Exsome Zapata).
El hombre bueno vive, como decí­a Benito Juárez, “con la medianí­a de su salario”. El hombre malo, es millonario, Incluso, hasta un avión tiene para moverse en sus negocios.
El hombre bueno es maestro de danzón, entre otros discí­pulos, muchos bailadores en el zócalo de la ciudad de Veracruz.

Luis Velázquez

El hombre malo es propietario de una compañí­a constructora y sus clientes son los gobiernos priistas, panistas, morenistas, anexos y conexos.
El hombre bueno vive cada quincena rogando a su Ser Superior le alcance para el gasto familiar y el hombre malo, con su empresa, antes, y ahora, en la polí­tica, diputado federal como es.
El hombre bueno es maestro en el Instituto de Cultura y un dí­a, en los dí­as de MORENA en el supremo poder estatal, le ofrecieron, digamos, “hacha, calabaza y miel”, para andar de pueblo en pueblo reoxigenando las Casas de Cultura.
Y creyó en la palabra oficial y la utopí­a. Y aceptó. Pero de pronto, la guillotina le alcanzó y su salario fue reducido de doce mil pesos mensuales, parece, a 5, 6 mil.
Y el hombre es rico es poderoso. Primero, soñaba con la candidatura a presidente municipal en el año 2021 luego de su derrota en el año 2018 asestada por el joven panista Fernando Yunes.
Luego, despertada la ambición y la codicia, soñó, continúa soñando, con la secretarí­a de Comunicaciones y Transporte, pues como dicen sus fans, el titular, Javier Jiménez Espriú, de 83 años, pronto renunciará.
Circunstancias de la vida, el hombre bueno y el malo llevaron vidas paralelas en una parte del camino, vidas distantes reducidas a cenizas como quedaron y están.

“YO TE APOYARÉ. NO LO DUDES”

Era la euforia de los 500 años de la fundación del Ayuntamiento de Veracruz como el primer municipio en tierra firme del continente, Hernán Cortés el conquistador, la Malinche su intérprete.
Entonces, el diputado federal (el hombre malo) le fajó al maestro de danzón (el hombre bueno) y le ofreció “las perlas de la virgen” y el diálogo fue, pudo haber sido de la siguiente manera, aun cuando el contenido es indicativo.
--Organiza un gran festival de danzón, le dijo.
--Pero cuesta.
--¿Cuánto cuesta?
--Unos doscientos mil, trescientos mil pesos.
--No te preocupes. Yo los gestiono en la Cámara de Diputados.
Y Miguel Zamudio, hijo de Rosita Zamudio, la mujer fina y elegante, alta, altí­sima, bonita, guapa, bailadora de danzón en el zócalo, se lanzó a la mar, pero luego enseguida descubrió vientos huracanados.
Dijo el hombre bueno al hombre malo:
--Ya estoy trabajando. Será un festival de danzón como nunca antes en la historia local. Los 500 años lo merecen. ¿Habrá apoyo?
Dijo el hombre malo al hombre bueno:
--En eso estoy.
--Pero necesitamos hacer pagos.
--Mira, busca recursos por ahí­. Pide prestado. Yo te apoyaré. No lo dudes.
Y el hombre bueno cometió, digamos, el peor error de su vida. Y creyó en el hombre malo. Mejor dicho, en el polí­tico.
Y de pronto, ¡zas!, el hombre bueno olvidó la verdad universal: el 99 por ciento de los polí­ticos son mentirosos, falsarios, venden esperanzas con toda la facilidad del mundo, incluso, José López Portillo lo decí­a así­, los polí­ticos se convertirán en unos cí­nicos.
Y el maestro de danzón tocó puertas. Pidió fiado en casas comerciales para organizar la infraestructura y hasta para comprar el vestuario a los estudiantes para celebrar los 500 años de la fundación de la cuatro veces heroica Veracruz, ¡ay si Hernán Cortés viviera para contarlo!, ¡ay si Benito Juárez no hubiera muerto, mamá por Dios, zandunga querida y amada!

LOS POLíTICOS SON ASí Y NI MODO…

Los dí­as fueron caminando. Y el hombre bueno seguí­a manteniendo la fe y la esperanza en el corazón del hombre malo.
Un dí­a, sin embargo, el hombre bueno tuvo un sueño. Mejor dicho, una pesadilla. Soñó con muertos. Soñó con un águila volando en su cielo, la mirada siniestra y sórdida.
Y aquella mañana amaneció nublado el cielo. Quizá por ahí­ una llovizna.
Y desde el fondo del corazón sintió vientos adversos. Y en las horas de la mañana la corazonada fue cuajando en las neuronas.
Y comenzó a dudar del hombre malo, del polí­tico, del señor diputado federal, del señor presidente de la Comisión de Comunicaciones del venerable y honorable Congreso de la Unión.
Y los dí­as de los 500 años caminaron, pero sin el gran festival de danzón.
Simple y llanamente, el diputado federal vendió esperanzas al maestro de danzón.
Ahora, Miguel Zamudio está endrogadí­simo con los 300 mil pesos y, de ñapa, la reducción salarial en el I.V.E.C., quizá, claro, lógico, obvio, parte de la llamada austeridad republicana y la pobreza franciscana, acaso los mesí­as en el poder sexenal creyéndose enviados de Dios.
Y aun así­, el señor diputado federal continúa soñando con la presidencia municipal de Veracruz y/o con la S.C.T., y de perdis, con la secretarí­a de Infraestructura y Obra Pública del gobierno estatal.
El millonario constructor, en carne propia. El mismito persiguiendo a Miguel íngel Yunes Linares para cobrarle los cien millones de pesos de deuda heredados por Javier Duarte y Gerardo Buganza por la terminación del libramiento en La Boticaria.
Así­ son los polí­ticos. Y ay, pobrecitos, de los ciudadanos si creen en su palabra…


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