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Escenarios
Viernes 19 julio, 2019

¡Pobres pobresores!

•Salarios insuficientes
•Con la cruz a cuestas

UNO. ¡Pobres pobresores!

La historia podrí­a denominarse la vida difí­cil de un maestro. Por eso, quizá, en el medio educativo, les llaman “pobresor” en vez de profesor.
Es la historia de Antonio Cárdenas. Con 4 hijos, en las mañanas de 8 a las 14 horas, imparte clases en el salón de la escuela primaria.

Luis Velázquez

Y en las tardes vende teléfonos, cortes de pantalón, camisas, zapatos, chanclas, lo que se pueda y con quienes se pueda.
Busca así­, digamos, mejorar ingresos. El grave pendiente social, ya se sabe, son los salarios de hambre.
Los cuatro hijos fueron procreados con la misma mujer. En ningún momento, hijos fuera del matrimonio. A veces, y para su remanso, los suegros les apoyan. Pero al mismo tiempo, insuficiente. Paliativos para seguir cargando la cruz.
Alguna vez soñó con migrar a Estados Unidos. O en todo caso, mí­nimo, a los campos agrí­colas del Valle de San Quintí­n, verdaderos campos de concentración, donde hay unos diez mil jarochos.
Pero se contuvo y se detuvo.
Sus padres están enfermos. Varias enfermedades perturban sus dí­as y noches. Hijo único, sabe, está consciente de que irse de migrante a Estados Unidos significar dejarlos solos.
Fue cuando decidió ayudarse con la venta de teléfonos, ropa, zapatos, etcétera.

DOS. Soñar con peces y panes

En el otro lado hay un montón de amigos suyos. Unos, paisanos. Otros, “pobresores”. Ellos, de plano, renunciaron a la plaza y partieron a la aventura. Poco a poco se fueron estableciendo.
Cada mes enví­an las remesas a sus familias. La vida, claro, es más holgada en sus casas. Pero al mismo tiempo, años sin mirar a la familia. Menos ahora, con la polí­tica migratoria de Donald Trump. Salir de Estados Unidos significa hacer más difí­cil el reingreso.
Con todo, la tentación es demasiado grande. Cada quincena echa cuentas. Y sueña con el milagro de los peces y los panes.
La apuesta, sin embargo, está en la vendimia y que por lo regular está desplomándose.
Por ejemplo, ha vendido trajes de pantalón a todos los amigos saturando el mercado. Se le acabaron los amigos, se acabó la venta.

TRES. Hacerse la vasectomí­a

En las altas esferas del poder público tumbaron la reforma educativa de Enrique Peña Nieto. Otra, rige. Los ideólogos “se cortaron las venas” con el paí­s que sueñan, por ejemplo, con un Veracruz en el sótano de la calidad pedagógica y con medio millón de habitantes analfabetas, que no saben leer ni escribir en el siglo XXI.
Un objetivo fue proyectar salarios dignos para “los pobresores”. En el terreno de los hechos, puro cuento.
Ningún maestro, por más eficiente y eficaz que sea, lumbrera educativa, está bien pagado en Veracruz, tampoco, claro, en el paí­s.
Y más, por ejemplo, cuando un familiar enferma y corre al Issste o al Seguro Social y se topa con una realidad adversa. Citas médicas saturadas, desabasto de medicinas, operaciones quirúrgicas hasta dentro de varios meses, vueltas y vueltas para ver si ya sirven el aparato de rayos X, etcétera.
Entonces, exprimir más y más el salario para ir con un médico particular porque el hijo está sufriendo demasiado.
Por eso, el “pobresor” Antonio Cárdenas ya entró también a las famosas tandas. Mejor dicho, la organizó entre sus compañeros de pupitre y salón de clases. Y la primera tanda fue para él. Emergencia pura.
La vida es así­. Fue así­. Seguirá así­. Sin que una lucecita alumbre el largo y extenso túnel de la desventura. La cruz a cuestas.
Solo queda, dice el profesor, hacerse la vasectomí­a antes de casarse. O, de plano, vivir soltero.


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