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Lunes 15 julio, 2019

Pesadilla en luna de miel

En un dos por tres, del paraí­so terrenal que disfrutaba, la contralora Leslie Garibo pasó al infierno. La luna de miel electoral se volvió una pesadilla. Incluso, ella misma lo reveló. Fue el miércoles 10 de julio.
Estaban recientes las horas de cuando el Fiscal Anticorrupción, apodado “El fiscalito” por el góber, anunciara a la mitad del mundo y a la otra mitad que la investigarí­a por el caso de los Eleazares Guerreros, que ni se apellidan Garcí­a ni tampoco Jiménez, verdad universal, ajá.

Luis Velázquez

Y aun cuando la discordia se impuso en la cancha pública entre, digamos, “tirios y troyanos”, a favor de la Contralora y a favor del Fiscalito, Leslie Garibo, la mujer que llegó, parece, de Tlaxcala, a gobernar Veracruz, acuñó frase bí­blica en medio de la tempestad polí­tica:
“¡Me tienen rencor! ¡Me quieren deshacer! ¡No me voy a dejar!” (alcalorpolí­tico, 10 de julio del año de la izquierda que camina).
Sabrá el viejito del pueblo si la Contralora “se estaba ahogando en un vaso con un agua”. Y más, porque los últimos 7 meses y medio en Veracruz las llamadas élites polí­ticas han oscilado entre dimes y diretes, fuegos pirotécnicos, chispazos para incendiar la pradera social.
Pero cuando el hí­gado avasalla a las neuronas, la luz del entendimiento, la inteligencia y el raciocinio causa estragos. Añadió la Contralora, por ejemplo:
“¡Me presionan para dejar el cargo! ¡Hay personajes que mecen la cuna! ¡Soy mujer y tengo suficientes pantalones para enfrentar a quien sea!”.
Habrí­a, sin embargo, de recordar que los doce emperadores de Roma descritos por Suetonio en “Los Césares”, jamás usaron pantalones. Tampoco Jesús. Envolví­an sus cuerpos en una especie de túnicas, casi casi la bata con que siempre aparece el secretario de Salud. Y de que fueron hombres bragados, ninguna duda.
Pero, bueno, quiso así­ la funcionaria encargada de la moral pública revelar el estado de ánimo que vive, los dí­as y las noches en el infierno, la pesadilla inacabable.
Responsable de la rendición de cuentas y la transparencia, ella misma quedó atrapada y sin salida en su propia cárcel.

LA MUJER ENLODADA

Por ejemplo, lagunas, océanos, arroyos turbulentos llenos de pozas que dejara con su perorata feminista.
Una. Quién o quiénes la presionan para dejar el cargo.
Dos. Qué personajes “mecen la cuna” en su contra. ¿Son personajes del gabinete legal y ampliado de MORENA en el palacio de Xalapa? ¿Son personajes del Palacio Legislativo? ¿Son personajes, digamos, del gabinete legal de AMLO? ¿Son personajes de los otros partidos polí­ticos? ¿Son personajes del primer cí­rculo del poder del góber al que pertenece la Contralora¡ ¡Solo ella lo sabe! ¡”Tiró la pedrada y escondió la mano!” y a eso el sicólogo polí­tico le llama mesianismo, egotismo puro.
Tres. ¿Quién o quiénes, polí­ticos o grupos de izquierda, de derecha, del centro, le tienen rencor y por cuáles razones, motivos, pretextos, berrinches?
Cuatro. ¿Quiénes la quieren, como dicen, “deshacer”? ¿Deshacer, cómo deshacer a una mujer bragada, valiente y brava, echada pa´lante?
Cinco. ¿De quién o de quienes no se dejará… por más y más que la rafagueen, la amenacen, digamos, con una investigación penal, la intriguen, la calumnien, la difamen, la enloden?
Nadie, claro, duda, de que tiene “suficientes pantalones para enfrentar a quien sea”, pues poderosa madrina o poderoso padrino polí­tico o empresarial tendrá para andar perdiendo el equilibrio intelectual, emocional, moral y social para expresarse como peleadora callejera.
Nadie tampoco pensarí­a que su declaración fue pura palabrerí­a. Elementos distractores. Fuego pirotécnico en la noche patria.
Por lo pronto, Leslie Garibo ha alcanzado la dimensión estelar de la panista Indira Rosales en la yunicidad y de la priista Anilú Ingram en el duartazgo.
La reina en su trono sexenal. La dueña de la pelota que pierde el control. La princesa de la transparencia y las cuentas claras, atrapada en la opacidad. La venganza, dice el viejito del rancho, es un platillo que ha de comerse frí­o, y si en el camino se despotrica entonces se corre el riesgo de volverse un bocón.

UN COMPLOT DESDE ADENTRO…

La vida pública, gasta y desgasta. Bastarí­a referir, por ejemplo, que en las fotos en la cabeza del góber aparecen ya, ya, ya, las canitas. Más arrugada la cara. Dí­as en que los ojos están sin brillo ni resplandor. La barriga creciendo sin mesura. El descuido, el desorden, quizá por los dí­as y noches intensos por culpa, digamos, de los carteles y cartelitos.
En el viaje polí­tico, la Contralora sabe, sin embargo, que la gloria dura 6 años, si bien les va, pues, y por ejemplo, la secretaria del Medio Ambiente de AMLO duró unos meses, menos de un semestre. También el director nacional del IMSS. Un semestre y dí­as el secretario de Hacienda y Crédito Público.
Pero además, y considerando a Morris West en su novela “El arlequí­n” de que los grandes imperios y emporios se destruyen desde adentro, por ningún motivo el góber puede permitir una guerra interna entre, digamos, su primer cí­rculo del poder y/el gabinete legal y ampliado.
Y es que si se lee con microscopio la confesión de partes de la Contralora, solo la podrí­an presionar, solo la querrí­an “deshacer”, solo intentarí­an tumbarla del caballo… desde adentro del gabinete.
Además, y cuando se ha expresado con tanta desesperación significarí­a, como premisa universal, que la gotita de agua que ha estado cayendo en su milpita estarí­a a punto de desmoronar la roca.
“Hay personajes que mecen la cuna” en su contra, dijo
Personajes, gente con una presencia y fuerza polí­tica, en ningún momento personas, gente sencilla y común que vive con una profunda, inalterable sencillez.
De ser así­, en tan poco tiempo, el estilo personal de ejercer el poder otorgado ha llevado a la Contralora a la ruleta rusa. El enemigo (traidores y desleales les llamó el diputado José Manuel Pozos Castro) están o estarí­an en casa, así­ sea en el rincón más arrinconado del palacio.
En el gabinete estatal del góber pareciera que los demonios siguen haciendo travesuras y prendieron a Leslie.
La naturaleza humana de los polí­ticos, decí­a Napoleón Bonaparte, está hecha de intrigas, calumnias, difamaciones, complots, deslealtades y traiciones.


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