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Viernes 17 mayo, 2019

Festival de las balas

•Festival de salsa
•Fiesta de la esperanza, ajá

ESCALERAS: imposible construir un futuro en Veracruz. Cada dí­a, la tragedia social se multiplica. “No hay esperanzas... pero seguimos viviendo” dice el cronista Martí­n Caparrós en su libro “Larga distancia”.
Y con todo, seguimos cargando “el funeral de una época”.

Luis Velázquez

La era Cuitláhuac, pues si de echar culpas hacia atrás, el bienio de Miguel Angel Yunes Linares y el sexenio de Javier Duarte ya expiraron. Son historia.
Lo peor de todo es que hemos quedado sin futuro. Y ni modo de soñar en “un mundo feliz” como sueñan AMLO y tiene su góber en Veracruz para mantener el paso.
Por eso, incluso, la venta de esperanzas con el Festival de la Salsa que sólo durarán tres dí­as, aun cuando un asesino solitario se adelantó quintando la vida a la directora de un jardí­n de niños.
Festival de Salsa. Festival de las balas.

PASAMANOS: En Nogales (10 de mayo, 19), la población por poco y lincha a un sujeto de 45 años, acusado de depredador sexual, abuso sexual de una anciana.
La comunidad gay puso la alerta en la cancha pública. El 8 de mayo ofreció rueda de prensa en Orizaba. Se identificó como el Colectivo Igualdad. Y reveló que en lo que va del año 8 gays han sido asesinados, en tanto en la era Cuitláhuac van 100 mujeres asesinadas

CORREDORES: En la ciudad de Veracruz, igual que en las otras demarcaciones urbanas, el fin de la vida nocturna. Los músicos tienen miedo a los malosos, con todo y que la secretaria de Turismo culpa a la prensa de escandalizar la inseguridad, pobrecita “Sierva de la Nación”.
La incertidumbre y la zozobra galopando a todas horas. Más, claro, en la noche. Más, en la madrugada.
¡Ay, los tiempos aquellos cuando Ví­ctor Segovia y “El negro Peregrino”, el hermano de Toña la negra, y el hermano de la profesora Maruchi Bravo amanecí­an debajo de los balcones dando serenatas!
El Veracruz ido. Perdido. Extraviado. Desdibujado.

BALCONES: Gracias a Cuitláhuac la lección se ha aprendido.
Todos hemos aprendido a dejar de soñar, pues ni modo de soñar cuando la vida está prendida con alfileres y nadie está ni se siente seguro.
La vida, en el filo de la navaja en cada nuevo amanecer.
Un secuestro, un levantón, una bala perdida, un fuego cruzado, un asesinato, una fosa clandestina.
Se vive, cierto, y se hacen planes, pero para el dí­a de hoy. Mañana… ya se verá… si Dios, como dice la chamana, da vida.

PASILLOS: Desde hace unos 26 años (Patricio Chirinos Calero gobernador), a pocos, excepcionales ciudadanos interesa la democracia. Incluso, y con los sexenios después, tampoco la calidad educativa. Ni de salud pública. Ni la creación de empleo, vaya.
Lo único importante, el más alto anhelo de cada familia, es levantarse cada mañana sin sobresaltos, confiados en que el dí­a pasará y en la noche y la madrugada dormiremos tranquilos.
A paso de ganso, sin sentir, y de liebre, los carteles se adueñaron de la vida. La vida de todos depende ahora de ellos.
“Cuí­date”, se dicen los familiares y los amigos al despedirse. “Y avisa cuando llegues a casa”.

VENTANAS: John Steinbeck dice en “Hubo una vez una guerra” que por lo general se cree que los soldados tienen miedo a las balas y aclara que el miedo nunca es a los tiros ni a los cañones, sino a la soledad.
La soledad en la espera de la batalla. La soledad en el dí­a. Peor en la noche. Peor en la madrugada, cuando por lo regular las fuerzas bélicas disparan unas a otras.
En Veracruz, con 7, 8, 9 cárteles operando, y el principio de Peter de las fuerzas policiacas y armadas, hay una creciente y multiplicada soledad, más que fí­sica, espiritual, emocional, neurológica en la población.

PUERTAS: En todas las guerras hay riesgos. Y los carteles llevan por lo general la posibilidad de ganar.
Y de ganar porque, cierto, la autoridad detiene a unos capos y los encarcela en prisiones de alta seguridad.
Y al mismo tiempo, hay otros listos en el mando para la ruleta rusa.
Y como en el caso de Veracruz, la pelea se recrudece entre ellos para quedarse como jefes máximos en la plaza jugosa.
Por eso, entre otras cositas, la persecución aérea de unos naves de la secretarí­a de la Defensa Nacional contra unos malandros y que fueran desplomados, con tanta suerte que cayeron vivos y huyeron.
La población civil, sin embargo, a la orilla del precipicio todos los dí­as y noches de todas las semanas desde hace 5 meses y medio.
La era Cuitláhuac, vaya desencanto social.

CERRADURAS: Miguel íngel Yunes juró y perjuró y repitió que en 6 meses pacificarí­a Veracruz.
Incumplió.
Cuitláhuac Garcí­a ha repetido que en dos años y van ya 5 meses y medio.
El presidente de la república repite y repite y repite que en 6 meses el paí­s, y por añadidura, Veracruz, recuperarán el paraí­so terrenal en el diario vivir cuando ya solo falta una quincena.
Con todo y la Guardia Nacional, el sur de Veracruz hecho un polvorí­n. Mejor dicho, el infierno. Peor tantito, el rincón más arrinconado del infierno. Canijo el secuestro de un capitán de la SEDENA en Playa Vicente.

PATIO: Hemos perdido el legí­timo derecho de soñar y de construir y reconstruir un futuro.
En el camino al Gólgota, muchos han perdido la vida. Cientos, decenas de madres y padres siguen buscando a los suyos, esperando justicia. Algunos obispos, como el de Córdoba, Eduardo Patiño al frente, encabezando caminatas silenciosas con los feligreses y el Altí­simo por delante clamando la paz perdida.
Y el góber, tan quitado de la pena, comiendo ceviche en un puesto del mercado popular de Coatzacoalcos, con una chica a un lado para su felicidad, y atrás, colgada de la pared la estampa de “La Santa Muerte”.


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