de oposición y el partido encumbrado en el poder sexenal y, claro, con el mismo gobierno del estado.
Además, el negocito de las diputaciones pluris tanto locales como federales ahora cuando en el año 2021 habrá elección del Congreso local y del Congreso de la Unión.
Y de presidentes municipales. 212 alcaldí­as en total, más las mil sindicaturas y regidurí­as.
Es decir, dice el maestro, “mucha, demasiada, excesiva tela de donde cortar”.
Incluso, y así­ como están las circunstancias, ninguna duda de que el PRI se tenderí­a a los pies de MORENA, dueña de la gubernatura, dueña de la LXV Legislatura, dueña de las alcaldí­as más importantes y dueña de una parte del Poder Judicial.
Pero más aún, en un descuido, el partido tricolor bien pudiera recuperar pequeños y grandes espacios públicos.
Y más, si la era Cuitláhuac sigue descarrilando con la fallida polí­tica de inseguridad y procuración de justicia.

DOS. Pulsada entre dos Yunes

Por eso, la rebatinga por la presidencia del CDE del PRI se está dando con dos candidatos, mejor dicho, una pulsada entre Miguel íngel Yunes Linares y Héctor Yunes Landa.
Yunes Linares, con su candidato, Marlon Ramí­rez, regidor en el Ayuntamiento del alcalde Fernando Yunes Márquez.
Yunes Landa, con su candidato, Adolfo Ramí­rez, ex presidente municipal de Paso de Ovejas y ex diputado local.
La historia por el poder en el tricolor recuerda, dice el profe Ronzón, a la pelí­cula “La ley de Herodes”, de Damián Alcázar, donde hacia el final, Damián rinde protesta como diputado federal y dice, más o menos:
“He llegado aquí­ con las manchas manchadas de sangre. Maté, cierto, a un hombre, pero un hombre que era enemigo de la revolución”.
Y entonces, los diputados se ponen de pie y aplauden a rabiar.
Ahora, claro, el ajuste de cuentas que llegaba a los crí­menes entre los grupos polí­ticos habrí­a quedado rebasado, con todo y que en la era Cuitláhuac han asesinado a 9 polí­ticos y lí­deres sindicales, entre ellos, a tres morenistas.
Además, del crimen de tres mujeres polí­ticas y policiacas, una mujer policiaca, una mujer dirigente sindical, y la última, la jefa de Hacienda en Tierra Blanca.

TRES. Los nuevos dueños del tricolor

Hay otro negocito que explicarí­a la lucha por el CDE del PRI, como por ejemplo, la concesión de obra pública para algún priista incómodo con fuerza y peso ante la elite morenista en el palacio principal de Xalapa.
Y otro más: llegar al Congreso local por la ví­a pluri y luego declararse diputado local independiente para, entre otras cositas, formar parte de la Junta de Coordinación Polí­tica, JUCOPO, donde manejan el billete.
Por eso, el politólogo dice que con todo y pudiera encarnar a un dinosaurio, el tricolor se mueve y asesta coletazos.
Y, bueno, si hay catorce solicitudes de organizaciones en el OPLE para convertirse en partidos polí­ticos (una de ellas, Fénix, se afirma, de Héctor Yunes Landa), “más sabe el viejo (PRI) por viejo que por diablo”.
En todo caso, el pastel es demasiado grande. Y una tajadita (de poder y recurso oficial) de buen tamaño pueden disfrutar los nuevos dueños del tricolor.