La rubia que todos querían/El caso de Evangelina Tejera, la Medea veracruzana
Evangelina Segunda, con belleza de Artemisa;
Venus te envidia iracunda el candor de tu sonrisa
-“Magazine Dominical” no. 54 del periódico El Dictamen; 13 de febrero 1983, p.8
1.- Espectros
“El centro de Veracruz está lleno de fantasmas” suele decir mi padre cada vez que pasamos frente a las ruinas del primer hogar que tuvieron los Melchor en Veracruz, un lúgubre patio de vecindad en la avenida Cinco de Mayo.
Fernanda Melchor
Como tantos otros edificios del centro histórico, estas cuarterías abandonadas son ahora hogar de dipsómanos y felinos sarnosos, infelices espectros que penan entre la basura y espantan a las buenas conciencias del Puerto, como alguna vez lo hicieron el Monje Decapitado o la Mujer de Blanco durante la Colonia.
En el primer cuadro de Veracruz hay fantasmas con el rostro tiznado sufriendo la mona en el suelo de los callejones; espantos descarnados que entran y salen de zaguanes secretos en los retretes de las cantinas. Sombras que por caridad o por astucia habitan mansiones de madrépora, edificios cuyas cornisas se desmoronan sobre las calles causando víctimas mortales en días de viento. Los legítimos propietarios, caballeretes criollos, observan con desinterés la degradación de sus herencias pues les resulta mejor negocio vender el terreno que gastar en restaurar los vetustos inmuebles.
2.- Miguel, jubilado
“Yo viví mucho tiempo en el edificio de la Lotería Nacional, arriba del local de Telas de México, ahí en Rayón e Independencia… Se llamaba así porque antes estaban ahí las oficinas de la Lotería, en la planta baja, hasta que las quitaron en mil novecientos noventa y tantos cuando se quemó la bodega... Después del incendio nos salieron los dueños con la tarugada de que iban a remodelar los departamentos, pero en lugar de eso nos cortaron la luz y el agua y nos fueron corriendo a todos… Yo me resistí porque la verdad no me alcanzaba; quería seguir pagando renta congelada y por eso me aferré, pero luego me cansé de andar batallando… Y es que no me gustaba mucho vivir en ese edificio, la verdad… No sé si se haya dado cuenta usted cuando estuvo allá pero como que hay mala vibra, ¿no?... Como que uno no está a gusto en ese lugar, no sé cómo explicarlo… Luego de noche se escuchan cosas feas, como gritos, quejidos… Teníamos una vecina que ya falleció, doña Idalia, que era muy sensible para esas cosas… Ella fue la que llegó a ver a los dos niños, a los hijos de Evangelina, jugando en las escaleras, muchos meses después de que se descubriera el crimen… Yo creo que fue por eso que los dueños dejaron que se cayera todo; a lo mejor querían que ya nadie se acordara de lo que había pasado en aquel departamento…”
3.- La bella rubia
En 1983, Evangelina Tejera es coronada como Reina del Carnaval de Veracruz bajo el nombre de Evangelina II. Su Majestad tiene 18 años, juega al tenis, le encanta la música moderna y toca el piano, afirman las crónicas de sociales de la época. A todos los compromisos de su reinado la acompaña su padre, Jaime Tejera Suárez, médico de profesión; pero el nombre de la madre, de apellido Bosada, jamás es mencionado. El divorcio que separó a la familia cuando Evangelina tenía apenas nueve años no consta en ningún medio, como tampoco lo hace el alcoholismo y la violencia de Tejera Suárez, que alguna vez amenazara con su pistola a sus aterrorizados hijos; tampoco figuran los reproches que la madre comenzara a hacerle a Evangelina a causa de las penurias económicos que sufrían y que ocasionarían el abandono de sus estudios a la mitad del tercer año de secundaria.
Las fotografías de esta Evangelina adolescente insisten siempre en sus ojos límpidos, en su tez cérea, en aquel par de pómulos afilados. Sus finas cejas permanecen siempre arqueadas, como congeladas en un mohín de coqueta sorpresa. Imágenes de dientes perfectos, miradas soñadoras de gruesas pestañas. Fotos en donde aparece sonriendo, con el cabello suelto, recostada sobre el pasto de un club campestre, o caminando por las calles de Veracruz de la mano de Octavio Mardones, el barbudo Rey Feo de 1983, envuelta en encajes de plata y lentejuelas, carbunclos de fantasía y nubes de confeti.
4.- Tomasa, comerciante.
“Sí, era guapa, hasta parecía gringa. Tenía los ojos verdes y la piel muy blanca… Tuvo novios desde chica; había uno que hasta le pegaba, pero es que ella era medio loca, ¿sabe?... Desde los 15 años fue adicta a la mariguana pero se descaró después de haber sido reina del carnaval, con tantas fiestas a las que iba, en las discotecas de moda y con la gente de dinero… Dicen que se juntaba con puros juniors para drogarse, ahí en casa de Guillo Pasquel, en Emparan y Cinco de Mayo… Siempre estaba con un montón de juniors que se metían coca y luego andaban haciendo locuras en sus carrazos; luego hasta mataban gente pero nadie les hacía nada porque la policía estaba nomás para protegerlos… Como el tal Picho Malpica, que mató a la hija del Polo Hoyos nomás porque la muchacha ya no quiso ser su novia; o como Miguel Kaiser, que vendía coca en los palenques… Dicen que él era el que le vendía la droga, a ella y al tal De la Rosa, el papá de dos niños, y que era en el departamento de la Lotería donde ellos vendían coca y mariguana a otros drogadictos, y hacían orgías… Y que en una de esas ella se volvió loca de un pasón y mató a los dos escuincles… Dicen que después de estrangularlos los descuartizó en la mesa del comedor para enterrarlos en una maceta…”
5.- Flores
Fue el hermano menor de Evangelina, Juan Miguel Tejera Bosada, quien dio parte a las autoridades judiciales de Veracruz del homicidio de sus sobrinos Jaime y Juan Miguel, de tres y dos años de edad. Era el 6 de abril de 1989. Según las periciales legistas, la muerte de los niños había ocurrido tres o cuatro semanas atrás, y en ambos casos había sido causada por traumatismo craneoencefálico con fractura y hemorragia interna. Los cuerpecitos presentaban también otras lesiones posteriores a la muerte: habían intentado incinerarlos en una pira de papeles en la sala del departamento 501 del Edificio de la Lotería Nacional, y al no conseguirlo, les habían amputado las piernas con el fin de que ambos cupieran en una maceta oaxaqueña de 50 centímetros de diámetro que durante semanas pudo verse desde la principal arteria de la ciudad, la avenida Independencia.
Jaime y Juan Miguel fueron sepultados el miércoles 12 de abril de 1989, casi una semana después de la aprehensión de Evangelina. Como ninguno de sus familiares acudió al Instituto de Medicina Forense a reclamar los cuerpos, autoridades asistenciales gestionaron su inhumación en terrenos del panteón municipal.
6.- José, periodista.
“El juzgado estaba hasta la madre, lleno de funcionarios, de reporteros y de gente morbosa nomás esperando a oír la confesión de la asesina… Ella apareció detrás de la rejilla de instrucciones; se veía bien jodida la pobre, así como encogida, toda desarreglada, vestida de falda y tenis y una playera blanca que le quedaba gigante, con el cabello rubio pero sucio y la barbilla sobre el pecho… En todo el tiempo que estuvo declarando jamás alzó la mirada, ni una vez pude verle los ojos. Era como si la gente le diera miedo; se agarraba así de las rejillas oxidadas, le temblaban las manos… Su abogado, Pedro García Reyes -Pedro el Malo, le decíamos por malandro- estaba sentado sobre el escritorio de una de las secretarias y fumaba como loco; se la pasó todo el tiempo gritándole de cosas a la fiscal Nohemí Quirasco, interrumpiendo su interrogatorio… A la mera hora la Evangelina dijo que ella no había matado a los niños, que ellos se habían muerto de hambre porque dizque no tenía dinero pa”™ comprarles comida y que no había dicho nada a su familia porque estaban peleados… Luego la fiscal le preguntó que por qué había enterrado los cuerpos en la maceta, y puta, que Evangelina se pone a temblar, y que dice: ”˜Es que tenía miedo”™… ”˜Â¿Miedo a qué o a quienes?”™ le preguntó la Quirasco, pero el prepotente soberbio de Pedro el Malo le objetó la pregunta, por intrascendente según él… Yo la neta sentí como que había chanchullo, como que estaban ocultando algo... Por eso cuando el juez mandó a que le hicieran todos aquellos estudios psiquiátricos de volada pensé que la iban a hacer pasar por loca, y como fue…”
7.- Veintiocho años
Evangelina permaneció recluida en el Centro de Readaptación Social Ignacio Allende del puerto de Veracruz hasta 1990, cuando el juez Carlos Rodríguez Moreno decidió iniciar un proceso especial y enviarla al Instituto Psiquiátrico Veracruzano, donde permanecería cerca de cuatro años bajo el cuidado de Camerino Vázquez Martínez, psiquiatra que conocía bien a la familia de Evangelina. De tres dictámenes médicos realizados a la inculpada sólo el del psiquiatra Marco Antonio Rocha diagnosticó un “trastorno antisocial de la personalidad con brote psicótico agudo”; el resto concluyó que ningún padecimiento neurológico o endocrinológico era responsable de las alteraciones conductuales de Evangelina.
El proceso ordinario se reinició en 1995, y tras una serie de apelaciones y amparos fallidos interpuestos por un defensor de oficio, el juez Samuel Baizabal Maldonado condenó a la antigua reina de Carnaval a 28 años de prisión y multa de 35 pesos por el delito de homicidio calificado en agravio de Jaime y Juan Miguel Tejera Bosada. Para el magistrado, Evangelina demostró capacidad de razonar y de comprender las repercusiones del acto criminal cuando intentó deshacerse de los dos cuerpos. Pesaba sobre ella, además, el testimonio de su hermano de 19 años, que la acusaba directamente de ser la autora de los asesinatos.
8.- Daniel, mafioso.
“Yo no creo que haya matado a los chamacos… Ella no era para nada una persona violenta… Era desmadrosa, sí, y atascada; le gustaban mucho las drogas, la mota y la coca, pero no estaba demente… Yo al principio sí pensé que los había matado porque había veces que yo sentía que los chamacos como que le estorbaban a la hora del desmadre, pero luego me dije que no, que ella no hubiera sido capaz de hacer eso, y menos de cortarlos en pedazos… Yo iba mucho para ese departamento; ahí nos juntábamos para cotorrear… El Mario, el Kaiser, el Guillo, el Tiburcio, el Picho, el Cara de León; caía la flota y había de todo… N”™hombre, un perico mundial, del de antes, no de las cochinadas que venden ahora… Un perico que venía como en escamas, como en cristales y que costaba como mil pesos el gramo en aquel entonces, pero te ponía hasta las nalgas… Siempre había gente en ese departamento, metiéndose mierda, chupando, bailando… Y los niños, pus en el cuarto, ¿no?... Sí los llegué a ver una que otra vez; eran gí¼eritos los dos, como ella… Yo creo que Evangelina se volvió loca después, por haber tenido que aguantar lo que vivió… Yo creo que fueron los narcos los que mataron a los chamacos, en venganza, porque ella y el pendejo aquel De la Rosa se metieron toda la coca y se gastaron el varo… Yo creo que por eso ella nunca confesó nada, pero tampoco dijo quién había sido… Porque prefirió vivir con ese estigma a que también la mataran a ella los narcos… y por eso se juntó con el zeta aquel dentro del bote, para protegerse de sus enemigos…”
9.- Prisión y refugio
En la cárcel, Evangelina se restablece de sus trastornos y continúa interponiendo recursos legales para lograr su liberación. Dirige varios negocios dentro del Cereso Allende, da clases de aerobics y es nombrada reina del carnaval de los presos. Posteriormente es transferida a Pacho Viejo, prisión ubicada en Perote; ahí gana una mención honorífica en el certamen literario “Cartas a la sociedad” y conoce a quien sería su esposo, Óscar Sentíes Alfonsín alias “El Gí¼ero Valli”, reo de alta peligrosidad vinculado al Cartel del Golfo y encargado de controlar parte del tráfico de drogas dentro de la prisión. Originario de Cosamaloapan y sentenciado a nueve años por robo calificado ””y anteriormente preso por delitos contra la salud y portación ilegal de armas”” “El Gí¼ero Valli” recorre los penales del estado de Veracruz y Evangelina lo acompaña: de Allende a Cosamaloapan, de Perote a Villa Aldama, de Amatlán a Coatzacoalcos. Ahí, Sentíes Alfonsín se entrevista en mayo de 2008 con funcionarios estatales y consigue la preliberación de su mujer, firmada por el priista Zeferino Tejeda Uscanga, entonces director de Readaptación Social.
Pero Evangelina no se marchó de su lado inmediatamente. Continuó viviendo con su cónyuge hasta octubre de 2008, cuando Alfonsín Sentíes fue asesinado dentro de una celda de castigo en la que había sido recluido tras haber organizado un motín dentro del penal de Coatzacoalcos. De 56 puñaladas que su victimario le propinó con una punta hechiza, solo tres resultaron ser mortales.
A dos décadas del doble homicidio que sacudió a la sociedad veracruzana, pocos conocen el actual paradero de la rubia Evangelina. Sin dinero, sin marido, sin el apoyo de su familia, la antaño soberana del carnaval veracruzano se ha convertido en un fantasma: en su nombre se exhorta a los niños a portarse bien y comer sus verduras, como se hace en otras partes con el Lobo o La Llorona.
Y mientras la leyenda de su crimen continúa contándose en susurros, una luz clandestina ilumina las ventanas de su antigua morada.
”ƒ
26 Nov, 2021 - 00:25
Guauu que historia de la vida real