polí­tico, pero ya rebasado porque bien podrí­a heredar el trono partidista al hijo.
Gonzalo Morgado Huesca, soñando con su Podemos Veracruz.
Jorge Uscanga Escobar, ni sus luces.
Marcos López Mora, jubilado.
Carlos Brito Gómez, el perpetuo presidente de la Comisión Interna de Procesos en el CDE del PRI.
Marcelo Montiel Montiel, en su rancho en Curitiba, Brasil, la cárcel donde está confinado Lula, pero también, la metrópoli de la diversidad sexual en el continente.
Fidel Herrera Beltrán, retirado.
Miguel Alemán Velasco, en su Interjet, y el hijo, asesor empresarial de AMLO.
Salvador Valencia Carmona, retirado.
Ricardo Olivares Pineda, se quedó en su Corriente Democrática.
El profe Abel Cuéllar, jubilado.
Miguel Angel Dí­az Pedroza, en su notarí­a.
Eduardo Andrade Sánchez, mudado en escribidor.
Ranulfo Márquez, retirado.
Isidro Pulido, en la Vieja Guardia Agrarista, haciendo antigí¼edad.
Ramón Ferrardi Pardiño, convertido en restaurantero.
Gustavo Arróniz Zamudio, el gran notario público, ex maestro de Filosofí­a y Ética.
Mario Zepahua Valencia, el transportista estelar de la montaña negra de Zongolica.
Eduardo Thoame. Retirado.
Entre otros.
Mil años los contemplan.
El Veracruz que fue, tiempo aquel del partido único, invencible, inderrotable en las urnas.