El alcalde de Soledad Atzompa. El más conocido en el paí­s luego de que los vecinos detuvieron, lincharon y quemaron vivos a seis malandros presuntos secuestradores de maestros en la sierra de Zongolica. Semanas después, ningún detenido, ningún indiciado, pues lanzarse contra una turba enardecida está canijo.
El alcalde de Mariano Escobedo. El más amenazado por la población. Aquellas mantas colgando de las casas con una advertencia para hacer justicia por mano propia como en Soledad Atzompa: Ladrón que detengamos… será linchado.
El alcalde de Veracruz. El más famoso en Veracruz y en el paí­s porque en el mes de abril celebrará los 500 años de la fundación del primer Ayuntamiento en tierra firme del continente y que tuviera como primer presidente municipal a Hernán Cortés, aun cuando solo por unos dí­as, digamos, como el edil fundador, porque luego enseguida agarró camino para Cempoala, donde de hecho y derecho comenzara la evangelización del paí­s cuando destruyeron los dioses de barro con la Malinche de traductora.
Las nueve alcaldesas del norte del estado. Las grandes activistas sociales porque se integraron en un frente común para cabildear servicios públicos, y de paso, blindarse entre ellas mismas ante el embate y el combate de los malandros.

EL ALCALDE TEMERARIO

El alcalde de Ciudad Mendoza. El más arriesgado y temerario porque denunció, “más que con los pelos de la burra en la mano, la burra completa”, con sus nombres deletreados a los carteles que siembran, dijo, el terror y el horror en su municipio y en la región, exponiendo, incluso, su vida y la vida de los suyos.
El alcalde de Isla. Desafiante al gobierno de Veracruz cuando debatiera con el secretario General de Gobierno sobre la emboscada a los migrantes de Guatemala cuyo resultado fue una mujer asesinada y cuatro heridos, entre ellos, un menor de edad. “El dos de palacio” diciendo que los policí­as de Isla los habí­an emboscado y el edil revirando que fueron los polleros. Al momento, todo, en la impunidad.
La alcaldesa de Córdoba. La polí­tica panista que todos los dí­as, asegura, es asesinada por los contenidos del periódico “El Mundo” y que ha declarado su peor enemigo, al grado de que, y por ejemplo, además de acosar a los voceadores retiró de un parque público la estatua del filósofo, escritor y maestro, Othón Arróniz, fundador del diario, y no obstante, más vidas que un gato ha de tener.
El alcalde de Tierra Blanca. Casi todos los dí­as gobernando desde el infierno, pues si bien en tiempo pasado, unos policí­as estatales asignados en el pueblo levantaron a 5 jóvenes de Playa Vicente y entregaron a los malandros, quienes los desaparecieron, ahora, los malosos siguen actuando en la región, como el caso del jueves 14 de marzo con la emboscada a la Fuerza Civil en un fuego cruzado que durara dos horas, 5 muertos y camionetas incendiadas en la carretera.
El alcalde de Orizaba. El más polémico, digamos, ante la historia, con el destino urbano de la estatua al dictador Porfirio Dí­az Mori, instaurada por su antecesor y ahora, de pronto, con el visto bueno del Cabildo para dejarla.

ALCALDE CON BUEN FARIO ANTE AMLO

El alcalde de Tres Valles. El más bendecido por un Ser Superior, digamos, el buen fario, el mejor karma, porque el padre de Andrés Manuel López Obrador nació en el pueblo y está dejando pasar la oportunidad histórica para enaltecer la vida colectiva.
Los alcaldes de Coatzacoalcos y Poza Rica. Trascendidos en la cancha pública por el alto grado de nepotismo en su nómina donde familiares y el amiguismo y el cuatismo han alcanzado la plenitud del poder, en nombre de la república amorosa y la Cartilla Moral, y que se ha extendido al gobierno de Veracruz, donde la Contralora ha convocado a la ciudadaní­a a interponer denuncias para aplicar la ley, con todo y que los ciudadanos están más ocupados y preocupados por estirar la quincena.
El alcalde de Maltrata. El más callado, quizá el más discreto, porque luego de que parte de la población amotinada cuando la policí­a pretendió liberar a unos malandros acusados del robo a una escuela todo se arregló para satisfacción social, parece, entregando a la policí­a de Puebla a los presuntos ladrones de donde son originarios.
El resto de los presidentes municipales, sin aparecer en la cancha pública, social y mediática. Ejerciendo el poder “pian pianito”. Empujando la carreta para cumplir con sus pueblos. Bajo perfil, quizá. Sin trascender de sus pueblos a Xalapa, la capital, ni tampoco en el altiplano, algunos, felices con las fiestas locales, por ejemplo, con “la flor más bella del ejido” y el tamal más largo y extenso del mundo.