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Expediente 2024
Jueves 14 marzo, 2019

El fosario

Veracruz es un fosario. Nadie sabe el número de muertos y el número de fosas clandestinas. Tampoco el número de secuestrados ni desaparecidos.
Igual que en las dictaduras militares del siglo XX en América Latina, solo se sabe que hay secuestros y desaparecidos y asesinados y fosas y solo hay la certeza de que Veracruz chorrea sangre.
Hoy. Antes. Desde hace mucho rato.

Luis Velázquez

La última noticia (la semana anterior) fue anunciada por el Solecito, integrado con madres con hijos desaparecidos.
Más fosas en Veracruz, próximo a cumplir 500 años de fundado su Ayuntamiento en tierra firme en el continente. Más fosas en Boca del Rí­o. Más fosas en Alvarado. Más fosas en Rí­o Blanco. Seis cadáveres en la primera excavación.
Da miedo vivir en “la noche tibia y callada” de Agustí­n Lara. Salir de noche. Antrear. Asistir a una cena. Cruzar la ciudad de un extremo a otro en la madrugada.
Da mucho miedo pasar la noche, la medianoche, la madrugada, en vela.
Veracruz, una fosa sin fondo, como la describió El Paí­s con su cronista Pablo Ferri.

SICOSIS Y PARANOIA

No salgan de noche piden los presbí­teros en la homilí­a a los feligreses.
Virtuales Estados de Sitio en muchos pueblos de Veracruz.
Virtual Toque de Queda como en las dictaduras militares.
Guardias comunitarios para vigilar las horas del dí­a y de la noche.
Más familias con escoltas.
Cadenas de vigilancia en los pueblos.
Vecinos conectados por redes alámbricas.
Una sicosis, real o ficticia, más real que imaginativa, rayando en la paranoia.
Nadie, entonces, tiene la vida comprada. Nadie está seguro de haber librado el tormento diario.
Las páginas rojas llenas de noticias de personas secuestradas, desaparecidas y asesinadas.
Cadáveres flotando en los rí­os y lagunas.
Cuerpos sin vida tirados en medio de los cañaverales y a orilla de las carreteras y en las calles y avenidas de las ciudades urbanas, suburbanas y rurales.
Los carteles en una batalla cruda y cruenta.
Y más carteles llegando a Veracruz porque Veracruz es hoy el paraí­so terrenal, la tierra prometida, con todo y que el gobernador lo desmienta que allá quienes crean en su palabra y en su discurso y en sus golpes de pecho.
Veracruz, una red de fosas gigantescas. Largo y extenso túnel de la muerte que parte, digamos, de la ciudad de Veracruz y camina hacia Boca del Rí­o y se extiende a Alvarado.
El siniestro y sórdido corredor de la muerte.
“La muerte tiene permiso” intitularí­a a su novela Edmundo Valadés…, tanto tiempo hace.
Cien dí­as después, más los que caminan, la incertidumbre y la zozobra en el diario vivir cuando se vive el primer sexenio de la izquierda, la izquierda que significaba el restablecimiento del Estado de Derecho.

HORA DE VOLVERSE HUMILDE…

El Fiscal ya libró, por ahora, los juicios polí­ticos en la LXV Legislatura para su destitución. El góber, claro, sigue con su rafagueo.
Pero mientras tanto, el Solecito ha anunciado más fosas clandestinas.
Y por tanto, todos los Colectivos, más los familiares con hijos y parientes desaparecidos, más las ONG, más la población civil espera que el Fiscal se reinvente, le baje a su soberbia y egotismo, y se vuelva humilde y se ponga del lado de los Solecitos para seguir juntos la pista de los fosarios.
Resulta insólito, por ejemplo, el caso dramático de Colinas de Santa Fe, la fosa clandestina más grande del continente.
En el primer trimestre del año 2017 (El Paí­s, Pablo Ferri), el Solecito tení­a detectado en aquel cementerio particular de los polí­ticos, jefes policiacos, policí­as y malandros unas doscientas personas sepultadas.
Y para entonces, solo dos cadáveres estaban identificados, uno de ellos, el del licenciado Pedro Huesca, el agente del Ministerio Público asignado en Cardel, municipio de La Antigua de Ana de la Reguera, y que fue secuestrado, desaparecido, asesinado y sepultado en Colinas por órdenes superiores, nunca se ha sabido si por la secretarí­a de Seguridad Pública o la Fiscalí­a o más arriba.
En los dos años de la yunicidad, el Fiscal fue un Fiscal carnal. Su única tarea era encarcelar al mayor número de duartistas. Más de ochenta, por ejemplo, internados en el penal de Pacho Viejo, entre ellos, 68 policí­as acusados de desaparición forzada.
Por eso, el Fiscal trató con desdén y menosprecio a los Solecitos, el más combativo y aguerrido. Firme, sin recular, ni aceptar el apapacho oficial. Incrédulo. Pesimista.
Ahora, la yunicidad ya se fue y derrotada en las urnas. Y el Fiscal continúa.
Y si en los dí­as de Miguel íngel Yunes Linares, nunca el Fiscal recibió a los Colectivos, soberbio y petulante que era, se ignora si todaví­a lo sea, ahora está viviendo en tiempo huracanado, todo en contra desde el poder gubernamental de la izquierda, y ha de aplicarse.
Incluso, si ganó su batalla en la LXV Legislatura es la hora de volverse humilde.
Muchos, demasiados pendientes hay con las fosas de Colinas de Santa Fe. Más las fosas por explorarse en el Km. 13.5. Más las fosas anunciadas en Veracruz, Boca del Rí­o y Alvarado.
Muchos cuerpos enterraron los malandros en fosas de Veracruz. Decenas, cientos, miles quizá de familiares esperando justicia.
Y la justicia solo alcanzará dimensión estelar cuando el Fiscal aterrice con hechos las acciones oficiales esperadas por los Colectivos.
Y cuando al mismo tiempo, los asesinos fí­sicos que están presos sean sentenciados lo más pronto posible.
Y cuando la Fiscalí­a también vaya por los asesinos intelectuales.
El Fiscal se aplica o ganará el repudio colectivo. Durante los dos años de la yunicidad fue un negligente, uno de los delitos estipulados en la Ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos.


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