contribuyeron a la derrota de su partido.
Pese a las expectativas que despertó la candidatura de Vicente Fox, el cambio radical no llegó a concretarse, pues el nuevo Tlatoani blanquiazul, se dedicó más a disfrutar de los placeres inherentes al cargo, y enamorado como estuvo de su ex vocera de campaña Marta Zahagún, decidió compartir el Gobierno con su nueva cónyuge y se olvidó del combate a la corrupción, que fuero su principal bandera de campaña.
Le siguió Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, quien se autopromovió como el futuro presidente del empleo, y jamás cumplió sus metas, porque su periodo sexenal se perdió en la fallida guerra contra las drogas y con más de cien mil muertos y desaparecidos registrados a su causa, dejó al paí­s con una inestabilidad y descontento social, que abrió de nueva cuenta al PRI las rejas de Los Pinos.
De Peña Nieto se ha escrito tanto, que difí­cilmente podrí­a agregarse algo más, que no fuera sobre su divorcio con la “gaviota” y la demostración de su galanura para nuevas conquistas amorosas. De todas formas su mala actuación presidencial, contribuyó a multiplicar el descontento social, que condujo a los mexicanos a votar por el candidato de MORENA, Andrés Manuel López Obrador, cuyo discurso despertó el interés de los más depauperados electores que le dieron el triunfo.
A casi tres meses del Gobierno de la 4ª Transformación, las batallas libradas por el Presidente y su equipo, pueden concretarse a la cancelación del NAIM; ampliación de los aeropuertos de Santa Lucí­a y Toluca; reducción de salarios de la alta burocracia; aumento a los salarios mí­nimos; el Tren Maya; la guerra y exterminio del huachicol; la subordinación de la SCJN; el control del Congreso de la Unión; y el acaparamiento de las primeras planas y noticias, generadas en las conferencias mañaneras del Presidente en Palacio Nacional.
De la forma y el fondo que en polí­tica se deben respetar, según expresión del último ideólogo de la Revolución Mexicana, don Jesús Reyes Heroles, el nuevo gobierno guarda gran similitud, con los del Gral. Lázaro Cárdenas y el de Adolfo Ruiz Cortines. Para encontrar dichas coincidencias, basta una somera revisión de esos dos sexenios.