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Miércoles 20 febrero, 2019

Historia de un desengaño

•Priista creyó en Cuitláhuac
•Ahora ni el celular le contesta

ESCALERAS: Luego de Fidel Herrera Beltrán (su cerebro será entregado a la Universidad de Harvard para estudio), el polí­tico priista más completo, experimentado, fogueado, conocedor y mesurado de Veracruz es Ranulfo Márquez Hernández.
Beisbolero igual que AMLO, Ranulfo caminó en casi todos los cargos públicos, menos la gubernatura y fue derrotado en el corazón polí­tico y social de Fidel por Javier Duarte, el peor mandatario, no de Veracruz, sino del paí­s, así­ considerado, incluso, por Enrique Peña Nieto, a quien habrí­a, digamos, desencantado y decepcionado.

Luis Velázquez

PASAMANOS: El año anterior, en el camino al Damasco electoral, Ranulfo, anexos, conexos y similares creyeron que el candidato priista, Pepe Yunes Zorrilla, estaba derrotado en las urnas desde antes, con todo y que era el mejor entre los mejores, pero, claro, la marca tricolor era, como la cruz a cuestas, más pesada.
Entonces, Ranulfo sopesó y volvió a sopesar los pros y contra y consideró que el gran reto rojo era derrotar en las urnas, más que a Miguel íngel Yunes Márquez, el candidato del PAN, PRD y MC a la silla embrujada del palacio, a Miguel íngel Yunes Linares.
Así­, Ranulfo operó con capacidad electoral, polí­tica y mañosa en contra de Yunes Márquez, mejor dicho, Yunes Linares, y a favor, claro, del candidato de MORENA y AMLO, Cuitláhuac Garcí­a Jiménez.

CORREDORES: Desde luego, en ningún momento, Ranulfo se fue atrás de Cuitláhuac como “El borras”, quemando, incluso, sus naves en el barco de Yunes Zorrilla, sino tendiendo un puente, un vaso comunicante con la Cuitlamaní­a.
Se ignora, por ahora, el nombre del cabildero entre ambos. Pero Cuitláhuac y los suyos tuvieron conocimiento siempre, siempre, siempre, de que Ranulfo, igual que un montón de priistas, jugaron en la cancha de Cuitláhuac y dejaron solo a Pepe Yunes.

BALCONES: En aquel tiempo, como dice el relato bí­blico, Ranulfo y los suyos, el más cercano, Ricardo Landa, ex presidente del CDE del PRI y ex subsecretario General de Gobierno, acordaban tanto con Cuitláhuac como con Éric Patrocinio Cisneros Burgos, recién desembarcado en la epopeya electoral desde Baja California.
Las partes soñaron con el triunfo de Cuitláhuac, de AMLO y de MORENA tanto para la gubernatura como de la presidencia de la república.
Y cualesquiera el resultado de aquel operativo, el caso es que Cuitláhuac obtuvo en las urnas un millón 665 mil 824 votos, mientras pepe Yunes apenas, apenitas, apenititas, 528 mil 204, y Yunes Márquez quedó con un millón 452 mil 574.
AMLO se disparó en Veracruz a más de dos millones 300 mil sufragios, lejos, demasiado lejos de Cuitláhuac.
Pero el sueño de Ranulfo encumbrando a Cuitláhuac alcanzó su dimensión estelar porque significaba la derrota de los Yunes azules.

PASILLOS: Del primero de julio al primero de diciembre, fecha de la toma de posesión, Ranulfo vivió en la luna, soñando con el sexenio que vendrí­a, las puertas y las ventanas abiertas, digamos, mí­nimo, para una asesorí­a polí­tica, el hombre con más experiencia en todos los órdenes en Veracruz.
Incluso, fogueado en las grandes ligas cuando en la elección presidencial de Carlos Salinas, Salinas encomendó a Patricio Chirinos Calero la representación del PRI en el Instituto Federal Electoral, y cuando Chirinos se la difirió a Fidel Herrera Beltrán y Fidel se la encargó a Ranulfo Márquez, el Joseph Córdoba Montoya de aquella victoria electoral.
Pero luego del primero de diciembre, el mundo se le vino encima. Los sueños se estrellaron en la realidad más adversa de su vida pública.

VENTANAS: Cuitláhuac Garcí­a y Éric Cisneros tomaron posesión y se embarcaron en el viaje sexenal.
Nuevo tiempo polí­tico y social en el paraí­so terrenal que fue Veracruz. Seis largos y extensí­simos años por delante. Un viaje de 72 meses.
Y Ranulfo comenzó a hablar y hablar y hablar y hablar por teléfono a la oficina de uno y otro y a enviar mensajitos y cabilderos y del otro lado solo le llegó el silencio, la indiferencia, el limbo, quizá el desdén.
Don Julio Scherer Garcí­a lo dijo así­ en el libro “Los periodistas” de Vicente Leñero cuando el presidente Luis Echeverrí­a Alvarez lo lanzó del periódico Excélsior:
“Si los teléfonos suenan… señal de que estás vivo.
Si los teléfonos dejan de sonar… señal de que estás muerto”.
Ranulfo estaba muerto para Cuitláhuac y Éric Patrocinio.
Simple y llanamente, igual, igualito que la mayorí­a de todos los polí­ticos lo habí­an utilizado.
Y de mala forma, porque encumbrados le dieron una patada, ingratos, mal agradecidos.

PUERTAS: Fidel Herrera tiene, en contraparte, una gran virtud de la que acaso Ranulfo Márquez adolezca, y/o en todo caso, cometió el graví­simo pecado mortal de creer en Cuitláhuac y Éric Patrocinio.
Fidel, por ejemplo, cumple con la regla y como dicen los doce Césares descritos en sus vidas por Suetonio, y como dice Gregorio Marañón en su libro “Tiberio, historia de un resentimiento”, el polí­tico ha de ser un gran catador de la naturaleza humana.
Y conocer las cualidades de los demás, pero sobre todo, sus debilidades, sus talones de Aquiles.
Medirlos, pues. Calibrarlos. Explorar sus puntos negros, su carga negativa, sus odios y resentimientos, lealtades, gratitudes y afectos.
Ranulfo, igual que tantos otros, dejó a Pepe Yunes, luego de que, incluso, tanto lo cortejara, y se entregó a Cuitláhuac con el único objetivo de descarrilar a Yunes Linares, pero le falló en su cálculo.
El hí­gado le ganó. Sus neuronas quedaron obnubiladas, neutralizadas, bloqueadas.

CERRADURAS: Casi once semanas después, todo indica que Ranulfo ya se convenció de que la Cluitlamaní­a es un compendio de ingratitudes, igual que la mayorí­a de los polí­ticos priistas, panistas, perredistas, incluso, morenistas.
Incluso, y como decí­a Napoleón Bonaparte, la traición es consustancial a la naturaleza humana de un polí­tico.
¡Ay, entonces, de los polí­ticos y los otros actores sociales y económicos, y demás chivas, que confí­en en la Cuitlamaní­a!
Ninguna diferencia entre ellos. Son polí­ticos a quienes la vida enseña a usar a los otros, así­ la república amorosa, la Cartilla Moral de Alfonso Reyes y la Cuarta Transformación se atraviesen.


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