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Historias de desaparecidos
Jueves 24 enero, 2019

Murió esperando a ímbar Nallely

•Yolanda Rivera falleció por problemas del corazón en el puerto de Veracruz; era madre de ímbar Nallely Suárez, desaparecida el 2 de octubre de 2013
•Integrante de Red de Madres, Yolanda buscaba a su hija todos los dí­as, cada respiro y cada pensamiento eran para ella
•La ausencia de su hija la desgastó y dejó afectaciones en el corazón, pero con todo y la salud mermada no se detuvo jamás
•En los colectivos de Veracruz hoy lloran a una madre que se va sin saber la verdad sobre su hija; el gran temor de todas en este doloroso drama

Ignacio Carvajal

  • Ámbar y su madre Yolanda

Yolanda Rivera Treviño (54 años) pasó los últimos cinco años de su vida con un firme propósito: encontrar a su hija desaparecida.
Madre de ímbar Nallely Suárez Rivera, privada de la libertad el dos de octubre del 2013, en la zona conurbada Veracruz-Boca del Rí­o, el corazón de Yolanda Rivera dio su último latido la madrugada del jueves, en una sala de terapia intensiva.
Desde hace algunos dí­as la aquejaba una enfermedad que finalmente la llevó a la muerte y con ello el desconsuelo para su familia y las integrantes de todos los colectivos de madres de desaparecidos en Veracruz, de quienes Yolanda era amiga, consejera, integrante y una gran aliada en la resistencia diaria por encontrar a los tesoros.
Con tres operaciones en el corazón, un marcapasos que la ayudaba a sostenerse con vida, Yolanda Rivera Treviño partió al otro mundo con un gran pendiente: no supo la verdad sobre lo ocurrido con su hija y eso duele y cala en el alma, cuentan sus compañeras de lucha, Aracely Salcedo y Marí­a Lourdes Rosales Calvo.
¿Que puede haber en la vida más cruel y doloroso que la pérdida de un hijo? ¿Qué puede ser más terrible y dañino para el alma que el no saber si comió, si durmió bien, si padece frí­o, si tiene abrigo, si sufre? Las madres de los colectivos definen esa angustia como una gota que constantemente cae sobre una piedra hasta partirla.
Yolanda Rivera Treviño se marchó sin saber la verdad y esa es una de las grandes angustias de todas las mujeres que hoy en Veracruz buscan a un ser amado ausente, y que tienen en las nuevas autoridades encabezadas por Cuitláhuac Garcí­a Jiménez la gran esperanza de saber verdad.
Pero en su andar, Yolanda forjó grandes amistades con las mujeres y hombres que como ella recorren oficinas públicas, que rascan en la tierra y que buscan entre los montes fosas clandestinas para encontrar esos restos humanos que no pueden gritar para ser encontrados. Que necesitan ser buscados.

Las amistades de Yolanda cuentan la historia de una mujer que desde el primer dí­a en que se dieron los hechos, no paró, que se debilitó su cuerpo, pero que su alma se fortaleció en una gran vida espiritual y la firme convicción de encontrar justicia y traer a su hija de vuelta a casa. Como fuera.
Por lo menos dos veces por semana iba a los juzgados para estar al pendiente de los avances en su caso, pues es de los pocos en donde hay un presunto responsable tras las rejas, se trata del doctor Francisco Mendoza Ruiz, ex pareja sentimental de la ausente.
En diversas entrevistas con este medio de comunicación, y el reportero, Yolanda Rivera Treviño dijo que estaba completamente segura de la culpabilidad del médico de profesión.
Sin embargo, pese a que las pruebas lo señalan, el inculpado no ha querido confesar el ilí­cito, menos, decir el sitio en donde estarí­a ímbar Nallely Suárez Rivera.
Y el sistema de justicia actual no ha podido encontrar los medios para lograr que en estos casos, se sepa verdad y justicia.
Con su detención, a mediados del 2016, Yolanda Rivera Treviño no encontró paz, inició otra gran batalla. Tal vez la más importante.
Constantemente -cuentan sus amigas- Yolanda Rivera Treviño se acongojaba y sufrí­a al enterarse que el médico, desde la cárcel, no deja de maniobrar para libras las acusaciones.
Amparos, audiencias, citatorios, denuncias, todo lo que ha podido hacer a su alcance lo ha intentado por todos los medios.
La última, solicitar llevar su proceso en libertad.
Eso tení­a a Yolanda sumamente preocupada, la sola idea de pensar que un juez le diera ese beneficio, la llenaba de coraje y tristeza, pues pensaba que podí­a escaparse.
Por eso marchaba a los juzgados constantemente a enterarse de las promociones en el expediente.
Al menos dos veces estaba ahí­ dando batalla a los encargados del juzgado para estar informada del más mí­nimo detalle en el expediente y así­ defender el caso.
Poco a poco eso cansa, desgasta, consume la vida, los recursos, el tiempo, la tranquilidad y cada espacios de la vida y de la existencia se usa para luchar por encontrar la verdad, cuenta Lourdes Rosales Calvo.
En este caso, la esperanza de la Yolanda se fundamentaba en lograr que el inculpado hablara y confesara qué hizo con su hija.
Las pruebas son contundentes, la última comunicación telefónica en la lí­nea de su hija fue con la expareja.
Todo lo que él habí­a dicho al principio para librar la responsabilidad resultó mentira.
Además, celoso y posesivo, contaba con una motivación para agredir a su hija, pues ésta se habí­a enterado en esos dí­as que él era casado y que iba a ser padre y por eso ella perfilaba romper la relación.
Le dolí­a el comportamiento del inculpado de no decir qué habí­a pasado con la joven, con todo y que la evidencia lo hunde.
Pero más la indignaba la poca capacidad de las autoridades para dar resultados.
Gran parte de las investigaciones, de hecho, se movieron por su iniciativa porque ella le invirtió de sus recursos desde el primer momento pues con la autoridad, siempre estuvo un paso adelante.
Se recuerda su primera aparición en medios de comunicación para denunciar el delito contra su hija, acompañada de su familia, conocidos y compañeros de escuela de la joven que cursaba la carrera de Odontologí­a en la Universidad Veracruzana, armada de pancartas y lonas para denunciar su agravio.
Ella y sus seres queridos tomaron la avenida Juan Pablo II frente a Plaza Mocambo y dieron a conocer lo que estaba pasando en Veracruz en esos dí­as, que jóvenes en edad productiva estaban siendo ví­ctimas de desaparición. En ese entonces la prensa no tení­a ni la mí­nima idea de lo que pasaba. Eran los mejores años de Javier Duarte de Ochoa en el poder y ella recuerda uno de los peores agravios.
Fue de parte de quien en ese entonces era procurador regional en Veracruz puerto, y llevaba las investigaciones de la desaparición, Fernando Maldonado Vázquez, ex diputado del PRI:
"Nos tuvo en silencio los dí­as más importantes para exigir justicia. Le decí­amos de hacer marchas y él nos decí­a que no, nos regañaba, que así­ no iba a poder hacer bien las cosas, pedí­a silencio para agarrar al responsable, ahora me doy cuenta que no, que todo fue así­ para no causar molestias a su jefe, el gobernador Javier Duarte de Ochoa, y seguir diciendo que no pasa nada, eso fue”, dijo alguna vez a este reportero.
Pero que ni crean que vamos a dejar sola a ímbar Nallely, acota Marí­a Lourdes Rosales Calvo: “la vamos a seguir buscando”. La recuerda como una persona callada, humilde, entregada a sus dos hijas y a un nieto que le quedan, y que cuando habí­a conflictos entre los colectivos, ella siempre iba por la voz de no pelear con las demás hermanas de dolor.
Aracely Salcedo dice que tení­a una gran empatí­a con Yolanda Rivera, pues las dos buscaban a sus hijas jóvenes.
La última vez que se vieron planeaban un viaje con otros compañeros de lucha, “querí­amos divertirnos y sonreí­r un poco y saber que a pesar del dolor que tenemos en el corazón también somos capaces de dar mucho amor”.
“Buscábamos en vida, muerte y fosas clandestinas lloramos juntas y de igual manera luchamos por defender a nuestras hijas, eso era algo que igual compartí­amos buscábamos ambas a nuestras hijas ella a ímbar y Yo a Rubí­ eso nos uní­a de alguna manera aún más. Compartimos logros y derrotas, pero siempre ella optimista continuaba adelante, es una gran guerrera, madre, abuela y amiga la vamos a extrañar mucho y deja un vací­o en nuestro corazón”.


4 comentario(s)

Ana López 29 Ene, 2019 - 09:42
DEP dios la tenga en su santa gloria y mantenga acojida en su manto por ese dolor tangrande que su frio esa madre guerrera

Blanca nivia 26 Ene, 2019 - 10:29
Cuanto lamento el deseos de la Sra. Y mas el que partió con tantas dudas, oro porque Dios la acoja y le de la paz que necesita. En nombre de nuestro amadicimo Sr. Jesucristo.

25 Ene, 2019 - 22:54
Muy triste 😞 historia, cuanto dolor 😭 para ella y al final partir sin saber de su amada hija, Dios la reciba en su gloria

Laura Elena Pérez Medellín 25 Ene, 2019 - 09:01
D.E.P. Una madre-guerrera, que deja una luz inextinguible, que iluminará el camino, de sus compañer@s de lucha y dolor.

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