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Viernes 18 enero, 2019

Inseguridad e impunidad

•Cadáveres flotando
•Rí­os, panteón de malandros

ESCALERAS: En el siglo pasado sólo en las pelí­culas de los hermanos Almada, ni siquiera en los filmes del viejo oeste, se miraban cadáveres flotando en los rí­os y lagunas, arrastrados por la corriente.
En unas ocasiones, por ejemplo, en tiempo de lluvias torrenciales, las aguas de los rí­os empujaban cadáveres aguas abajo y unas veces quedaban atrapados en medio de los árboles todaví­a de pie, y/o en todo caso, atrapados en medio de los troncos de los árboles.

Luis Velázquez

Pocas, excepcionales ocasiones, se miraban cadáveres flotando en los mares del paí­s, entre ellos, el Golfo de México.
Hubo un tiempo cuando los pozos artesianos de agua dados de baja eran utilizados como fosas clandestinas privadas de los malandros, entonces, delincuencia común, y ahora, delincuencia organizada.
El caso es que los primeros cadáveres flotando en los rí­os y lagunas de Veracruz empezaron a mirarse en el sexenio de Javier Duarte, tiempo aquel, entre otras cositas bí­blicas, de los llamados "Escuadrones de la muerte" y de las fosas clandestinas, Colinas Santa Fe, la más grande, no de Veracruz, no del paí­s, sino de América Latina, años aquellos cuando Veracruz se convirtió "en el peor rincón del mundo para el gremio reporteril".
Ahora, sin embargo, en el primer sexenio de la izquierda en la tierra jarocha, los cadáveres siguen flotando en los rí­os.
El último, en el rí­o Coatzacoalcos, la mañana del sábado 12 de enero, a la altura de Playa Allende, hallado por unos pescadores, dí­a cuando la Cuitlamaní­a llevaba 176 asesinatos, de los cuales 27 son mujeres, dos infanticidios y 38 secuestros (tarea de la secretarí­a de Seguridad Pública), ninguno, absolutamente ninguno, esclarecido (tarea de la Fiscalí­a).

PASAMANOS: El cuerpo flotando en el rí­o Coatzacoalcos, el infierno donde las llamas de la violencia arden con más intensidad, incendio fuera de control, desbordado, fue localizado, por unos pescadores.
Era un joven. Originario de Nanchital. Se encontraba desaparecido desde un dí­a anterior y el sábado fue encontrado flotando en el rí­o, sus aguas removidas por el Golfo de México, y su cadáver entregado a elementos de la Marina.
Luego, enviado al SEMEFO para ser identificado de forma oficial y ser entregado a sus familiares.
El mar y los rí­os, las lagunas y los pozos artesianos de agua, convertidos en el panteón particular de los malandros.
La vida cotidiana, arrinconada en el peor rincón del infierno, donde, oh paradoja, la secretarí­a de Gobernación ha revelado que Veracruz ocupa el segundo lugar nacional en feminicidios, y en ningún momento por el í­ndice de violencia registrado con Javier Duarte o Miguel íngel Yunes Linares, sino en la Cluitlamaní­a.
Y con 27 feminicidios al momento, los municipios de Coatzacoalcos (Ví­ctor Carranza, MORENA), Veracruz (Fernando Yunes Márquez, PAN), Córdoba (Leticia López Landero, PAN, soldadera de MORENA que se declaró), San Andrés Tuxtla, Xalapa (Hipólito Rodrí­guez, MORENA), Poza Rica (Francisco Javier Velázquez Vallejo, MORENA), Tierra Blanca (Patricio Aguirre Solí­s, PAN-PRD) y Tuxpan (Juan Antonio Aguilar Mancha, PAN) en los primeros lugares.
Por fortuna o ventura, ningún cadáver de mujer ha aparecido flotando en el mar o en algún rí­o.
Por ahora, sólo hombres.

CORREDORES: En el siglo pasado, cuando aún se viví­a en el paraí­so terrenal, los rí­os eran un festí­n para la población.
A, para una excursión familiar y comer a orilla del rí­o.
B, para nadar con los amigos.
C, para jugar competencias de natación y jugar futbol y volibol.
D, para la tertulia nocturna con la pareja.
E, para pescar, aunque fuera charalitos, tan sabrosos cocinados en una fogata armada con piedras a orilla del rí­o.
Entre otras cositas.
Ahora, los rí­os, y por desgracia, se han secado y lo que queda contaminados.
Peor tantito, convertidos en panteones flotantes de los malosos. Ni modo, dice un personaje novelí­stico de Carlos Fuentes Mací­as, "aquí­ nos tocó vivir y qué le vamos a hacer".

BALAUSTRES: Las aguas de los rí­os y del Golfo de México siguen llenándose de sangre. El duartazgo, la yunicidad y la Cuitlamaní­a con un eje central, un vaso comunicante, un puente que los une, como son, entre otras cositas, los cadáveres flotando.
Es muy fácil: los malandros asesinan a las personas y desde el municipio consabido, vecino o conexo, los tiran a los rí­os y el mar y dí­as después, horas quizá, de acuerdo con la fuerza de la corriente, aparecen en otras latitudes geográficas.
Y, por lo regular, desconocidos que sabrá el chamán.
Entonces, cadáver sin identificar, se va al Instituto de Medicina Forense y si los familiares lo andan buscando y hay reporte oficial quizá lo encuentren.
De lo contrario, en el Forense durará unos dí­as y luego, semanas quizá después, a la fosa común.
Y como la muerte sigue teniendo permiso en Veracruz, entonces, a la inseguridad se añade su hermana gemela, la impunidad, de tal forma que un crimen hace olvidar el anterior y el anterior y el anterior y así­ la vida va caminando, sin dejar huella, porque muchos meses y años después, la impunidad cabalga de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
Dí­as sórdidos y siniestros.
Nada más terrible que de pronto, unos pescadores descubran un cadáver flotando en el rí­o, pero más aún, y como ha sucedido, el cadáver sea descubierto por unos niños, digamos, bañándose, jugando quizá, a la orilla de las aguas.
"Ni modo, decí­a Agustí­n Acosta Lagunes (1980/1986, "La Sonora Matancera"), la violencia es inevitable".


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