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Diario de un reportero
Lunes 14 enero, 2019

Desdeña Cuitlamaní­a a izquierda histórica de Veracruz

Antes del triunfo de MORENA, tres candidatos a la gubernatura, Gloria Sánchez, Heberto Castillo e Ignacio Morales Lechuga
•Los mártires de Rí­o Blanco y de la enconada lucha agraria y del movimiento inquilinario de Herón Proal
•La pluralidad polí­tica empujada por el lí­der del PRD, Juan Vergel, y del PAN, Enrique Cambranis, descarrilada por “Los Chuchos” y Javier Duarte


Del primero de julio, 2018, fecha de su victoria en las urnas, a la fecha, transcurridos 40 días en el trono imperial y faraónico, el gobernador ninguna palabra, ningún reconocimiento, ha expresado a la izquierda histórica de Veracruz, y que significan más de cuarenta mil asesinatos en la lucha por los ideales, los principios, los valores y la utopía social.
Para Cuitláhuac García, todo indica, su triunfo se debe única y exclusivamente a Andrés Manuel López Obrador en la boleta electoral, y también, claro, a él, según él mismo lo corrigiera tiempo después, ya encumbrado.
Pero atrás del triunfalismo, una de las peores enfermedades del priismo, la izquierda en la tierra jarocha tiene sus orígenes, incluso, con los mártires de Río Blanco y los nueve asesinados con la orden de “¡Mátalos en caliente” y los campesinos y ejidatarios ejecutados por Manuel Parra, el cacique de Almolonga, y sus sicarios y pistoleros en el tiempo de la enconada lucha agraria.

Luis Velázquez

Peor tantito si se mira la historia, y por ejemplo, los obreros de las fábricas textiles asesinados por el Ejército de Porfirio Dí­az Mori fueron tirados en los vagones del ferrocarril, trasladados al castillo de San Juan de Ulúa, en el puerto de Veracruz, sede de los poderes militares de entonces, y luego arrojados al Golfo de México infectado, entonces, de tiburones.
Todos aquellos trabajadores luchando por los más elementales derechos humanos, uno de los ejes rectores y vasos comunicantes de la izquierda.
Manuel Parra, el amigo de los hermanos Manuel y Maximino ívila Camacho, sumiso ante los gobernadores de la época, al servicio de los hacendados, con sus pistoleros intimidó, azuzó, reprimió y asesinó a cuarenta mil campesinos para apoderarse de sus tierras.
Y nunca fue llevado a un proceso penal.
Incluso, igual que la mayorí­a de los dictadores de América Latina en el siglo pasado, Manuel Parra, conocida su banda como “La mano negra”, murió en su casa, rodeado de los suyos.
Aquella fue la más sórdida y siniestra lucha de la izquierda y el socialismo, a tono, digamos, con la Revolución rusa encabezada por Lenin y León Trosky, y con un bajo y perverso perfil, José Stalin, quien encumbrado en el poder se volviera uno de los polí­ticos más represores de la historia.

TRíO DE POLíTICOS DE IZQUIERDA ANTES QUE CUITLíHUAC

Antes que Cuitláhuac, la izquierda se jugó la gubernatura en Veracruz en tres ocasiones.
1986. La profesora Gloria Sánchez (Xalapa, 1946), lideresa sindical de la Escuela Normal, cuando homologara al personal con los salarios de la Escuela Nacional de Maestros, fue candidata del Partido Mexicano de los Trabajadores, ante el priista Fernando Gutiérrez Barrios.
1992. El ingeniero Heberto Castillo Martí­nez (Ixhuatlán de Madero, 1928) fue candidato del PRD a gobernador ante el priista Patricio Chirinos Calero.
Y sorpresas que la da vida, según Wikipedia, Andrés Manuel López Obrador, su padre nacido en Veracruz, y por tanto, jarocho como “La bamba”, coordinó la campaña electoral de Heberto Castillo, el lí­der inmaculado de la izquierda, perseguido de manera sórdida, siniestra y atroz por Gustavo Dí­az Ordaz en el movimiento estudiantil del 68.
Incluso, luego de su derrota, Heberto Castillo argumentó fraude electoral y organizó una manifestación en Xalapa con unas cinco mil gentes.
AMLO vení­a de ser presidente del PRD en Tabasco.
1998. El notario público, Ignacio Rey Morales Lechuga (Poza rica, 1947) fue candidato del PVEM y del PT, el partido asociado con AMLO, a gobernador frente al priista Miguel Alemán Velasco.
Por eso es que el triunfo de Cuitláhuac Garcí­a en las urnas pasó, claro, “trepado en las valencianas de AMLO”, pero también, el legado histórico de Gloria Sánchez, Heberto Castillo e Ignacio Morales, y quienes jamás han sido reconocidos por la Cuitlamaní­a.

LOS MíRTIRES DE LA IZQUIERDA EN VERACRUZ

Más todaví­a:
La victoria de la izquierda en Veracruz también registró como antecedente la lucha por los derechos humanos, civiles y polí­ticos y sociales en el Porfiriato.
1879. Porfirio Dí­az Mori pretende reelegirse presidente de la república una vez más. Y en Veracruz, nueve ciudadanos originarios de Campeche y de Veracruz se sublevaron. El gobernador Luis Mier y Terán (también habí­a trabajado con Benito Juárez Garcí­a) envió un telegrama al dictador informándole de la rebelión. Y Porfirio Dí­az emitió la famosa orden:
“¡Mátalos en caliente!”.
Y Mier y Terán, amigo entrañable de Porfirio Dí­az, “cumplió la orden al pie de la letra”.
Y el 27 de junio de 1879, a las 5:45 am, fueron asesinados por la espalda “porque pretendí­an huir”, entre otros, Vicente Capmany, Ramón Albert Hernández, Antonio Ituarte, Francisco Cueto, Lorenzo Portilla, Jaime Rodrí­guez y Luis Alva.
1907. Los obreros de Rí­o Blanco se sublevan como militantes de la izquierda que eran en contra de la polí­tica laboral de los empresarios textiles. Porfirio Dí­az enví­a a las tropas federales, Teodoro A. Dehesa Méndez, su cuate, gobernador.
El resultado de la masacre siempre fue ocultado tanto por Dí­az Mori y Dehesa.
Pero los historiadores refieren que 235 obreros y esposas de Rí­o Blanco fueron encarcelados, en tanto el número de asesinatos osciló entre cuatrocientos y ochocientos.
Todos los cadáveres fueron trepados a los vagones del Ferrocarril Mexicano y enviados al Castillo de San Juan de Ulúa, sede militar, para que los soldados rasos los tiraran al Golfo de México y borrar la huella, igual que cuando el general Augusto Pinochet ordenara trepar a los disidentes y amigos de Salvador Allende en Chile a un avión para ser tirados vivos a un mar infectado de tiburones.
Los obreros de Rí­o Blanco, antecedentes de la izquierda en Veracruz.
1922. El movimiento inquilinario de Veracruz. Su lí­der, el ex marino, sastre y periodista (trabajó en los periódicos “La guillotina”, “Frente Único” y “El inquilino”), Herón Proal (Tulancingo, Hidalgo, 1881/1959).
Enfrentó a los casatenientes de Veracruz, dueños de los patios de vecindad y organizó una huelga de pagos de la renta.
Preso polí­tico en varios ocasiones en el viejo penal de Allende.
Entonces, las trabajadoras sexuales que viví­an en los patios de vecindad se unieron a su movimiento y en un dí­a estelar, memorable, imborrable, las cortesanas sacaron los colchones de las camas donde dormí­an y hací­an el sexo a la calle y les prendieron fuego en un acto de protesta y de insurgencia social y popular.
1929. Enconada lucha agraria en Veracruz. La disputa histórica por la tierra. Ejidatarios y campesinos contra latifundistas. Entonces, apareció el cacique Manuel Parra (1882/1943) al frente de un ejército de sicarios conocido como “La mano negra”, operando desde la finca de Almolonga, en la región de Alto Lucero.
Amigo de Maximino ívila Camacho, Manuel Parra asesinó con sus pistoleros a unos cuarenta mil campesinos.
Una vez, unos campesinos lo secuestraron. Y los sicarios lo rescataron. Y en respuesta, Manuel Parra ordenó matar a cuchilladas a todos los rebeldes, en tanto, y para que los demás aprendieran la lección, arrojó vivos a los campesinos a los lagartos.
También asesinó a ciento cincuenta lí­deres agrarios.
Al servicio de los latifundistas operaba en la región de Xalapa y la Cuenca del Papaloapan.
El 25 de junio de 1936, asesinó en el Café Tacuba de la Ciudad de México al gobernador electo de Veracruz, Manlio Fabio Altamirano y fue cuando Miguel Alemán Valdés asumió la silla embrujada del palacio de Xalapa.
Al servicio del gobernador Jorge Cerdán, 1941/1944, organizó un plantón de quince mil hombres a caballo en Xalapa para evitar su destitución.
Los 40 mil ejidatarios y campesinos asesinados por sus huestes también estuvieron del lado de la izquierda defendiendo sus derechos, el derecho a la vida, el derecho a un patrimonio, el derecho de alimentar a sus hijos, el derecho a soñar.

LUCHA POR LA PLURALIDAD POLíTICA

El duartazgo, en su apogeo. Juan Vergel, lí­der estatal del PRD, y Enrique Cambranis, lí­der del PAN.
El par de dirigentes encuentra puntos de coincidencia y se lanzan a la tarea de una alianza electoral para nominar candidatos comunes a las 212 presidencias municipales de Veracruz.
Caminan el territorio local. Cabildean. Tienden puentes y vasos comunicantes. Levantan expectativas. Acuerdan.
Y de pronto, tienen ya 212 candidatos a presidentes municipales para la primera gran alianza polí­tica entre el PRD, partido de izquierda, y el PAN, partido de derecha.
Furioso, iracundo, encolerizado, el gobernador Javier Duarte lanza el más siniestro y sórdido operativo polí­tico en contra de Juan Vergel, “un hueso duro de roer”, pues llega a través del perredista Rogelio Franco Castán y del priista Érick Lagos Hernández a la sede del CEN del PRD, donde “Los chuchos”, Jesús Ortega y Jesús Zambrano, mandan y deciden.
Y Jesús Ortega ordenó por sus pistolas la destitución de Juan Vergel (“Estás afectando mis intereses en Veracruz, le dijo), luego de una feroz persecución polí­tica y mediática de Javier Duarte en su contra, y en donde participara la vocera Marí­a Georgina Domí­nguez Colio, manejando los espacios periodí­sticos tanto informaciones como columnas.
Fue aquella una lucha de la izquierda y la derecha por la pluralidad polí­tica.


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