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Viernes 11 enero, 2019

Lastre polí­tico

Los economistas Alfonso Velásquez Trejo y Carlos Quiroz Sánchez, maestros e investigadores en la Universidad Veracruzana, toda una vida en el aula frente al salón de clases, hacen un balance de la Cuitlamaní­a en los primeros cuarenta dí­as.
1) La deuda pública del gobierno del Estado y de los presidentes municipales y organismos descentralizados llega a unos 70 mil, 80 mil millones de pesos. Y se trata de una ruleta rusa sin precedente.

Luis Velázquez

Y aun cuando nadie tiene la certeza del monto, ha de recordarse que la deuda pública fue un negocio de priistas y panistas con banqueros. Y si estamos el primer sexenio de la izquierda, izquierda delirante, entonces, solo se antepone un viraje de más de 180 grados. Ha de recordarse, sin embargo, que en el duartazgo, un par de alcaldes se negaron a endrogarse más. Ellos fueron Juan Manuel Diez, del PRI, en Orizaba, y Miguel íngel Yunes Márquez, del PAN, en Boca del Rí­o. Dato indicativo: algunos ediles de Veracruz están tocando las puertas en la LXV Legislatura para que les autoricen endrogarse más. Si lo hacen, el descarrilamiento económico, financiero y social será peor. Y si Cuitláhac Garcí­a lo tolera y permite, con todo y autonomí­a del Congreso, mucho peor.

2) Los pasivos del Estado y municipio se acrecientan con los pagos pendientes a proveedores y los laudos laborales. Más que una ruleta rusa, se trata, de un tobogán fuera de control. Al momento, el secretario de Finanzas y Planeación durmiendo “el sueño de los justos”. Ni un pronunciamiento. Ni un plan estratégico conocido ni por conocerse.

3) Lo peor de las deudas es que son deudas a largo plazo y que aun cuando con el tiempo son renegociadas, de cualquier modo significa el atolladero, atrapados y sin salida, para la elite gobernante en turno. Mucho peor cuando se empeñan durante 20 y 30 años las participaciones federales, en un cuento inacabado e inacabable.

4) Cada sexenio y cuatrienio han caí­do en una trampa y un resbalón descomunal, pues con administraciones tan opacas todos llegan a aprender la administración pública y continúa imparable el ritmo de endeudamiento. Por eso, el Estado de Veracruz con sus municipios y ciudades están igual de jodidas en los servicios públicos. El peor atolladero es la seguridad pública y el desempleo.

5) La práctica priista sigue dominando. Por ejemplo, un presidente municipal termina su periodo constitucional y en automático, en la ví­spera, basifica a los amigos como burócratas. Así­, cada vez la mayor parte del presupuesto se va en la burocracia. Es hora, por ejemplo, de que la LXV Legislatura ponga un alto con una iniciativa de ley que lo prohí­ba de manera tajante, categórica, con un manotazo sin contemplaciones. Por el contrario, se ocuparon de levantar firmas de los Cabildos para destituir al Fiscal Jorge Wí­nckler, la obsesiva obsesión de la Cuitlamaní­a.

6) En los meses que van de la LXV Legislatura, ningún cambio institucional, y cambio radical, en la Ley Orgánica de la Administración Pública. Falta rediseñar las instituciones. Seguimos igual. Nada nuevo “bajo el sol”.

7) Igual que en el priismo y el panismo, en la Cuitlamaní­a, el valor máximo en la administración pública es la lealtad, aunque seas un ignorante. Lo peor, festinando el nepotismo, como el caso del presidente de la Mesa Directiva del Congreso, José Manuel Pozos Castro, ex priista, ex panista, ex perredista y ahora de MORENA, con su hijito subsecretario de Finanzas y Planeación. Un viejito de SEFIPLAN, por ejemplo, dijo ex profeso. “Nunca me ha tocado nada. Siempre veo pasar las pelotas”.

8) Por eso, dicen Alfonso Velásquez y Carlos Quiroz, el perfil de la Cuitlamaní­a ha generado un alto costo social.

9) El peor mal de la elite gobernante, como de cualquier ser humano, es la soberbia y la ira. Nadie puede olvidar, por ejemplo, la iracundia de los duartistas, Érick Lagos, Jorge Carvallo, Adolfo Mota, Alberto Silva, Vicente Bení­tez y Juan Manuel del Castillo, entre otros. Ahora, en la Cuitlamaní­a, andan igual.

10) Grave, graví­simo, que el gobernador se refocilara pidiendo tres meses para ajustes en el presupuesto oficial del año que corre. Y es que si una secretarí­a, por ejemplo, programa su plan anual de acción, y de pronto, ¡zas!, le achican el recurso, quedas paralizado. Y más, cuando hablan de 90 dí­as, casi casi la mitad del año. Más que un artí­culo transitorio, son ocurrencias fifí­ y salseras.

11) Hay un desequilibrio manifiesto en la administración pública. Unas dependencias, saturadas, y otras, abandonadas. Unas, rasuradas, y otras, con vientos favorables. Incluso, hasta el OPLE y el Tribunal Estatal de Justicia Administrativa fueron afectadas. Escuelas que tienen todo y otras nada. Incluso, las más bonitas edecanes y modelos en el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, pagadas con cargo al erario. La asignación de recursos dependió del cuatismo. Ni siquiera, vaya, un diagnóstico.

12) Con el inmenso cráter económico y financiero es la hora de adelantar la reforma fiscal. Entre otras cositas, y además, cobrar impuestos a todos los que no pagan.

13) Con todo, la Cuitlamaní­a tiene un activo en Andrés Manuel López Obrador, el tabasqueño con derechos electorales y sociales en Veracruz, hijo de padre nacido en la tierra jarocha. Pero, cuidado, el gobernador aterriza hechos, o de lo contrario, el efecto AMLO se diluirá. Además, el riesgo fatí­dico de la historia de que todos los hombres y mujeres cambian, y cambian para mal, cuando llegan al poder. Lo decí­a Vespasiano, el emperador romano: “Siento que me estoy convirtiendo en un dios”. En dioses se convirtieron la mayorí­a de gobernadores de Veracruz y ni se diga, los presidentes de la república, incluso, hasta los alcaldes y regidores.


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