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Expediente 2024
Sábado 15 diciembre, 2018

Los dueños de Veracruz

Ni la toma de la Fiscalí­a por los Solecitos, anexos, conexos y similares...
Tampoco la renuncia del dirigente cenecista, Juan Carlos Molina Palacios, a la bancada priista en la LXV Legislatura que “por dignidad”, cacareó...
Ni las mentadas de madre del diputado federal, Héctor Yunes Landa, al primo de Javier Duarte, Rafael “El loco” Ochoa...
Ni la denuncia de la secretarí­a de Hacienda contra Karime Mací­as por un fraude de dos millones de pesos

Luis Velázquez

Vaya, ni el descarrilamiento de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto, estremecieron tanto a Veracruz el jueves trece de diciembre como el secuestro de un transportista en Coatzacoalcos.
Fue en un restaurante, donde con su familia habí­a llegado para comer al mediodí­a.
Estacionaron la camioneta enfrente del negocio turí­stico.
De pronto, un trí­o de sicarios entró con las pistolas en la mano, preguntando a gritos la identidad del dueño de la lujosa unidad móvil.
Y como el silencio fue la respuesta entonces, asaltaron a los comensales.
Y luego enseguida uno de los sicarios encañonó a una señora y lanzó su frase apocalí­ptica:
--Aparece el dueño o la mato.
El dueño, el transportista, se puso de pie y dijo:
--Aquí­ están las llaves.
Entonces, el trí­o de sicarios se lo llevó secuestrado.
Es el Veracruz de la era Cuitláhuac Garcí­a y los Morenos.
Lástima que tres dí­as antes, el dí­a diez, el secretario de Seguridad Pública, el regio Hugo Gutiérrez Maldonado, apareciera, por fin, en Coatzacoalcos en un evento público, armado, con la pistola al cincho, que siempre ha usado desde hace 28 años cuando inició en el mundo policiaco, pues de haber coincidido, entonces, “otro gallo cantarí­a” al infierno conocido e identificado como el sur de Veracruz.
Pero, bueno, con todo y su pistola, el titular de la SSP ningún miedo, temor, horror, pavor, alentó entre los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malandros y malosos y delincuencia organizada y común.

CARTELES MUESTRAN EL PUÑO

Los dí­as de Cuitláhuac Garcí­a en el poder sexenal (los primeros dí­as, por lo regular, luna de miel) pronto siguieron como un rí­o de sangre y un valle de la muerte reproduciendo el tiempo de la yunicidad y el duartazgo.
Claro, se entenderí­a que los barones de la droga, anexos, conexos y similares están mostrando el puño y el músculo disputando la jugosa plaza Veracruz, en tanto, digamos, se define la Guardia Nacional, exhibida como la cicuta contra los malandros.
Pero al mismo tiempo, y en tanto en los dí­as y noches transcurridos el número de muertos llega a sesenta, con seis feminicidios, y un menor asesinado (en Amatlán) y un menor herido (migrante de Guatemala en los lí­mites de Isla y Rodrí­guez Clara, y una niña asesinada en Atzacan), resulta indicativo que el mismo manualito del bienio azul y el sexenio priista se reproduzcan “al pie de la letra”.
Es decir, por un lado, el silencio ominoso del secretario de Seguridad Pública atrincherado en su búnker apenas, apenitas conociendo y estudiando el mapa geográfico local… que desconoce.
Y por el otro, con un Fiscal que en vez de favorecer la procuración de justicia vive apersogado con la amenaza de su destitución.
Y mientras, los 8 millones de habitantes de Veracruz con la vida prendida con alfileres, pues nadie puede cantar victoria de que ya la libró, como el caso del transportista de Coatzacoalcos secuestrado cuando fue a comer con su familia en un restaurante.
Además, y de paso, el asalto a los comensales como si Veracruz fuera un pueblo sin ley, el viejo oeste, igual, igualito cuando en la yunicidad asaltaron a los comensales de una taquerí­a en Córdoba y a los feligreses de una iglesia en Córdoba y asesinaron al mediodí­a a un hombre en un balneario de la región de Córdoba y como en el duartazgo cuando secuestraron a un feligrés en una iglesia del puerto jarocho.
Y lo peor, el bienio azul y el sexenio priista terminaron y todos los ilí­citos quedaron en las sombras, sin una lucecita asomando en el largo y extenso túnel de la incertidumbre y la zozobra, igual, igualito que ha pasado en los primeros catorce dí­as de Cuitláhuac Garcí­a.
Y como dijera el secretario General de Gobierno, el ideólogo de MORENA, Éric Patrocinio Cisneros Burgos, un crimen hace olvidar el anterior y el anterior y el anterior y por eso mismo la impunidad florece y de la que, oh paradoja, inculpó al Fiscal Jorge Wí­nckler, sin referir para nada la responsabilidad de secretario de Seguridad Pública, el regio Hugo Gutiérrez Maldonado.

UN GABINETE DE SEGURIDAD EN EL LIMBO

Y más por lo siguiente:
En la teorí­a y la práctica, el secretario de Gobierno ha de tener una mano suave (para la muleta) y una mano dura que aparente ser mano firme para poner orden en la vida pública, pues de acuerdo con la Teorí­a del Derecho es el responsable número uno de la gobernabilidad y de él depende la seguridad pública y la procuración de justicia, los brazos fuertes del Estado.
Pero más aún, su tarea suprema es cuidar la figura del gobernador por todos lados y con todo.
Así­, y por ejemplo, una de sus obligaciones estelares consiste en tomarse un cafecito todos los dí­as con el secretario de Seguridad Pública y el Fiscal para revisar cada dí­a Veracruz en materia de la paz pública.
Y cuando van tantos asesinatos, más feminicidios, más infanticidios, significa que “El dos de palacio” está incumpliendo la tarea, quizá, claro, primero, porque es un ingeniero agrónomo (que ingeniero quí­mico era Gerardo Buganza Salmerón), y segundo, por carecer de un equipo de abogados fregones, con experiencia, conocimiento, dominio y fogueo, para empujar la carreta.
De seguir así­, en el limbo polí­tico y jurí­dico, entonces, más transportistas serán asaltados y secuestrados cuando vayan con su familia a comer en un restaurante.


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