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Martes 18 septiembre, 2018

El asesinato de dos profesoras

Eran profesoras y las mataron. Maestras de educación primaria y fueron asesinadas. Todos los dí­as viajaban de un pueblo a otro para impartir clases a niños indí­genas y ahora forman parte de la estadí­stica de feminicidios en Veracruz.
Fue en la sierra de Huayacocotla, en el norte de la entidad, en lo más recóndito. En Zacualpan. Y su centro de trabajo estaba en Texcatepec.

Luis Velázquez

Ningún daño hací­an a nadie y, sin embargo, les quitaron la vida.
Las ejecutaron con arma de fuego y sin motivo aparente según reza el boletí­n.
Daban clases a niños indí­genas, todos pobres, “pobres entre los pobres”. Ellas, iguales, vidas modestas y sencillas.
Fue en el poblado Mina Vieja, en el municipio de Zacualpan. Y con saña y barbarie.
Las asesinaron y tiraron a un barranco. El mismo estilo de cuando en el bienio azul mataron a una estudiante en Huatusco y arrojaron su cadáver a una barranca. El mismo estilo de cuando en el sexenio anterior tiraban los cadáveres a la barranca “La aurora”, en el municipio de Emiliano Zapata.
Veracruz, manchado y salpicado de sangre de norte a sur y de este a oeste.
Nadie está exento. Nadie puede cantar victoria. Nadie puede creer y sentir que ya la libró.
“La muerte tiene permiso” en Veracruz reza el tí­tulo de la novela de Edmundo Valadés.

EL PUÑO AL GOBERNADOR

Se llamaban Marisol Alonso Bonilla y Leticia Reyes Garcí­a. Viajaban a bordo de un automóvil Nissan Tsuru, con placas del estado de México.
Marisol habí­a quedado de encontrarse con su pareja, Antonio Romero, en un crucero.
Pero al paso de las horas y de seguir esperando, Antonio se alarmó.
Fue al poblado de “El Tomate” y nada.
Siguió para adelante y al llegar al poblado Mina Vieja se topó con el automóvil de Mirasol. Las puertas abiertas. Pero sin rastro de ellas.
Reportó el hecho a la Central Policiaca.
Y luego de la búsqueda, a unos kilómetros hallaron sus cadáveres, en la barranca de la muerte, cuando eran las 21 horas.
Tení­an heridas con armas de fuego. Y en la cabeza.
Marisol tení­a 40 años de edad. Leticia, 34. Ambas, domiciliadas en Huayacocotla, allí­ mismo donde el 7 de diciembre de 1986, siete dí­as apenas Fernando Gutiérrez Barrios como gobernador, el cacique Luis Rivera Mendoza y sus pistoleros emboscaron a una familia y le dieron el tiro de gracia hasta a una niña de dos años en brazos de su madre.
Al dí­a siguiente, Gutiérrez Barrios envió a su más alto equipo de Seguridad Pública a Huayacocotla y hacia la noche ya tení­an detenido al cacique y a sus sicarios y los transportaban al penal de Pacho Viejo.
En los dí­as siguientes hicieron una limpia y detuvieron a los caciques de Chicontepec, los hermanos Roberto y Justo Cabrera, y los internaron en Pacho Viejo.
Y Huayacocotla fue pacificado
Hacia el inicio del gobierno de dos años de Gutiérrez Barrios, los malandros de entonces mostraron el puño y el músculo y terminaron presos.
Hacia el final del bienio de Miguel íngel Yunes Linares, los malandros de Huayacocotla también están exhibiendo el puño al gobernador.

BARBARIE FEMINICIDA

La barbarie feminicida se recrudece por lo siguiente:
A: Un crimen hace olvidar el anterior.
B: El secretario de Seguridad Pública ha sido rebasado y al Fiscal le vale.
C: Nunca la procuración de justicia ha sido la prioridad, sino encarcelar a los polí­ticos duartistas acusados de pillos y ladrones.
D: El sonsonete azul es inculpar de todo lo malo que sigue ocurriendo a Javier Duarte y curarse en salud.
E: En el caso del fiscal, la soberbia y la egolatrí­a son superiores y mil años luz de distancia de los graves pendientes sociales.
F: Un Fiscal que se la pase tomándose selfies expresa el grado de su madurez cí­vica, humana, social y democrática.
G: De algún modo, claro, le sirve así­ al jefe máximo, pues la culpa nunca la ha tenido el indio, “sino que lo hace compadre”.
Por eso, un feminicidio tras otro siguen perfilando a Veracruz en el campeonato nacional según documentara el Sistema Nacional de Seguridad Pública y podrán suceder más crí­menes de mujeres, y la frase duartiana de que “aquí­ no pasa nada” tendrá vigencia universal.
Tan es así­ que luego de varios dí­as de secuestrada una estudiante de la Universidad Cristóbal Colón, del puerto de Veracruz, nada se sabe ni ha trascendido sobre el desenlace.

¡VAYA YUNICIDAD!

Inverosí­mil visualizar el asesinato de las dos profesoras de educación indí­gena en la sierra de Huayacocotla, en los lí­mites de Hidalgo y Puebla.
Nadie podrí­a aventurar que se debe a la violencia intrafamiliar como en otras ocasiones se ha justificado, ajá, el secretario de Seguridad Pública, porque el esposo de Marisol la esperaba.
Terrible serí­a pensar que los carteles y cartelitos ya están actuando en lo más alejado de Veracruz y en lo más recóndito.
Peor serí­a alegar que de por medio está el robo de combustible.
Simple y llanamente, la violencia desbordada, fuera de control, alcanzando los más altos decibeles.
A menos, claro, que desde el boletí­n oficial manejarán que los malosos de los estados vecinos, Hidalgo y Puebla, operan en Veracruz y perturban la seguridad y la paz pública.
En todos los casos, “curándose en salud”.
Lo dijo el secretario de Educación, Enrique Pérez Rodrí­guez:
“No es mi tema. Es tema de la Fiscalí­a!
¡Vaya yunicidad!


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