Hoy ante ustedes hemos venido una gran representación, no por los que estamos aquí­
sino por todos aquellos cientos de miles que hoy no tienen más voz que la nuestra.
El México de los absurdos:
“Cualquier hombre a la vuelta de la esquina puede experimentar la sensación de absurdo,
Porque todo es absurdo” (Albert Camus) En México este absurdo va adjetivado porque es
un absurdo criminal:
Tenemos policí­as que en lugar de preservar, mantener la seguridad, erradicar los delitos
y la violencia se dedican a administrarlos; ministerios públicos, fiscales que encargados de
los casos de desapariciones, homicidios, feminicidios, etc, esconden expedientes, manipulan
la verdad, se niegan a investigar. Jueces que en vez de luchar contra la impunidad (99 % en
cifra oficial) la promueven. Gobernadores que ignoran al pueblo y se coluden con delincuentes.
Secretaria de gobernación que reniegan de su obligación constitucional de garantizar la
seguridad; presidentes que de igual manera incumplen su obligación constitucional de
garantizar la seguridad, de velar por el bienestar y la paz, que han sido mudos espectadores,
cómplices de la tragedia humanitaria más grave que hemos vivido en tiempos modernos:
cómplices de las atrocidades. Autoridades indolentes, indiferentes, esencialmente corruptas
navegando en un mar de negligencia, mentiras y simulación con la idea inmoral y absurda de
que es posible continuar por este derrotero, porque a ellos ni a los suyos les afecta.
Un gobierno enemigo del pueblo.
De todo este remolino de perversiones surgen las desapariciones.
Así­ nos tocó a las ví­ctimas -justo en medio del peor momento de nuestras vidas, cuando
tenemos a un ser querido desaparecido, cuando tenemos mil preguntas sin respuestas, con el
corazón destrozado, el músculo débil -nos tocó luchar. Sacar fuerzas del fondo del alma
inundada en lágrimas, vencer nuestros miedos, desafiar peligros, llevar los vací­os que deja el
estado irresponsable, delincuencial -nos tocó luchar contra todos por encontrar a nuestros
seres amados y lo hemos hecho con valentí­a y arrojo, sin tregua.
Nos dieron la espalda, jamás rindieron cuentas y nos tocará a nosotros hacer que las rindan o
jamás lo harán.
Por eso la necesidad imperiosa de hacer justicia, como un derecho irrenunciable; la necesidad
de saber la verdad -nos hemos convertidos en investigadores, peritos forenses,
administradores pero justicia y verdad no están en nuestras manos administrar.
Hoy se presenta un nuevo horizonte y aquí­ quiero usar una frase muy oportuna de Emily
Dickinson “La confianza en el amanecer modifica la oscuridad”, hoy se presenta un horizonte
que puede traer un cambio, cambiar paradigmas de negligencia, omisiones y desprecio
por trabajo eficaz, incluyente, ético. Que se busquen y se encuentren todos los desaparecidos.
Imponer la narrativa de la paz.
Que dentro de poco comience a descorrerse el telón de la oscuridad, que llegue el amanecer
que anuncia al mundo que en México el sol de la armoní­a ha vuelto a brillar, para usar el lema
del Solecito. Cambiar las derrotas por victorias, construir un estado de derecho, de garantí­as
individuales, regresar a los principios de libertad y de justicia.
Es necesario cambiar los paradigmas de violencia e inseguridad por paz, necesitamos
cambiar estas estructuras inservibles y corruptas, Mexico necesita de nosotros porque
nos están dejando un paí­s en ruinas, y de entre esas ruinas México debe renacer
No podemos renunciar al paí­s que Dios nos dio, México merece ser defendido.
Todos luchando por todos. Todos por los desaparecidos. Todos luchando por
México. ¡Todos!