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Malecón del paseo
Viernes 17 agosto, 2018

Un sexenio para soñar

•Fin al sistema patriarcal
•Niños tomarán decisiones
•AMLO dirá la homilí­a

EMBARCADERO: Los apóstoles de AMLO, el presidente electo, están camino a la divinidad.
En vez de hablar en la cancha polí­tica su discurso se ha vuelto, o es, religioso.
Quizá porque el tabasqueño es cristiano.
Acaso, porque el objetivo superior del próximo sexenio será la búsqueda del paraí­so celestial en la tierra.
“Amor y paz” repite AMLO como los hippies del siglo pasado, sin llegar,

claro, a Charles Manson, aquel de la masacre en Estados Unidos.
La república amorosa, pues.
La nueva (y primera) Constitución Moral.
Por ejemplo:
En Torreón, Coahuila, el futuro secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo habló con los familiares con hijos secuestrados sobre, entre otras cositas, el perdón a los secuestradores y la paz interior de las ví­ctimas para sanar y seguir adelante con sus vidas.
Tal cual, y sin vestirse como sacerdote, obispo o arzobispo, mí­nimo, predicador de la Biblia los sábados, Alfonso Durazo, quien fue secretario particular de Luis Donaldo Colosio, el mártir priista del siglo XX, intentó convencer a los padres de los hijos desaparecidos de que han de otorgar el perdón y el olvido, a tono con el discurso de AMLO.
Caray, pareciera que la elite de MORENA predica en el templo.

ROMPEOLAS: La secretaria de Gobernación de AMLO, exministra (jubilada) de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ex académica (jubilada de la UNAM), Olga Sánchez Cordero, también le ha entrado al púlpito tabasqueño.
Según refiere el politólogo Carlos Ronzón Verónica, Sánchez Cordero, de 72 años de edad, tomó el micrófono de la iglesia y ahora predica que en el próximo sexenio acabará con “el sistema patriarcal” de México para crear y crear un “un sistema democrático familiar”.
En el paí­s que la exministra sueña incluye, entre otras cositas, lo siguiente:
A: Un paí­s donde las madres de familia dejen de cumplir de tres a cuatro jornadas laborales en sus casas, y lo peor, extenuantes, y más peor, sin un sueldo, pues ellas trabajan como madres, esposas y trabajadoras domésticas y en muchos casos, son madres y padres.
B: Un paí­s donde los niños sean escuchados y ejerzan el legí­timo derecho a opinar en la toma de decisiones.

ASTILLEROS: Ha, entonces, de recordarse, por ejemplo, que desde hace 500 años, el sifilí­tico Hernán Cortés (era muy bueno para la enagua) se topó con un México donde desde entonces, las madres cumplí­an “al pie de la letra” con las 3 y 4 jornadas laborales de que habla la futura titular de la SEGOB.
Y desde luego, tal sistema patriarcal existí­a desde la fundación de la gran Tecnochitlán. Incluso, en el paraí­so celestial de Adán y Eva ya predominaba, con tanta dimensión estelar, que los hijos de Eva y Adán, Caí­n y Abel, terminaron en una feroz y legendaria pelea donde uno mató al otro.
Más todaví­a: en 1948, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, publicó la declaración universal de los derechos humanos, incluyendo un apartado sobre los derechos de los niños, los mismitos que ahora Olga Sánchez Cordero proclama para su observancia en las 32 entidades federativas del paí­s.
Y en 1959, la ONU ratificó los derechos de los niños.
Y en 1989, efectuó la Convención Internacional de los Derechos de los Niños.
Y, no obstante, ni en México ni en América Latina, se ignora (y mucho se duda) en el resto del mundo, los niños ejercen a plenitud sus derechos que ahora con AMLO constituye, digamos, el sueño utópico, idealista, mesiánico, fantasioso y demagógico… para lograr en un sexenio.

ARRECIFES: “Ese es mi proyecto” declaró la semana anterior la ex ministra de la Suprema Corte, futura secretaria de Gobernación, insistiendo en el fin, por decreto ni más ni menos, del sistema patriarcal, y el advenimiento de un bello dí­a donde las madres tengan igualdad de derechos (y obligaciones, claro) ante sus parejas y en donde los niños sean escuchados y atendidos.
De entrada, una utopí­a, digamos, utópica, casi casi como el sueño de Carlos Marx y Federico Engels con la dictadura del proletariado.
Y el sueño de Tomás Moro con la comuna.
Y el sueño de José Vasconcelos con la raza cósmica (otra cosita es la locura de Adolf Hitler con la raza pura).
Y el sueño de Francisco Ignacio Madero con el México democrático (otra cosita son los médiums y los espí­ritus).
Y el sueño de Benito Juárez con la separación del Estado y la Iglesia (que otra cosita es que las élites eclesiásticas tengan arrodillados a diecisiete gobernadores con la penalización del aborto.
En fin, que Calderón de la Barca fue contundente: “Soñar no cuesta nada”, en tanto el maestro y poeta jarocho, Diódoro Cobo Peña, decí­a que “soñar es don de estirpe”.

PLAZOLETA: Soñemos, pues.
Soñemos, por ejemplo, con la república amorosa.
Y “el perdón y el olvido”, aun cuando y como dijeron las madres de los desaparecidos a AMLO en Ciudad Juárez, el perdón pasa por la justicia, la justicia a secas, la justicia para los secuestradores y asesinos de sus hijos, recluidos, muchos de ellos, en los carteles y cartelitos.
Soñemos con la liberación de la mujer y que nunca se ha logrado en 500 años de la conquista.
Y soñemos con la liberación de los hijos ante sus padres para que tomen decisiones en la familia.
Soñemos, soñemos, soñemos, con todo y que al ratito los polí­ticos de MORENA pronunciarán la homilí­a en las iglesias y los ministros de Dios dirán los discursos desde Palacio Nacional.
Simple cambalache, con todo y que en Torreón, Coahuila, la profesora Silvia Ortiz Solí­s, madre de Fanny Sánchez, desaparecida el 5 de noviembre de 2004 cuando tení­a 16 años, dijera a Alfonso Durazo la siguiente frase bí­blica:
“Ya basta de atole con el dedo”.


1 comentario(s)

Tina 19 Ago, 2018 - 14:15
Con esos Animos que usted tiene, pues no se puede cambiar nada. El presidente necesita de la ayuda de todos los Ciudadanos Mexicanos. Es hora de trabajar y contribuir con nuestro granito de arena. Con respeto.

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