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Miércoles 08 agosto, 2018

Otra mujer asesinada

•Tsunami feminicista
•Crí­menes impunes

UNO. Tsunami feminicista

El tsunami feminicida en Veracruz está fuera de control. La secretarí­a de Seguridad Pública no puede. Tampoco en la Fiscalí­a hay, parece existir, voluntad polí­tica, sin pensar, digamos, en el principio de Peter.

Luis Velázquez

Alguna vez el secretario Jaime Téllez Marié “se lavó las manos” diciendo que tantos asesinados de mujeres se deben a la violencia intrafamiliar.
Se pasó de tueste y pretendió taparse de un torrencial con un paraguas como dicen en Uruguay, y/o en todo caso, “tapar el sol con un dedo”.
Por ejemplo, el penúltimo feminicidio fue en Gutiérrez Zamora, en el camino que lleva al poblado de Los Mangos.
Una mujer, empleada en un puesto de ropa, modesto puesto de ropa, fue desaparecida.
Y el miércoles primero de agosto su cadáver fue hallado en un paraje cercano a un canal de aguas negras, a unos metros del camino que comunica a Los Mangos.
Su cadáver, envuelto con sábanas, cubierto con un edredón, sujeto con una cuerda de plástico.
El cuerpo tení­a una herida de arma de fuego en el lado derecho del rostro.
Mujer joven. Se llamaba Citlalli Mercado Zaleta, nombre bonito para asesinato tan feo. Viví­a en la colonia Rafael Hernández Ochoa.

DOS. Crí­menes impunes

Su crimen ha engrosado el número de feminicidios en un Veracruz que en dos meses consecutivos ha ocupado el primer lugar nacional en asesinatos de mujeres, y lo peor, todos impunes, pues una cosita es la incertidumbre y la zozobra en el diario vivir (responsabilidad de la secretarí­a de Seguridad Pública) y otra, mil años luz de distancia, la impunidad (tarea de la Fiscalí­a).
Lo peor es que en Veracruz, un feminicidio encubre, digamos, el anterior, y el nuevo hace olvidar, archiva, engaveta, el expediente de otros más.
Y de pronto, la impunidad se ha multiplicado, porque la leyenda urbana deja claro que si hay un asesinato de una mujer y otro y otro y otro y nada pasa y ningún homicida es detenido, ni menos, mucho menos, sentenciado a cadena perpetua, entonces, los feminicidas “crecen al castigo”.
La fórmula matemática es sencilla:
A mayor inseguridad y a mayor impunidad, más crí­menes.
Y un homicidio oculta el anterior y la cadenita se multiplica, imparable, fuera de control.

TRES. Panteones llenos de mujeres

Los panteones de Veracruz (y fosas clandestinas también) se están llenando de cadáveres de mujeres.
Antes, mucho antes, eran cadáveres de hombres. Ahora, las ví­ctimas son mujeres y en algunas ocasiones, hasta decapitadas, es decir, con la saña más sórdida y siniestra del mundo, propia de las dictaduras militares y que recuerdan a José Stalin en Rusia, Adolf Hitler en Alemania, Benito Mussolini en Italia y Francisco Franco (el de la voz de flauta parecida a la de Javier Duarte) en España.
Lo insólito: el secuestro, desaparición, asesinato y el cadáver tirado a un costado del camino a Los Mangos, en Gutiérrez Zamora, fue de una sencilla y modesta empleada de un puestecito de ropa.
Y sin caer en la especulación, caray, demasiada saña en el crimen.
Sólo falta que como sucedió con las dos chicas muertas en un rafagueo entre malandros y policí­as en Rí­o Blanco…, la secretarí­a de Seguridad Pública, SSP, filtre que porque pertenecí­a a la banda de facinerosos.
Y/o como aconteciera con la niña muerta en un tiroteo en la plaza comercial de Córdoba que se debió a un ajuste de cuentas porque el padre era malandro.
Y/o como pasara con los 4 niños asesinados en una colonia popular de Coatzacoalcos… que porque el padre era maloso.

CUATRO. Fracaso azul

El bienio azul ha fracasado en su obligación de garantizar la seguridad en la vida según apostolado del Estado de Derecho.
Veinte meses y una semana después, simple y llanamente, los homicidios lo descarrilaron por completo.
En la lista negra de la muerte hay mujeres, niños, ancianos, jóvenes y adultos.
Y nadie está seguro. Nadie puede cantar victoria de que ya libró la violencia.
“Vivimos con miedo” han dicho los empresarios de Coatzacoalcos.
“Todos los dí­as hay ejecuciones” dijeron en su momento el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, y el obispo de Córdoba, Eduardo Patiño Leal, la cabecera municipal donde, incluso, los feligreses han sido asaltados en el interior de una iglesia y en donde los comensales de una taquerí­a fueron atracados.
Nunca antes, ni en el peor momento de Javier Duarte, el feminicidio en Veracruz figuró en el ranking nacional de la muerte como ahora.
La peor página social en la historia negra de un gobernador.


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