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Historias de desaparecidos
Sábado 14 julio, 2018

Arturo sabí­a que lo iban a ejecutar

•Un taxista de Acayucan, padre de dos hijos que fueron asesinados por los malos, reclamó la inseguridad
•Y a él le dispararon y murió en un hospital
•Exalcalde de Acayucan le dio mil 800 pesos para el entierro de su hijo y le hizo prometer que no se manifestarí­a contra el gobernador

Ignacio Carvajal

  • Yambo pidiendo ayuda/Fotos: Fabián Santiago

  • Arturo Pérez Martínez, El Yambo. Dos hijos asesinados/Fotos: Fabián Santiago

  • Matan a segundo hijo de Yambo/Fotos: Fabián Santiago

Arturo Pérez Martí­nez (58 años) sabí­a que lo iban a matar.
En noviembre del 2017 asesinaron a su primer hijo, Gerardo Pérez Sánchez, quien dejó tres huérfanos.
Y en junio pasado le ultimaron a otro hijo, Edgar Michael Pérez Sánchez, quien dejó otros cuatro huérfanos.
En cada una de las muertes, Arturo Pérez Martí­nez, alias Yambo, apareció en medios de comunicación y recriminó a las autoridades por la inseguridad.
Al funeral de su primer hijo, llegó el alcalde en ese entonces, Marcos Martí­nez Amador.
Con el cadáver de su hijo Gerardo dentro del ataúd, el edil tomó mil 800 pesos y se los dio.
"Tú no harás eso, para eso estoy yo aquí­, atendiéndote", le espetó el edil cuando Arturo le adelantó que protestarí­a con una pancarta al Gobernador Miguel íngel Yunes Linares cuando lo viera (Fabián Santiago, diario de Acayucan).
El Yambo relató al periodista Fabián Santiago que pensaba expresarle al gobernador las fallas en la seguridad en Acayucan, y lo harí­a en público, pues ya le habí­an matado a un hijo, y ahora le tocaba a él como abuelo hacerse cargo de tres huérfanos.
Pero el edil se le atravesó, y con unos cuantos pesos para el funeral, le pidió prudencia para no quedar en mal ante el Ejecutivo.
Incluso el Presidente le dejó número de celular, "márcame cuando necesites algo, te apoyo", le prometió.
El dí­a de la entrevista con el reportero del diario de Acayucan, El Yambo confirmó que Marcos Martí­nez lo abandonó.
"Oiga mi presi, mandeme una patruya por el mortorio ya que estamos siendo amenazados. atte Arturo Pérez (SIC)" se lee en una foto al celular de Arturo Pérez enviando petición de auxilio al alcalde, quien lo ignoró.
En la misma entrevista, publicada el 16 de noviembre en diario de Acayucan, Yambo reconoce la proximidad de la muerte:
"Lo que quiero decir es que tenemos demasiada inseguridad, las autoridades no están haciendo su papel, quizá en esta declaración mi vida esté de por medio, porque ahorita el que habla lo callan a balazos, pero si declaro que hay inseguridad porque las autoridades no están actuando como debe ser".
Y sí­, los malosos no dejaron que Arturo Pérez llegada al cabo de año del homicidio de su primer hijo, cuando le arrancan al segundo, a Michel, taxista.
El ruletero resultó asesinado en la zona centro de Acayucan, Yambo recibió el aviso y se presentó a identificar el cadáver.
Vio a la prensa, y soltó otra frase que salió publicada en la mayorí­a de medios de comunicación y redes sociales:
"Desde este momento le digo al señor gobernador que se ponga las pilas, porque siempre he dicho que cuando la perra es brava hasta a los de la casa muerde y también a ellos se los va a llevar en cualquier rato, porqué, porqué no hay vigilancia” (Alex Ceja, Imagen del Golfo).
Y antes de marcharse a llorar a su segundo hijo, volvió a abandonarse al destino:
"Es el segundo hijo que me matan; ya basta, quizá con esta declaración estén escuchando los asesinos, quizá me maten más adelante, no importa".
Lo pistoleros dejaron correr un mes del atentado al segundo hijo, y el 11 de julio pasado, acribillaron a Yambo cuando se encontraba desprevenido.
Con dos impactos en el tórax, terminó en el quirófano, donde los médicos lucharon por salvarle la vida pero los asesinos emplearon balas 9 milí­metros, de las que se expanden al tocar el cuerpo y se fracturan en esquirlas que se refugian en los órganos, causando el colapso y la muerte.
Durante varias horas el Yambo luchó por su vida, y los médicos hicieron todo a su alcance, pero ya para el viernes, no llegó al amanecer.
Antes de que comenzaran los atentados contra sus hijos, su nombre habí­a aparecido en una narcomanta donde se acusaba a varias personas del pueblo de Dehesa de formar parte de una banda de ladrones de carreteras.
"Es pura envidia, la gente que le quiere hacer el mal a uno, así­ actúa, es el diablo", respondí­a, pues además, se dedicaba al estudio de la Biblia.
Tení­a motivos para vivir, siete nietos huérfanos a quienes mantener, que ahora se quedan al cuidado de tres viudas.


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