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A Mil por Hora
Martes 10 julio, 2018

Alejandro Almazán: el cronista que tropieza “por accidente” con sus historias

En los Juegos Olí­mpicos de Sidney se sentó junto a la hermana gemela de Soraya Jiménez y ahí­ nació su gran historia
•En un restaurante del norte del paí­s, su mesero era el novio de una sicaria en prisión
•Recomienda leer a escritores como Fernanda Melchor, Juan Villoro y Yuri Herrera, entre otros
•Le gustan las historias bizarras y considera que se “aburrirí­a” y “contarí­a historias cuadradas” si narrara la vida de los ricos y famosos


Por NOÉ ZAVALETA/Exclusiva

Alejandro Almazán, periodista chilango, ganador del premio FNPI y multiganador del Premio Nacional de Periodismo en la categorí­a “Crónica” asegura que la mayorí­a de sus historias que le han valido premios o reconocimientos le han caí­do por “accidente”.

  • Cronista Alejandro Almazán

Recuerda que en los Juegos Olí­mpicos de Sidney, Australia, en el metro, al otro lado del mundo se encontró a un colega mexicano que lo incitó a irse a ver a la atleta mexicana, Soraya Jiménez ”“ya fallecida- que ha sido la única en ganar el oro “levantando pesas”.
Almazán pretendí­a irse a ver al “Dream Team”, la mejor quinteta de baloncesto norteamericano que tení­a cautivado al planeta. Sin embargo, el reportero de deportes le insistió: “Seguro que Soraya, la mexicana se lleva el oro”.
El cronista hizo caso a su amigo y a “su instinto”, desdeño no sentarse en el palco de la prensa y prefirió perderse entre el público. “Junto a unos mexicanos, para mí­nimo unirme al cotorreo”, dice. Ocupó el lugar frente a dos señoras, una de ellas con parecido a Soraya Jiménez, resultó ser la hermana gemela de la atleta de halterofilia, quien por la genética de los gemelos, también resentí­a los “dolores en las rodillas”, los cuales eran con mayor intensidad en la propia Soraya: “Aquí­ está mi historia”, pensó Almazán.
Ya en plena plática con la familia de la atleta que se llevarí­a el oro, ante la euforia de los mexicanos que la vieron levantar más de 225 kilos, Almazán seguirí­a rastreando hilos para su historia. Pese a la victoria, notaba cierta nostalgia, hasta tristeza y reflexión en la familia de Soraya, y es que después de la entrega de la medalla de oro y de escuchar el himno nacional en todo lo alto, la familia de la atleta, le tendrí­a que dar una fatal noticia: El fallecimiento de su abuelito, el patriarca de la familia. Noticia que se la habí­an guardado por más de un dí­a, para evitar sacar de concentración a Soraya. Así­ empezó a surgir una de las grandes crónicas de Almazán.
Autor del libro: Entre Perros, El Más Buscado, Chicas Kalazh-Nikov, Gumaro de Dios y el Caní­bal, entre otros, Almazán sostiene dos teorí­as, que sus historias le llegaron por “accidente” o él mismo “provocó” que llegaran a él por “imantación”. Ataja también, que el reportero de la nueva generación, con tecnologí­as avanzadas, ha ido perdiendo ese olfato de buscar historias.
“Es un problema en general de los humanos, no sabemos olfatear, no vemos, no miramos, a veces dejamos perder cosas, yo mismo me incluyo. Como decí­a el (Ryszard) KapuÅ›ciÅ„ski siempre hay que tener los cinco (sentidos) bien abiertos, y así­ surgen las grandes historias. A veces las grandes historias están perdidas en un pedacito de un periódico nacional. Extraviadas en tres párrafos que nadie pelo”.
Recuerda que en su libro “Gumaro de Dios, el Caní­bal” surgió cuando en una nota de tres párrafos de un periódico fechado en diciembre del 2004 leyó que un sujeto, Gumaro, gay, habí­a sido detenido por haber asesinado a su pareja y después comérselo en la Riviera Maya.
“Aquí­ vi una gran historia. Que incluso después el canal 22, me pidió desarrollarla para la televisión, incluso si buscas en Google, aparecen decenas de cosas sobre Gumaro de Dios”.
En otras ocasiones, Alejandro Almazán estaba en el norte del paí­s -en Chihuahua-, conviviendo con un colega, afinando una historia, harto de entrevistar peones del narcotráfico, desdeño de inicio a un mesero, que se le acerco diciéndole que habí­a trabajado para el narco, pero ya estaba fuera del negocio. El periodista anotó de mala gana su número celular, sin embargo, sus ojos volvieron a reabrirse cuando el mesero le señaló que su exmujer estaba en la cárcel acusada de participar como sicaria.
“Saqué un libro de mi mochila (Entre Perros), le escribí­ mis datos, le di mi teléfono, y le dije al mesero: dile a tu exmujer que sí­ quiere hablar conmigo, que chingón. Una semana después, el mesero, exsicario me dijo que su mujer estaba dispuesto a hablar conmigo”.
Sin proponérselo, Almazán critica que en Televisa, Carlos Loret de Mola acude a hacer un reportaje con una tanqueta militar o naval, con escoltas y con una cámara y así­ con micrófono en mano busca sus entrevistas.
“Loret andaba con tres tanquetas del ejército y militares, así­ entrevistando, y así­ ya transgredes la realidad. Asustas a la gente o la vas a poner influenciada con lo que te va a contar. Sí­ yo voy a un pueblo nadie me conoce. Fui a la Laguna (Coahuila) con un guí­a, entrevisté a un dealer (vendedor de drogas), pero en bajo perfil me reuní­ con policí­as y militares… creo que utilizar a militares para tu trabajo no está chido”.
En ese contexto, Alejandro Almazán reflexiona que en México periodistas como Loret, como Joaquí­n López-Dóriga, como Fidel Samaniego tienen escoltas, porque corren un riesgo, pero un riesgo de “robo”, robo por “la plata” y ostentación con la que se conducen, pero no por su trabajo.
El periodista mexicano que recién ganó el premio FNPI “Gabriel Garcí­a Márquez” por una crónica del narcotráfico en la región de La Laguna, asegura que no podrí­a cronicar nunca sobre la vida de ricos, empresarios y pudientes.
“Harí­a historia muy insí­pidas, muy cuadradas, me irí­a por lo fácil, sí­ los lujos, los excesos, alguna excentricidad, pero historias aburridas”.
Leer escritores mexicanos
Almazán se declara “fan” de los escritores mexicanos y latinos, se dice lector del escritor argentino, Alejandro Piglia y Martí­n Caparrós. Recientemente leyó “Temporada de Huracanes” de la veracruzana, Fernanda Melchor, y a los mexicanos, Yuri Herrera, Julián Herbet, Emiliano Monge, Julián Hebert, Brenda Lozano.
En sus lecturas latinas, Almazán hace una pausa para referirse al brasileño, Paulo Lins autor de “Ciudad de Dios”.
“Sí­ la pelí­cula (ganadora del Oscar a mejor pelí­cula extranjera), te parece bellí­sima, la novela lo es más, créeme”.
Soslaya, que en cuanto a periodismo siempre busca lo que estén haciendo el mexicano, Juan Villoro y Martí­n Caparrós, “dos grandes cronistas”, pero también lee “a sus amigos”, Diego Osorno, Emiliano Ruiz Parra, Marcela Turati, Óscar Martí­nez.
“Eso sí­, me aburren los columnistas, la neta, escriben horrible. No tienen idea del verbo, sujeto, predicado”.


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