en proveedores del gobierno del estado y una irritación muy fuerte en conductores de taxis, camiones, combis y en pensionados de Veracruz.

“Pues yo por dignidad no votaré por ese señor”, (refiriéndose al hijo del gobernador) su gente nos trató muy mal a todos cuando llegó” fue el reclamo generalizado de empleados del DIF estatal, cuyos sobrevivientes a la “tijera yunista” recuerdan que los funcionarios importados de Puebla llegaron a cambiar chapas, cerraduras y que los concentraron un mes sin hacer nada y crear la percepción de que eran “empleados apestados del duartismo”.

En Secretaria de Salud y Contralorí­a General del Estado se crearon grupos de Whatsapp, entre empleados despedidos y los que lograron quedarse donde se informaban, se saludaban y hasta se poní­an al dí­a en la vida de cada integrante.

En algunas dependencias recurrieron al brazo protector de los sindicatos, mismos que dieron una “fuerte esperanza” de afiliarlos a su gremio y con el paso de los dí­as y los meses de lo que era el nuevo bienio, aunque aún no aterrizaban las plazas ya tení­an que hacer “pequeñas aportaciones económicas”, aún sin estar oficialmente dados de alta ante SEFIPLAN.

Mientras los lí­deres sindicales buscaban la simpatí­a del Gobernador Azul, Miguel íngel Yunes Linares, quién también le daba falsas esperanzas, los lí­deres sindicales prometieron “un lugar fijo en sus trabajos” a los empleados que estaban en la incertidumbre, siempre y cuando apoyaran ahora “al hijo del Gobernador”.

“Tenemos que apoyar al cachorro”, “échennos la mano con el chiquiyunes”, “ahora sí­ antes de diciembre salen las plazas”, fueron las promesas a los burócratas sobajados por el yunismo, los empleados ya no se la creyeron.

Afuera de sus lugares de trabajos se reuní­an unos que otros, muchos para lamentarse que todaví­a no habí­an encontrado trabajo, otros para desahogarse de la pésima jornada laboral y del mal trato que reciben de sus jefes actuales. ”“ Sólo los aguantamos porque no podemos darnos el lujo de quedar sin trabajo-.

En SEFIPLAN, DIF Estatal, Salud, SEV, SIOP y el mismo Palacio de Gobierno muchos que llegaban a trabajar se encontraron con que sus espacios estaban cerrados o simplemente ya estaba un poblano, un chilango o un boqueño; otros en sus siguientes quincenas se dieron cuenta que sus salario habí­a disminuido, a muchos les avisaron y otros tantos los tomaron de sorpresa.

Las quejas vení­an del área de giras, mantenimiento, Acción Social, íreas Administrativas, limpieza y operativos, todo el potencial el humano de la burocracia, vejado, humillado y rogando no ser corrido si un dí­a, la jefa o jefe llegara de malas y decidiera correrlos.

Tres y cinco dí­as antes de las elecciones empezaron a llegar un centenar de playeras blancas a las diversas dependencias con una leyenda roja por demás elocuente: “Estamos ante la gran oportunidad de darle una lección inolvidable a Yunes Linares, #voto de castigo, atentamente trabajadores del gobierno del Estado”.

El lunes dos y martes tres de julio, al dí­a siguiente de consumada la derrota del partido oficial en las elecciones, la cara de la burocracia era de felicidad disimulada, vieron llegar a sus jefes con las caras largas, ojos rojos, agarrándose los cabellos, casi como el personaje de la Serie de Luis Miguel; muchas pláticas de zozobra, -¿Ahora qué iba ser de ellos?- muchos diciendo que regresarí­an a sus hogares, algunos al puerto jarocho, otros a Puebla y otros unos kilómetros más lejos, a la que volvió a ser “La Ciudad de la Esperanza”, la CDMX.

Aquellos que fueron burócratas hasta ese 2016, cuando el panista cumplí­a el sueño de ser Gobernador, de pisar el Palacio de Gobierno, ahora como el número 1, como el priista más panista de todos los tiempos, celebraban “Sí­ en su tiempo se castigó al PRI ahora también castigamos al PAN, creí­mos en su cambio, y ahora recibieron el cambio de nosotros”, “perdió el que querí­a, aunque ganó el que no querí­a”, “pensó el gobernador que ya se nos habí­a olvidado lo que nos hizo cuando llegó”; “nuestro voto fue en venganza, no í­bamos a permitir que el hijo también nos viniera a humillar”.

La derrota de la coalición “Por Veracruz al Frente” también encontró un severo respaldo en el magro trabajo de los dos partidos satélites, el PRD apenas metió a la coalición 138 mil votos, en contraste con la elección del 2016 que metió 230 mil, el Movimiento Ciudadano de Dante Delgado apenas aportó 58 mil votos en los 212 municipios de Veracruz, una cantidad muy pobre en comparación con las 12 candidaturas otorgadas por el frente (siete candidaturas locales y cinco federales).