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Sábado 23 junio, 2018

Nepotismo de Juárez

•Nepotismo de Porfirio Dí­az
•Nepotismo en Veracruz


UNO. AMLO contra el nepotismo

AMLO ha tronado en contra del nepotismo. Se ha lanzado en contra de un trí­o de gobernadores por imponer a esposa e hijos como candidatos a la silla embrujada de palacio.
Rafael Moreno Valle, ex de Puebla, a su esposita.

Luis Velázquez

Graco Ramí­rez, mandatario en Morelos, a su hijastro.
Y Miguel íngel Yunes Linares, a su primogénito en Veracruz.
Nunca, claro, ha aceptado que sus tres hijos mayores son mandamases en MORENA. Y hasta andan raspados con parte de las elites polí­ticas de la izquierda.
El tabasqueño repite como padrenuestro que sólo desea ser igual como presidente de la república a Lázaro Cárdenas, Francisco Ignacio Madero y Benito Juárez.
Su mayor referencia está en Juárez. Su único pecado ha dicho fue reelegirse durante catorce años y que provocara la ruptura con la mayor parte de los hombres de la Reforma (Ignacio Ramí­rez, Ignacio Manuel Altamirano, Francisco Zarco, Guillermo Prieto, etcétera), “aquellos hombres que parecí­an gigantes.
Pero Juárez también resbaló en el nepotismo, la tentación imperial y faraónico que significa heredar el poder a los familiares, desde la esposa hasta los hijos, hermanos, parientes, compadres y barbies, todos ellos, “parientes sospechosos de ambición” desmedida.
El historiador y polí­tico, Francisco Bulnes lo cuenta en su libro “El verdadero Dí­az y la revolución”.

DOS. “Yo con todos y todos conmigo”

Otro de los axiomas de Juárez, además, claro, de que “el respeto al derecho ajeno es la paz”, era el siguiente:
“Yo con todos y todos conmigo”.
Digamos, las puertas abiertas de MORENA “a tirios y troyanos”. Torre de Babel le llama el politólogo Carlos Ronzón Verónica.
Juárez, claro, “no temí­a a los hombres de talento” dice Bulnes, pero “los halagaba” sin cesar, y, bueno, si en la vida privada pocos, excepcionales resisten un halago, más, mucho más en la vida pública. La vanidad y la egolatrí­a forman parte de la naturaleza polí­tica.
Benito Juárez, por ejemplo, incurrió en los siguientes actos de nepotismo.
Su primer yerno, el cubano Pedro Santacilia, fue nombrado su secretario particular con altí­simo sueldo.
A su segundo yerno, Pedro Contreras Elizalde, lo encumbró como diputado federal.
Su tercer yerno, Delfí­n Sánchez Ramos, de origen español, gozó de contratos privilegiados en la compra de armas a la secretarí­a de Guerra.
El hermano de su tercer yerno, José Sánchez Ramos, también traficó influencias y entró en el conflicto de intereses, pues vendí­a los fusiles Remington, de la afamada casa norteamericana, al gobierno juarista.
Su concuño, José Maza, fue designado jefe máximo en la administración pública.
Apenas Manuel Saavedra se puso de novio con una de sus hijas lo nombró Ministro de Gobernación.
Lo peor de Juárez fue que en aquel tiempo, dice Bulnes, “apenas si alcanzaban las rentas para pegar al ejército sostenedor de las continuas reelecciones de Juárez”.
Es decir, el nepotismo en su dimensión estelar.
Concluye Bulnes sobre Juárez:
“En todo gobierno se gobierna más con favores que con leyes”.
Por eso, ningún fijón con que en Puebla, Morelos y Veracruz, la esposa, el hijastro y el hijo sean candidatos a la gubernatura.
Juárez puso el ejemplo.

TRES. Nadie resiste el nepotismo

El otro héroe, modelo de conducta polí­tica, de AMLO es Francisco Ignacio Madero.
Pero Madero también resbaló con el nepotismo.
El más ilustre caso fue con su hermano Gustavo, quien era ultra contra súper ministro sin cartera.
Jefe máximo, el gabinete legal y ampliado se le cuadraba.
Tanto resentimiento y odio sembró en el general Victoriano Huerta, el gran chacal del maderismo, que antes de ordenar el asesinato de Madero y su vicepresidente, José Marí­a Pino Suárez, ordenó que a Gustavo le sacaran un ojo.
¡Ah!, pero el primer acto de gobierno de Madero apenas, apenitas tomara posesión fue indemnizar a su familia por las haciendas y bienes expropiadas en la revolución, aun cuando en contraparte, nunca, jamás, digamos, pagó a otros terratenientes los estragos causados.
Y es que según el profe Ronzón, el nepotismo y la monarquí­a imperial y faraónica está en el ADN de los polí­ticos mexicanos.
Bastarí­a referir que el otro héroe de AMLO, José Marí­a Morelos, envió a su hijo Nepomuceno a estudiar en Estados Unidos y lo paseó en el resto del mundo, aun cuando entró a la historia como un traidor más porque “se le tiró al piso” a Maximiliano de Habsburgo y hasta fue su cabildero diplomático tanto en el paí­s como en el extranjero.
De nada valió, entonces, que Morelos fuera asesinado por los realistas que serví­an al imperio español.
Nepomuceno se entregó al imperio francés.

CUATRO. Porfirito, el hijo de don Porfirio

Según Bulnes, el campeón del nepotismo fue Porfirio Dí­az Mori.
Por ejemplo, su hijo a quien el gabinete llamaba “Porfirito”, fue nombrado fast track teniente coronel, en tanto el dictador nombró general a su sobrino Félix Dí­az.
Y durante los 33años de la dictadura, Porfirito fue beneficiado con la construcción de la obra pública más importante, sin que nadie chistara.
Pero más todaví­a:
Para disimular su fortuna y “conservar la forma democrática representativa”, Porfirito también vendí­a quesos, “los famosos quesos de ”˜Paté”™, muy apreciados por la gente de delicado paladeo”.
Y mientras Juárez “halagaba a los intelectuales”, Porfirio Dí­az decí­a que “a esa gente es preciso tenerla siempre colgada de la tripa”.
Ningún intelectual, por ejemplo, se enriqueció con el afecto o la polí­tica de Porfirio Dí­az, como, y por ejemplo, se enriquecieron tantos en los sexenios de Luis Echeverrí­a ílvarez, José López Portillo y Carlos Salinas de Gortari.
El dictador fue, además, muy generoso con muchos de sus paisanos de Oaxaca a quienes encumbró en el poder público.
En 1886, la Cámara de Diputados estaba integrada por 227 legisladores federales y de los cuales 62 eran oaxaqueños.
Además, en el gabinete legal tení­a a oaxaqueños como secretarios de Relaciones Exteriores y de Hacienda, y a otros paisanos en la administración del Timbre, la Aduana de la capital, la oficina impresora del Timbre, la administración del Timbre en el puerto jarocho, y a su jefe del Estado Mayor Presidencial.
Es decir, el amiguismo puro, pues la cultura polí­tica incluye repartir el poder entre los cuates.
A partir de ahí­, el resto del gabinete de Porfirio Dí­az también “se despachó con la cuchara grande” en el nepotismo, aun cuando el campeón de campeones fue el exquisito secretario de Hacienda, José Ivés Limantour, quien, y por ejemplo, impuso por dedazo a su suegro, Eduardo Cañas, como Senador de la República sólo porque su esposita se lo pedí­a.


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