Dentro de los requisitos para constituir un partido polí­tico en 2014 se necesitaban 219, 608 afiliados, que es lo que establecí­a en ese año la legalidad electoral, que es contar con el 0.26% del padrón electoral, de igual manera la realización de 20 asambleas estatales con 3,000 afiliados o 200 asambleas distritales con un mí­nimo de 300 afiliados. En este caso, morena celebró 30 asambleas estatales, obteniendo 130,756 afiliados; dicho sea de paso le invalidaron la asamblea en Yucatán por no reunir los 3,000 afiliados; más las manifestaciones formales de afiliación que ascendieron a 524,667, y al final el INE sólo le reconoció 365,949, en donde le anularon 158,718 partidarios.

Dentro de las observaciones del órgano electoral nacional se presentaron las siguientes: 75,098 fueron “manifestaciones no válidas” y manifestaciones duplicadas fueron 19,490; por ejemplo dentro del primer rubro se encontraron 725 “personas muertas”; 811 con “derechos polí­ticos suspendidos”; 664 “duplicados en el padrón”; 4,315 “registros no encontrados” (página 30). Como puede leerse, en la gestación de este instituto polí­tico el INE detectó los mismos vicios que cualquier partido polí­tico de los que tienen registro en el paí­s, -como el de afiliar muertos-.

En su primera elección federal en 2015, únicamente ganó 14 de 300 distritos electorales federales (el 4.6%), 11 en la CDMX, 2 en Veracruz y uno en el estado de México, obteniendo una votación nacional del 8.8%, con un total de 3, 346, 349 votos (por cierto, el mismo 8% de votación que obtuvo el PRD en su primera elección federal en 1991), asimismo, logró ganar 21 diputados de representación proporcional, sumando un total de 35 congresistas.

De 2015 a 2018 morena ganó 30 alcaldí­as de 2,499; de igual manera tiene 76 diputados locales (incluidos los asambleí­stas) de 1,123 diputados locales distribuidos en las 31 entidades federativas y la CDMX, es decir territorialmente sólo gobiernan el 1.2% de los municipios; y su fuerza legislativa estatal es del 6.7% en los 31 Congresos Locales y la Asamblea Legislativa.

En el mismo sentido va el intento de deconstruir la “Declaración de Principios”, que es vacua, insulsa y hasta sosa, por ejemplo inicia con esta melosa frase :”No hay nada más noble y más bello que preocuparse por los demás y hacer algo por ellos, por mí­nimo que sea. La felicidad también se puede hallar cuando se actúa en beneficio de los otros…”. Por otra parte, y dentro del mismo esfuerzo revisé los “Estatutos”, y allí­ dicen que “…Nuestro objetivo es lograr un cambio verdadero…Un cambio verdadero supone el auténtico ejercicio de la democracia…Un cambio verdadero es hacer realidad el amor entre las familias, al prójimo, a la naturaleza y a la patria” (sic), es que también para ellos puede haber un “cambio falso”, claro los que no estén dentro de su credo polí­tico.

Observo una cultura de la ilegalidad, entre lo que plantea morena jurí­dicamente y su actuar interno, por ejemplo no hay democracia interna, no hay una conducta ética en la Comisión de Honestidad y Justicia, en el purismo de la afiliación, para muestra un botón con el siguiente artí­culo de los Estatutos:

Artí­culo 4°. Podrán afiliarse a MORENA las y los mexicanos mayores de quince años dispuestos a luchar por un cambio verdadero, y que estén de acuerdo con los principios, valores y formas pací­ficas de lucha que nuestro partido determine. La afiliación será individual, personal, libre, pací­fica y voluntaria, y quienes decidan sumarse deberán registrarse en su lugar de residencia, independientemente del lugar donde se reciba la solicitud. No podrán ser admitidos las y los militantes de otros partidos. Las y los afiliados a MORENA se denominarán Protagonistas del cambio verdadero. (El subrayado es nuestro).

En la actuación de la Comisión Nacional y Estatal de Honestidad y Justicia, conozco su actuar al violar la legalidad electoral, puesto que llevé un Juicio para la Protección de los Derechos Polí­tico-Electorales del Ciudadano de un buen amigo militante de morena, que fue “dado de baja” del padrón de militantes, es el eufemismo que utilizan para expulsar a quienes se atreven a reclamar sus derechos partidistas, a este amigo lo acusaron de haber apoyado a la coalición del PAN-PRD en 2013, es decir cuando ni siquiera habí­a nacido morena, ambas comisiones de justicia, le expulsan afirmando que: “Son aplicables para el procedimiento los artí­culos 98 incisos f), g), i), 99 al 105, 110, 116 al 121; de las pruebas los apartados 122 al 128; 148 para ser sancionado conforme a lo que contempla el Estatuto” (sic); lo inverosí­mil es que los Estatutos de morena sólo contienen 71 artí­culos.

Por otra parte, y reforzando la violación del ya referido artí­culo 4 de los Estatutos, se detecta el collage ideológico al ir aceptando a militantes de la extrema derecha como Manuel Espino Barrientos, Lino Korrodi; de la derecha liberal como Tatiana Clouthier, Germán Martí­nez Cáceres; al igual que el autoritarismo extremo como el de Manuel Bartlett Dí­az o Elba Esther Gordillo; a pesar de que en el “Programa” se asume como un partido de “izquierda”, dista mucho de serlo, puesto que morena no es un partido polí­tico per se, puesto que no tiene vida orgánica, no hay discusión de ideas, sólo aclamaciones polí­ticas; no ha dejado de ser un movimiento personalista, pero hoy en dí­a y a pocos dí­as de la elección morena solamente es una intención del voto reflejada en la encuestas.

Finalmente, si se analiza el peso polí­tico especí­fico territorialmente de morena, frente a su aparente poderí­o en las encuestas, bien se podrí­a usar la frase de Carlos Marx “todo lo sólido se desvanece en el aire”; la percepción la ganaron al posicionar que la elección es un simple trámite porque ya ganó AMLO, -eso es algo totalmente falso-, si bien el fenómeno polí­tico de la “cargada”, una expresión del México polí­tico autoritario que se pensaba que ya habí­a pasado a mejor vida, hoy es revivida por morena, que se refleja en su polí­tica de fe, al pregonar sus mandamientos de “no mentir, no robar, no traicionar”; por lo tanto, morena representa una utopí­a regresiva o una distopí­a, esa vuelta a los orí­genes que es muy del estilo roussoniano cuyas caracterí­sticas antiilustradas y antiprogresistas serí­an volver a encerrar a México en un trasnochado nacionalismo revolucionario, por decir lo menos, el “cambio verdadero” es regresar a un sistema metapresidencial de partido hegemónico, pero hoy en una nueva especie de PNR posmoderno, simplemente es un regreso a los años veinte del siglo pasado, lo cual cancelarí­a el futuro de las nuevas generaciones de mexicanos. El dilema del próximo 1° de julio es apostarle al pasado o al futuro, estimado lector de Usted depende lo que México quiere que sea en los próximos años. ¡Razone su voto!