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A Mil por Hora
Lunes 18 junio, 2018

Descargan policí­as furia contra reportero en Orizaba

•Gabriel Lagos, de El Sol de Orizaba, fue esposado, golpeado y encarcelado tras grabar revisión a un camión
•La Policí­a de Orizaba, la Policí­a modelo, lleva ya varios casos de agresiones a civiles
•Un reportero que lo mueve la pasión de informar y luchar contra las injusticias, dice


Por ANTONIO OSORIO

"Cállate hijo de tu puta madre", le gritó un policí­a al reportero de El Sol de Orizaba, José Gabriel Lagos Martí­nez, mientras le soltaba un manotazo en la cara, ya esposado, en la Inspección de Policí­a de Orizaba, donde quedó detenido, por haber grabado a unos policí­as cuando revisaban el camión de unos vendedores de follaje.

  • Reportero de El Sol de Orizaba, José Gabriel Lagos Martínez

La fuerza de la Policí­a volvió a descargarse, ahora sobre la humanidad del periodista, luego de que en dí­as pasados elementos de la corporación, la misma que el año pasado fue puesta como ejemplo de Policí­a modelo por el Gobierno del Estado, tundieron a golpes a un joven y se lo llevaron por estarlos grabando, mientras que a otro joven, cantante, también lo retiraron de afuera de Plaza Valle.
Gabriel Lagos fue acusado por el alcalde Igor Rojí­, de querer mediar para liberar a sus amigos, pero además fue violentado en sus derechos, al ser esposado, golpeado y encarcelado, sin poder llamar por teléfono a sus familiares o pedir ayuda de conocidos, porque también le quitaron el teléfono y le borraron sus contactos, fotos, videos, notas periodí­sticas, entrevistas de las notas que llevaba para su periódico.
En la denuncia que presentó en la Fiscalí­a, mediante la carpeta de investigación UIPJ/915/2018/F6, refirió que el 15 de junio del 2018, como a las 19:00 horas, sus amigos, Josué Olguí­n y otro de nombre Gaspar, le avisaron por teléfono que los policí­as municipales habí­an detenido sin motivos el camión de redilas en el que acarrean follaje, lo habí­an detenido en la avenida Poniente 5 y calle Sur 16, en el centro de Orizaba, por lo que fue en su ayuda.
Al llegar a ese lugar, el reportero encontró a los policí­as de la patrulla PA-74, y les preguntó el motivo por el que detení­an a mis amigos, a lo cual los uniformados respondieron que sólo era por revisión, pero junto con el camión se los llevaron a la Inspección de Policí­a, esposaron a Gaspar y a tres de sus trabajadores, citó en la querella.
Por tal motivo, agrega, “me trasladé a la Inspección, donde empecé a grabar con mi teléfono, por lo que uno de los policí­as me esposó y me pasó con otro elemento, diciendo que estaba obstruyendo su trabajo y me metieron hacia el sótano”.
Como reportero de la Organización Editorial Mexicana, señala, “sólo pregunté el motivo de la detención de mis amigos e intenté grabar lo que estaba ocurriendo, pero me golpearon y me metieron a la cárcel, y el oficial calificador me impuso una multa de 1,335 pesos para poder salir de la cárcel”.
En la denuncia, Lagos Martí­nez, solicitó también que se lleven a cabo las medidas de seguridad de acuerdo con el Protocolo de Investigación para la Atención de los Delitos cometidos en agravio de los Periodistas, ya que lo despojaron de su teléfono y le borraron toda la información que ahí­ tení­a.
*Narra reportero la golpiza que le propinaron los uniformados.
Dos dí­as después de la agresión, y con las marcas de los golpes y el maltrato que sufrió, el reportero cuenta que el pasado viernes 15, poco antes de las 7 de la noche le habla un vecino y le explica que habí­an detenido un vehí­culo de otro amigo suyo, por lo que fue a pedir informes.
El vehí­culo, un camión torton, habí­a sido detenido en la calle Sur 16 y avenida Oriente 5. Ahí­ vení­a la persona que se llama Gaspar y que está mencionada en la denuncia, cuenta.
“Llego a preguntar y me informan que estaban presentados por vehí­culo sospechoso, todaví­a no estaban detenidos, pero cuando le dicen a Gaspar y a sus empleados que tienen que ir a la Inspección de Policí­a, los esposan, cosa que es ilegal, porque iban presentados”, señala, mientras sostiene un sobre con los documentos de la denuncia.
Y luego prosigue, “llego a la Inspección y volteo hacia mi izquierda, ahí­ tienen el camión estacionado, ni siquiera lo metieron aunque la Inspección tienen donde estacionarlo, ahí­ en ”˜Truglabolck”™. Entonces voy al vehí­culo creo que ya lo estaban revisando eran como 6 policí­as más o menos, me acerco al vehí­culo, en el estribo habí­a un policí­a y le pregunto ¿qué pasó oficial? y me respondió que le pidiera a mi amigo que se bajara para una revisión, entonces le dije a mi amigo que se bajara del camión y saqué mi teléfono para grabar todo”.
Sin embargo, acusa, resulta que el policí­a, al que identificó como una persona de complexión media, como de 1.65 o 1.70 metros de estatura, tez morena clara, apiñonada, le exigió que apagara su teléfono, “yo le contesté que de acuerdo con el Artí­culo 7 era mi derecho grabar con mi teléfono, pero se bajó del estribo y se me vino a los golpes, que me tuerce el brazo, yo con el teléfono grabando, y me dijo suelta el teléfono, y le respondí­ que no lo iba a soltar, le dije que me permitiera identificarme, para entonces yo pedí­ identificarme, pero me empezaron a decir que era yo arbitrario, que para qué estaba yo grabando”.
Doblado por el dolor, por la torcedura del brazo derecho, a la altura de la muñeca, el reportero soltó el teléfono, luego le doblaron la mano izquierda y lo esposaron.
El elemento que lo sometió fue apoyado por el copiloto de la patrulla PA-73. “Si analizan una foto que hoy viralizó el Ayuntamiento, ahí­ se ve la cola de la patrulla. Digo que es el copiloto porque cuando yo denuncié, salí­ de la Fiscalí­a como a las 11 de la noche, llegaron las patrullas 73 y 75, no se si para ver si ya habí­a yo denunciado o para intimidarme, no se si fue casualidad o no, ahí­ estaban”, consignó el agraviado.
“El policí­a que me agarró me suelta y me mete el brazo el copiloto de la patrulla PA-73 para seguirme sometiendo, me llevan hacia adentro de la Inspección y en el camino todaví­a el otro, el que me esposó me tira un puñetazo en el estómago, y yo le dije que por qué me pegaba, si lo único que hice fue preguntar y tratar de grabar, pero no me entendió”, sigue narrando Lagos.
Con voz firme, indignado, el periodista recuerda que “Cuando llegamos a la guardia de los separos, donde reciben a las personas detenidas, ahí­, un tipo de tez morena, que tiene una cicatriz en la nariz, que no se si tenga carrera policial o no, aunque no me parece que la tenga, me sorrajó un golpe, pero con toda la fuerza de su mano, como una bienvenida; que me suelta el manotazo a todo lo que da su fuerza, que me mareó y me dejó zumbando el oí­do, y yo le pregunté, oficial, ¿por qué me pega?, yo no le he pegado, y todaví­a me dice ”˜cállate hijo de tu puta madre”™, y le volví­ a preguntar ¿por qué me pega? y me contesta ”˜qué te calles hijo de tu puta madre”™, que me ponen contra la pared, y yo esposado, cedí­, le dije que le pedí­a perdón y una disculpa si hice algo que lo ofendiera”.
Después, lo llevaron a la casita donde reciben a los detenidos, le tomaron la fotografí­a, le llenaron su ficha, entregó la cartera, credenciales, cadetes, su chamarra, y su gorra que ya no le devolvieron, pero su teléfono ya no lo tení­a porque ese se les quedó a los policí­as agresores.
Ahí­ estaba el oficial calificador José Luis Téllez, y otro compañero de los policí­as que se llama Gerardo Romero, “él no me golpeó pero lo cito porque él puede dar los nombres de los que me golpearon”, precisa.
Luego, “le dije al oficial calificador que me habí­an golpeado y se burló, preguntando que dónde me habí­an golpeado y le dije que afuera y adentro de la Inspección, donde estuve dos horas detenido, sin haber cometido ningún delito, el único delito fue haber preguntado por el camión y haber intentado grabar”.
También recuerda que las personas por las que fue a preguntar estaban junto a él, y aunque no estaban detenidas, también estaban esposadas.
“Yo pedí­ que me dejaran hacer una llamada, me ofrecieron hablar del teléfono de la Inspección pero yo pedí­ mi teléfono pensando que tení­a mis contactos y pensaba hablarle a un fiscal para que fuera a verme como estaba con las marcas de los grilletes, pero ya habí­an formateado mi teléfono y cuando le dije que habí­an borrado todo, el guardia me responde ¿pero quién?, y ya cuando te das cuenta que todo lo que preguntas te es devuelvo con agresividad, ya mejor te quedas callado. Imagí­nense que me comunicaron a un teléfono, pero quien sabe a dónde marcaron, que la persona que me contestó ni me conocí­a”, vuelve a acusar, ya un poco más tranquilo, mientras muestra la boleta de la multa.
Cuando el oficial calificador le dijo que tení­a que estar detenido 36 horas o pagar multa y le respondió que sí­ pagaba la multa, con la condición de que le dijeran el motivo de la detención y lo único que atinó a decirle, como lo especificó en la boleta, fue faltas al reglamento de Policí­a, y aunque quiso defenderse nada pudo hacer contra la cerrazón de las autoridades.
Luego, cuando preguntó por los detenidos por los que fue a preguntar, le dijeron que ya se habí­an ido, y el camión también, que no estaban detenidos, “imagí­nense la incongruencia de la Policí­a, aje que yo por llegar a grabar me encarcelan y del motivo por el que se generó todo no hubo nada”, lamentó.
Por fortuna, recibió todo el apoyo del director del periódico, Miguel íngel Salazar, se reportó el caso a Xalapa y también le hablaron varios compañeros, como los de la organización “Artí­culo 19”; también espera el apoyo de la Comisión Nacional y Estatal de Derechos Humanos, y de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas del Estado de Veracruz.
“Yo no quiero nada, no tengo ningún problema, pero no se me hace justo lo que hicieron, imagí­nense lo que le pueden hacer a un ciudadano común, dicen que son la mejor Policí­a, que están preparados, pero a mí­ me dejaron mucho que desear”, concluye.
*Con 21 años de reportero, Gabriel Lagos sigue firme en el oficio.
Gabriel Lagos tiene 21 años como reportero, formado en la práctica diaria del quehacer periodí­stico. En 1997 ingresó como ”˜office boy”™ en el periódico El Mundo de Orizaba, donde fue ayudado por personas que le tendieron la mano se convirtió en editor de la sección policí­aca, luego trabajó como reportero en ese mismo diario, estuvo también en El Buen Tono y actualmente se desempeña en El Sol de Orizaba, donde lleva casi dos años.
Asegura que lo que lo llevó a iniciarse en el periodismo fue el hecho de que no le gustan las injusticias y siempre le ha gustado ayudar a la gente, “siempre que he podido lo hago y sin cobrar nada es algo que traes de naturaleza”, presume el comunicador de 45 años de edad.
Recuerda a una compañera de nombre Caritina, a quien en una ocasión pidió una computadora para guardar unos archivos y escribir algunas cosas como poemas, le preguntó si le gustaba reportear y la entonces directora de El Mundo, Auricela Castro Garcí­a, fue quien le propuso que empezara a escribir en la sección que quisiera, local, policiaca, deportes, sociales, hasta que al paso de los dí­as empezó a redactar.
Sin pensarlo le entró a sección policí­aca, donde el primer dí­a le tocó cubrir la información de un ahorcado, y así­ fue como se inició.
Admite que no es el primer caso, de agresión que sufre, ya que en una ocasión tuvo un conflicto con un ex inspector de la Policí­a.
Aunque sus compañeros me dicen que no sea recatado cuando llega a cubrir alguna información, Gabriel se inconforma porque las autoridades no lo dejan hacer su trabajo y muchas veces se enfrenta a los uniformados.
“No podemos acceder a todo lo que quieren, nos dicen prepotentes, y que luego por qué nos matan, pero si no informamos a la ciudadaní­a, ¿quién lo va a hacer?”, resume.
Asimismo, reconoce que “si hay temor por los riesgos, hoy lo piensas, ves la situación de que los policí­as entregan a la gente. Cuando he tenido miedo de ir a balaceras, le piensa uno, aunque los compañeros nuevos son más arriesgados, nosotros tomamos las precauciones, mejor esperamos que pase todo y luego vamos a hacer la chamba”.
Antes, dice, “la prensa era respetada, pero ahora la gente ya no se deja preguntarle, te ve y no te dicen nada, eso y un poco la ley y los funcionarios que aplican la ley a su manera han ido cambiando la situación de reportear”.
En la zona de Orizaba, explica, hay videos en las redes donde se ve a los inspectores de Comercio agredir a los vendedores; hace 15 dí­as los policí­as también golpearon y se llevaron a un joven porque los grabó, y el 8 de junio, cuando fue la venta nocturna, afuera de Plaza Valle, un joven estaba cantando y también se lo llevaron los policí­as. En estos casos creo que también intervino Derechos Humanos, critica.
*Todos los dí­as, sin descuidar a su familia, sale en busca de la información.
Convencido de que este es la única forma que tiene para mantener a su familia, comenta que “voy a seguir reporteando, lógicamente con más cuidado, con más seguridad, porque este trabajo es el sostén de mi familia, yo respeto el trabajo de las autoridades, pero así­ como ellos hacen su trabajo nosotros hacemos el nuestro”.
El reportero ha sabido sobrellevar la tarea periodí­stica al lado de su esposa, su hijo y su hija, de 22 y 15 años de edad respectivamente, y hasta un nieto que va a cumplir dos años.
“A mi hija la he puesto a hacer notas, le digo que me ayude a hacer notas, le paso los datos, le va entendiendo, y le recomiendo que escriba con objetividad, que escriba las cosas que son, nunca poner de más, para que el lector entienda”, platica con orgullo.
También cuenta que ha leí­do tres libros: la Constitución, “que todos debemos leer para saber nuestros derechos; como creo en Dios, y todo lo que ocurre lo pongo en manos de Dios, siempre, confí­o en él, también leo la biblia, me defino como un hombre de bien, de paz, no tengo problemas, no tengo enemigos, no me gusta hacerle daño a nadie y si cometo algún error le pido perdón a Dios, y el otro libro que también leo es el Código, porque estoy en la sección policiaca, que es delicada, porque una mala frase que escribas, te ganas una denuncia o te ganas una golpiza”.
Así­ llevo mi vida, trabajando, ando jalando a mi familia, porque son el motor de mi vida, afirma.
Desde las 6 de la mañana se levanta, para llevar a su esposa a su trabajo, lleva a su hija a la escuela, al bachillerato, luego empieza a revisar las redes sociales, se empieza a reportar con los grupos para que sepan que ya anda trabajando.
Así­ vive todos los dí­as, en Orizaba, donde por fortuna se ha educado a los automovilistas, sus notas casi no son de accidentes, pero se pasea por la Fiscalí­a para a cachar algo, va a la región, Ixtaczoquitlán, Ixhuatlancillo para sacar sus notas.
También confió que hace como 6 años estuvo alejado del periodismo, “cuanto trabajas con pasión te desvelas, te desmañanas, lo haces porque te gusta y en mi caso si hay un muerto en la madrugada, en algún municipio de la región, a esas horas voy a cubrirlo”.
Aunque le robaron su equipo de fotografí­a, todo su trabajo lo hace apoyado solo con el teléfono, “tratamos de cumplir, mi compromiso con mi empresa es cumplir y dar lo mejor”.
Este reportero, que en los ratos libres va a las canchas a trotar y a jugar basquetbol, y que de comida prefiere las verduras, asegura que Orizaba es una ciudad hermosa, lo reconoce, pero afirma también tiene sus inconvenientes, como la inseguridad a la que ha estado expuesta en los últimos años, pero “aquí­ seguimos, este es mi terreno donde me toca desenvolverme, y voy a seguir trabajando, esto pasó porque hay mucho oficial que es nuevo y no me conoce”.


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