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Historias de desaparecidos
17 junio, 2018

Yaní­n limpiaba casas para sobrevivir y la mataron

•Madre soltera que fue asesinada con su amiga en Tlapacoyan provení­a de familia con alto nivel de marginación
•Se ganaba la vida limpiando casas; a veces le pagaban 100 ó 150 pesos que usaba para mantener a sus tres hijos
•En ocasiones no le salí­a empleo y le trabajaba a su hermana a cambio de un poco de despensa

Ignacio Carvajal/Enviado Tlapacoyan

En ocasiones Yaní­n Bocarando Sánchez no contaba con ofertas para limpiar casas y se iba a ver a su hermana, en la colonia Centro de Tlapacoyan:
“Mana, no tengo para darle de comer a mis hijos, por favor, dame un poco de empleo haciendo el quehacer en tu casa”, recuerda la hermana de la joven de 30 años que apareció asesinada en Tlapacoyan hace poco más de ocho dí­as.
Yo le decí­a ”“dice su familiar bajo anonimato- pues yo tampoco tengo dinero para pagarte por el trabajo, pero por ahí­ tengo un poquito de despensa, si quieres te doy.
Así­, en medio de la pobreza y las necesidades elementales, en este poblado del norte de Veracruz, las dos hermanas se apoyaban.
El reportero encuentra a la familia de Yaní­n Bocarando Sánchez una mañana lluviosa, como la misma en la cual vieron por última vez con vida a la joven madre de tres hijos.
Han pasado varias horas desde que fue enterrada en el camposanto de la ciudad, sus restos habí­an sido localizados en una finca limonera, junto a los restos de su mejor amiga, Yunerri Bravo Reyes, quien también dejó en orfandad a una pequeña.
La madre de Yaní­n Bocarando Sánchez sostiene en sus manos una biblia.
Quiere leer algunos salmos que le den bálsamo de paz a su alma, pero no los encuentra.
"Ella no puede hablar mucho ahorita, ni reacciona, está medicada por la impresión", dice la hermana de la ví­ctima.
Al principio, la familiar no quiere decir palabras a la prensa. Piensa y habla por teléfono consultando a sus seres queridos.
Recuerdan lo mal que les fue en los medios de comunicación locales, donde se expuso la foto de los restos de su hermana, que ahora solo causan dolor.
Finalmente acceden a la charla siempre y cuando sea bajo anonimato.
Hay mucha desconfianza en el pueblo, reconoce.
Los comercios han cerrado por las extorsiones y son cientos de personas las que se marchan a Estados Unidos cada año para buscar empleo, ante las carencias de Tlapacoyan.
En medio de todo, su hermana buscaba sacar adelante a la familia.
Diariamente ofertaba su trabajo limpiando casas y haciendo el quehacer con personas con las que laboraba tiempo atrás, cuando comenzó a trabajar por su cuenta, al separase del padre de sus hijos.
De esa forma obtení­a dinero para darle de comer a sus pequeños y vestirlos.
"Y cuando tení­a algo, se iba con ellos al centro o si habí­a feria los llevaba y ahí­ iba bien contenta ella solita", relata la hermana.
Cuando bien le iba, le daban 100 o 150 pesos por su trabajo fregando ropa ajena o limpiando trastos o casas.
A veces era menos y en ocasiones, cuando era peor, ni empleo habí­a.
Era cuando corrí­a con su hermana a pedirle caridad para alimentar a los pequeños.
"Yo le decí­a que bueno, estaba lo que me diera mi esposo, pero con gusto la ayudaba".
Y en otras ocasiones, llegaba su mejor amiga, Yunerri Bravo Reyes, para decirle que no habí­a comida en su casa, que su madre solo contaba con frutas para vender en su puesto en la calle y que ella tampoco tení­a empleo, así­ que le pedí­a un taco.
Las dos mujeres, madres solteras, se disponí­an así­ a compartir los alimentos que eran contados pero les serví­an para librar el dí­a.
Pese a esa situación de marginación, Yaní­n Bocarando no perdí­a la alegrí­a, "le gustaba mucho esa canción de "Vete yaaa", de salsa, todo lo relacionado con la salsa y el baile, le gustaba.
Durante su juventud, recuerdan, bailó en una comparsa para la fiesta del pueblo.
Este año uno de sus hijos también participó en una comparsa en el carnaval de Jalacingo, y ella, orgullosa, le apoyó para verle danzar.
Si notaba que alguien de su familia estaba enojado o triste, se poní­a a cantarle.
El dí­a que desapareció, el martes de la semana anterior, dejó la casa después de las doce del dí­a. En el camino se iba encontrar con su amiga. Las dos planeaban viajar al norte al corte de lichi para hacerse de unos centavos.
Aunque la familia de Yaní­n no estaban convencidos de ese viaje.
Dieron la medianoche y la familia se percató de la ausencia, "nunca llegaba después de las nueve de la noche a casa", dice la hermana, quien confiesa que presentí­a algo malo.
Cuando desapareció, pensaron que ya se habí­a ido al norte, con su amiga, y pensaron en buscarla, por eso demoraron en poner la denuncia.
Se convencieron de que algo malo habí­a pasado cuando la madre de Yunerri Bravo Reyes, se les adelantó, y se presentó en la casa para pedir razones de su hija, pues tampoco habí­a llegado desde hace varios dí­as.
Las dos aparecieron asesinadas. Se acabaron los proyectos de Yaní­n de ver crecer a sus hijos con su propio esfuerzo. Sus restos presentaban señales de violencia, aunque el cadáver de Yaní­n no tení­a golpes, no tantos como los de su amiga, quien al parecer era el blanco de la agresión.


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