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Historias de desaparecidos
Jueves 14 junio, 2018

Anayeli vendí­a tortas para pagar sus estudios y fue asesinada

•Se levantaba a las 5.30 de la mañana a diario para preparar tortas, antojitos o dulces que comerciaba en su escuela
•El prefecto le tení­a prohibido vender entre sus compañeros pues afectaba a la cooperativa
•El o los asesinos la habrí­an lanzado con vida desde el precipicio de una barranca de casi 100 metros de profundidad

Ignacio Carvajal/Coscomatepec Enviado Especial

Anayeli Torres Morales (19 años de edad) se pagaba sus estudios vendiendo tortas y antojitos que metí­a a escondidas al salón de clases donde cursaba el segundo semestre de Enfermerí­a.

En su pueblo era amada y conocida por el espí­ritu de superación que exaltaba en cada acto de su vida. Provení­a de una familia humilde y siempre hací­a lo posible por sacar dinero para no abandonar los estudios y ayudar con el gasto del hogar.

Anayeli Torres se sumó esta semana a la estadí­stica de mujeres asesinadas en México.

Originaria de Coscomatepec, Veracruz, se convirtió en la ví­ctima número cuatro de la semana pasada, las más negativa en el tema de la seguridad para las mujeres durante el presente gobierno de Miguel íngel Yunes Linares.

Esa misma semana, tres chicas de Tlapacoyan aparecieron sin vida. Dos con el tiro de gracia y una semi sepultada. Entre las tres dejaron seis huérfanos.

Desde su hogar, los padres y tí­os de la joven recuerdan que estuvo desaparecida durante tres dí­as; al final, le encontraron en el fondo de una barranca de 85 metros de profundidad.

Su cadáver no presentaba señales de violencia sexual o golpes. Únicamente hematomas en los brazos, lo cual sugiere un forcejeo con el o los verdugos para evitar ser lanzada al precipicio.

DISCIPLINA

Desde su casa en Coscomatepec sus padres se consumen por la ausencia de Anayeli Torres, y de poco en poco, van hilando su historia.

La madre: "Siempre se levantaba a las 5.30 de la mañana. Se poní­a a hacer sus tortas para llevarlas a la escuela y venderlas, aunque el prefecto le habí­a advertido que no vendiera, pues afectaba a las cooperativas escolares, ella se las ideaba para meterlas de contrabando en su mochila; sus amigas y compañeros le pedí­an de siete a 30”.

"Siempre las terminaba, a veces llevaba unos antojitos que también escondí­a en una bolsita y en unos trastecitos; cuando no le alcanzaba para las tortas vendí­a gelatinas o dulces, y si no, organizaba tandas entre sus compañeros, familiares y vecinos. Su idea era siempre contar con efectivo para sus gastos”.

La clave de su éxito, la disciplina y la honradez, dicen sus tí­os, y remachan: “Lleva en las venas el ánimo por el trabajo y superarse”.

Después de regresar de la escuela de Enfermerí­a no descansaba.

Jamás la miraban viendo tele o en redes sociales.

Tomaba su toalla y agua para irse una hora o dos al gimnasio, en donde daba parte a otro aspecto de su vida: cuidar su cuerpo.

La recuerdan con figura atlética, largas y fuertes piernas. Era conocida ante el esplendor de su belleza y el contraste de la sencillez de su persona.

Su motivación más grande era la situación económica de sus seres queridos.

De tres hermanos, ella era la de en medio. En su hogar no hay lujos.

Su madre es ama de casa y los fines de semana monta un puesto de antojitos en la carretera y su padre es empleado.

"Actualmente gano mil 300 pesos a la semana con una empresa que le trabaja a la SCT en una carretera, pero cuando eso se acabe no habrá trabajo", relata el hombre quien también prefiere olvidar su nombre.

Coscomatepec (15 252 habitantes) es ubicado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Polí­tica de Desarrollo Social (CONEVAL) como uno de los municipios de más alta marginación en Veracruz; y concentra altos niveles de migración.

Es cuna de la artesaní­a en cuero (talabarterí­a) sin embargo, enclavado en la región montañosa del distrito de Córdoba, nombrado Pueblo Mágico desde el 2015, en Coscomatepec hay numerosas comunidades donde sus moradores carecen de lo elemental, en este caso, el pueblo demanda justicia.

A las pocas horas de la noticia de la muerte de Anayeli, docenas de personas salieron a marchar, especialmente mujeres, lanzando consignas contra los tres niveles de gobierno.

Hasta el cierre de este informe no se contaba con noticias sobre presunto o presuntos culpables.

El fiscal General del Estado, Jorge Wí­nckler Ortiz, no ha dedicado ni un sólo comunicado a los cuatro probables feminicidios acontecidos la semana anterior.

A la casa de los papás de la difunta, cuentan, arribó una alta funcionaria de la Fiscalí­a en Xalapa, lanzó unas cuantas promesas, se marchó y no se sabe de avances.

ESTABA ENFOCADA

Una palabra define a Anayeli Torres Morales, estaba "enfocada" en lograr sus metas.

Nada la podí­a distraer de su mayor proyecto: ella misma.

Ni el novio.

Ni las amigas.

Ni la televisión.

Menos las modas o las malas amistades.

Se encontraba en constante preparación y nada podí­a evitar que a diario abandonara la cama a las cinco de la mañana para cocinar esas tortas o antojitos, ir a la escuela, estudiar, trabajar y ejercitar el cuerpo.

Cada año, desde hace cinco, marchaba con su hermano mayor en una peregrinación al municipio de Tlacotepec, en Puebla, a dar las gracias al Cristo Negro.

Durante tres dí­as y dos noches caminaban desde Coscomatepec hasta puebla poco más de 100 kilómetros, entre cerros y laderas con el objetivo de venerar la imagen.

"Dormí­amos donde nos tomara la noche, sin casas de campaña o hoteles, sólo con unas cobijas o unos plásticos para taparnos de la lluvia, a descansar un poco y después seguir la peregrinación. De dí­a y de noche, iba por su quinto año, í­bamos ir pronto pues ella querí­a dar gracias por sus estudios".

Antes de ir por la carrera de Enfermerí­a, pensó en Medicina, y sus padres le pidieron no tomarla, pues resultarí­a muy costosa y estaba muy chica para marchar a otra ciudad para poder cursarla.

Entonces hizo un curso como fisioterapeuta, mas no le gustó y se lanzó por la Enfermerí­a.

De hecho, andaba buscando ingresar a una escuela más especializada en el estado de Puebla para contar con una especialidad.

Su gran sueño era ser enfermera, ganar buen dinero para apoyar a sus padres y sacarlos de la pobreza, pero se lo truncaron y sus seres amados no cuentan con la mí­nima idea del por qué o quién fue.


3 comentario(s)

Justicia por anayeli 18 Jun, 2018 - 10:05
Existe la justicia????en coscomatepec yano keremos palabras al aire queremos hechos y exigimos justicia que yano haya tolerancia para nadie.
"pobre muchacha descanse en paz."

14 Jun, 2018 - 19:45
Malditos son los mismos del gobierno kien más

me imajino el dolor de sus papas es algo inaseptable 14 Jun, 2018 - 15:47
Ke las autoridades inbestiguen asta dar con los responsables no se puede dejar esto asi

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