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A Mil por Hora
Martes 01 mayo, 2018

Otro, otro, otro feminicidio en Veracruz

A Sheila le arrancaron las ganas de vivir
•La vida de una joven extremadamente alegre que amaba a su familia fue sesgada de tajo con un nuevo feminicidio que estremeció a Agua Dulce


Por VIOLETA SANTIAGO

Agua Dulce, Ver.- Sheila Moreno Sánchez amaba a su familia, pero sobre todo a sus sobrinos. Era una joven bonita, alegre y llena de ganas de vivir, que ejercí­a su libertad, pero cuya vida fue cortada prematuramente bajo el aspecto de un crimen que cada vez afecta más a las mujeres en Veracruz: el feminicidio.
Sheila tení­a 21 años cuando fue encontrada sin vida en el campo deportivo Narciso Mendoza; el hallazgo de su joven cuerpo sólo fue posible porque unas personas que jugaban fútbol aventaron lejos una pelota y esta cayó cerca del cadáver abandonado entre el pasto crecido. Apenas este 4 de mayo iba a cumplir los 22.
Para cuando fue localizada, la descomposición ya habí­a afectado sus facciones y apagado cualquier rastro de belleza así­ como la sonrisa de su rostro: la muerte fue imbatible. Ella, desaparecida desde el miércoles ””aunque no se puso denuncia por el hecho”” calzaba unas sandalias de tiras plateadas y tení­a las uñas pintadas de rojo; también llevaba pantalones cortos que terminaron enrollados sobre sus rodillas y su blusa rayada estaba abierta, mientras que el busto apenas era cubierto por un sostén de color crema.
Su cuenta de Facebook se actualizó tras el reconocimiento de su muerte, quedando su perfil como un recuerdo de su memoria. Ahí­, la joven exponí­a su amor por la vida, la libertad bajo la que se regí­a, directa y alegre, expresiva y amigable.
Ella era muy atenta con sus amigas, a las cuales constantemente decí­a cuánto las querí­a; bromeaba como cualquier joven, pero sobre todo tení­a un profundo amor hacia sus sobrinos, reconoce su hermana, Cindy Moreno y su padre, Olegario Moreno Jorge.
El señor Olegario cuenta que Sheila salió de casa muy joven, al cumplir los 18 años. “Fue un golpe duro, como padre no quieres que se vayan tus hijos”, pero la joven demostró sus ganas de independizarse, de buscar aires de libertad; de hecho, sus tatuajes hací­an referencia a eso: un búho en la muñeca derecha, un hada en la espalda junto con unos pájaros y un colibrí­ en el pecho con el nombre de su sobrino.

  • Sheila Moreno Sánchez tenía 21 años

  • Sheila Moreno Sánchez tenía 21 años

  • El adiós a Sheila Moreno

Su último domicilio era en la colonia Puebla, atrás de la Cruz Roja. Su hermana Cindy narra que Sheila acabó la preparatoria en el CECYTEV y que se ganaba la vida como empleada de mostrador en tiendas de ropa en el centro o vendiendo zapatos por catálogo.
La muchacha gustaba de convivir con sus amigos y solí­a poner frases de canciones en su Facebook, especialmente de música salsa ””las clásicas”” así­ como compartí­a publicaciones sobre ortografí­a y literatura, admitiendo muchas veces que no sabí­a algo, pero que acababa de aprenderlo.
También destacaba que uno de sus perfumes favoritos era ”˜La vie est belle”™, de Lancome, tanto así­ que en el apartado de “presentación” de la red social incluyó el nombre del perfume como una frase, además de los nombres de sus sobrinos.
“Cuando era chiquita, Sheila querí­a ser maestra”, dice Cindy. Pero las circunstancias cambiaron con el paso de los años. Olegario, su padre, admite que la falta de la madre de las niñas podrí­a haber sido un factor que motivara a Sheila a dejar el hogar a tan corta edad; su mamá está en Tijuana y ni siquiera pudo venir al sepelio.
La última vez que tuvieron contacto con la joven de 21 años fue el martes por la noche, ví­a Facebook, pues su teléfono se habí­a descompuesto y sólo tení­a uno pequeño para hacer llamadas y mensajes. Las hermanas platicaron como siempre, alegres y bromistas, sin imaginar que esa serí­a su última conversación.

El viernes a las 5 de la tarde las amigas de Sheila se comunicaron con Cindy y le dijeron que ella no habí­a regresado a la vivienda que compartí­an. Habí­an salido el martes en la noche a un bar en la colonia Juárez y lo último que sabí­an es que ella habí­a abordado un taxi. “Fí­jate que Sheila no aparece desde el miércoles en la madrugada”.
Cindy trató de no preocuparse demasiado, pensando que quizá su hermana estaba bien, que pronto darí­a señales de su paradero. Pero a las 8:15 de la noche le volvieron a hablar: “Están transmitiendo en vivo que encontraron a una muchacha muerta”. Su hermana trataba de pensar que no era ella, aunque algo dentro de sí­, le decí­a lo contrario.
En el campo deportivo Narciso Mendoza, la Policí­a no le permitió el acceso, pero a cinco metros del cuerpo, se hizo evidente que era ella, su Sheila. La joven alegre y risueña, la bromista, la que decí­a lo que sentí­a, estaba ahora con los sueños apagados bajo la forma más cruel de la violencia de género: el feminicidio.
La muchacha no tení­a heridas de bala como se difundió en redes sociales y su familia cree que ella fue asesinada en otro lugar y que su cuerpo sólo fue dejado ahí­. “Parecí­a como si le hubieran arrancado la oreja, por eso tení­a un huequito”, explican, al parecer, a causa de un golpe contundente.
“Queremos justicia, que no se olvide, que no quede impune todo eso que está pasando”, exige la familia de Sheila Moreno. “Podrí­a haber sido cualquier mujer”, reconocen y agrega Cindy que ella, como mujer, sí­ tiene miedo de salir de noche en Agua Dulce.
Si tuvieran la oportunidad de decirle algo, no le reclamarí­an sus ansias de libertad ni el haber ejercido su vida como decidiera, pues tení­a todo el derecho; “le dirí­a que la quiero mucho”, concluye su hermana, mientras que el llanto se hace inminente, lágrimas de amor fraterno, de ese que trasciende las barreras de la vida y la muerte.
Sheila no debió morir así­; ninguna mujer deberí­a morir así­. El asesinato de esta joven se suma a una importante lista de muertes de mujeres, desde jóvenes hasta octogenarias, en los últimos cinco años en el municipio de Agua Dulce; la mayorí­a de los casos no están resueltos y en los que se identificó al agresor, este huyó.
Ahora la joven yace en el panteón de los jubilados, luego de un funeral sencillo en la colonia Dí­az Ordaz, en un taller mecánico de su familia.
"El mundo es más bonito cuando se comparte con alguien, el dolor es menor cuando alguien te hace sonreí­r, las cosas son más fáciles cuando se tiene amor. Somos más fuertes cuando nos sentimos especiales, amados por alguien. Vamos más lejos cuando alguien sujeta nuestra mano y cree en nosotros”, escribió Sheila el 11 de mayo del 2017 en su Facebook, que ahora almacena sus recuerdos, intangibles, pero sensibles, como la última memoria de una joven para quien la vida era bella.


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