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8 Columnas
Sábado 17 febrero, 2018

Terapias de conversión, ataque a la comunidad LGBTTI


•“Curar” algo que no es una enfermedad"

Varios hombres arrastraron a Fabiola del Castillo, una mujer trans de 22 años, hasta lo que serí­a su habitación en el anexo. Le entregaron camisas y bóxers de varón y comenzaron los dí­as en que escuchó una y otra vez que su identidad...

Ana Alicia Osorio/ Testigo Púrpura

de género está errada.

“En una de esas juntas, sin estar alcoholizada ni drogada fue donde entraron a media junta y dos de los padrinos, me agarraron de las manos, entraron al cuarto, me quitaron zapatillas, bolsa y todo (…) ahí­ adentro y sin poder comunicarme con nadie, ¿Cómo podí­a yo defenderme?” narró.

Ella sólo llegó a una plática a un Anexo del municipio de Veracruz a la que su papá insistí­a que fuera, pero terminó tres dí­as privada de la libertad e incomunicada, mientras intentaban convencerla que ser una mujer transexual es un error.

Gritos que hacen llorar, encierros contra la voluntad llenos de amenazas, exhibición frente a toda la feligresí­a, terapias para “curar” algo que no es una enfermedad .

Todas son parte de los “procedimientos” para personas de la diversidad sexual o colectivo LGBTTI (Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Travesti, Intersexual) que según la activista Jazziel Bustamante se han incrementado debido los movimientos de grupos conservadores y religiosos.

“La homosexualidad no es una enfermedad, la transexualidad tampoco lo es, aunque algunos siguen patologizándola (…) Las iglesias están dando estas terapias, preocupante (…) también es preocupante que pseudocientí­ficos estén diciendo que la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad, está relacionado con las filias”, sentenció.

Para ella, la oferta de esos supuestos tratamientos conllevan riesgos muy graves pues en algunos viven tortura y aún en los que no, la falta de aceptación de desconocidos, familia, amigos y presuntos especialistas, puede generar enfermedades mentales e inclusive intentos de suicidio.


El terror de un Anexo

“Por parte de mi papá quisiera que yo llevara otro tipo de vida, yo creo que no se resigna al 100 por ciento al tipo de vida que llevo, entonces pues básicamente fue por eso y pues al fin de cuentas no le gusta mi vida (…) salgo mucho a antros gays, me enrolo con amistades gays y él no ve con buenos ojos a mis amistades, él piensa que me pierde”, contó Fabiola del Castillo.

En ese Anexo, en escasos dos dí­as la amenazaron con cortarle el cabello y ponerle ropa de hombre; le pidieron que usara su nombre original y no como ella se identifica; le gritaron y le exigieron cambiar su identidad de género.

“Mi preferencia fue por los hombres y me gustó mi transición, sigo en proceso hormonal actualmente y no tengo ningún trauma de porqué no soy mujer. Haz de cuenta que muchos padrinos a fuerzas querí­an que yo dijera ese tipo de cosas porque gritaban, no decí­an, gritaban, habla, ¿por qué eres gay?, ¿por qué te gustan los hombres?, ¿por qué esto?, le tienes coraje a tu hermana porque ella es mujer y tú no”, dijo.

“Me traumaban, yo digo ¿qué tipo de terapia es esta?”, sentenció.

Bustamante Hernández afirmó que el tipo de prácticas que Fabiola vivió son un tipo de tortura.


“Terapias” que dañan la salud

En el informe Violencia contra Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersex en América, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos reportó tener conocimiento de la existencia de supuestas “terapias” dirigidas a modificar la orientación sexual e identidad de género y las rechazó.

“Casos en que las personas LGBT o aquellas percibidas como tales son sometidas a supuestos tratamientos psicoterapéuticos, internadas en "clí­nicas" o campamentos y ví­ctimas de abuso fí­sico (…) que diseminen información basada en evidencia evidencia cientí­fica y objetiva sobre el impacto negativo que tienen estas "terapias" en la salud.” indica el documento emitido en 2015.

Fabiola concuerda esos lugares deberí­an ser cerrados.

“Ahí­ donde estuve, no sé si sea cierto, pero por ahí­ escuché que habí­a un chico que estaba encerrado no por drogadicto ni por alcohólico, simplemente lo encerraron sus papás porque es gay”, contó.

Ella, aseguró, les advirtió que estaban cometiendo un secuestro o privación ilegal de la libertad ya que tiene 22 años y en ningún momento consintió su internamiento.

“Yo le dije es ilegal, soy mayor de edad, no estoy drogada ni tomada daban a entender que yo tomaba porque tení­a traumas por no poder ser mujer y yo les decí­a yo soy feliz así­”, aseguró.

Para salir, tuvo ayuda para hacer público el caso y entonces el Anexo permitió que otra persona firmara el “permiso” para recuperar su libertad.

La página de internet del grupo de Alcohólicos Anónimos se deslinda de este tipo de hechos ya que aseguran que no cuentan con anexos, granjas ni otros establecimientos de 24 horas.

Testigo Púrpura buscó a personal de la Secretarí­a de Salud de Veracruz para conocer su trabajo al respecto de los Anexos, pero no hubo respuesta de la Coordinación de Comunicación Social del Gobierno del Estado.

El caso de Fabiola podrí­a no ser único, ya que la Comisión Ejecutiva de Atención a Ví­ctimas realizó una encuesta en 2015 donde el 2.12 por ciento de las personas dijeron haber estado internadas contra su voluntad en establecimientos de salud.

“Asociada con la patologización de la diversidad sexual. Esta práctica está asociada con pretensiones de normalización de personas que no se reconocen o identifican con orientaciones sexuales e identidades de género herteronormativas y dominantes”, indica la Investigación sobre la atención de personas LGBT en México de dicha Comisión.

“Se suma a esto la condena a la sexualidad sin fines reproductivos, incluida la homosexualidad, impuesta desde la influencia de la religión católica”, añade el documento.


Prácticas apoyadas por iglesias

La imagen de un santo ante el cual paraban a Fabiola, se sumaba a los reclamos por ser una mujer transexual.

Las religiones participan en estas “terapias”; por ejemplo los católicos tienen un pastoral que dicen promover la castidad entre las personas de la comunidad LGBTTI y los evangélicos en Veracruz han señalado tener una “cura” para la homosexualidad, aunque no es considerada una enfermedad desde 1990 según la Organización Mundial de la Salud. Ninguno hace referencia directa a la transexualidad.

“Fueron homosexuales o están ahorita en tratamiento, en pláticas, en las iglesias. Sí­ las hay (personas "curadas"), se les habla y se les intenta ayudar en su identidad y se les hace la invitación, ellos tienen la libertad de asistir, de estar o no estar, pero tenemos mucho respeto para todos ellos", declaró hace cuatro años Guillermo Trujillo ílvarez de la Red Evangélica de Veracruz, ante medios de comunicación.

Inclusive la activista, Jazziel Bustamante Hernández, vivió ese tipo de situaciones cuando recién comenzaba su transición. Ella fue expuesta cada domingo ante la feligresí­a mientras le poní­an la mano en la cabeza y rezaban.

“Me exorcizaran, ¿por qué exorcizar? porque cada domingo me pasaban al frente de la célula (…) me poní­a la mano aquí­ enfrente y empezaban a hacer oración con cantos y con gritos para que salieran lo demonios, hay un momento en que en verdad te crees que estás enferma”, narró.

Para ella, el surgimiento y mayor movilidad de grupos conservadores ha provocado que este tipo de “terapias” incrementen e inclusive podrí­an aumentar aún más.

“Hay que dejar muy claro que muchos de los suicidios de jovencitas, de jovencitos de la diversidad sexual tienen que ver con el rechazo social, el rechazo social que aunado a esa culpa te hace ser enferma, enfermo, conlleva a que muchas o muchos se suiciden”, advirtió.


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