de Fidel Herrera Beltrán, quien recibió el visto bueno en la Ciudad de México casi casi en la ví­spera de la toma de posesión de la gubernatura.
En el carril polí­tico se afirma, por ejemplo, que quien tiene de su lado, primero, a los consejeros del OPLE y a los magistrados del Tribunal, va de gane, con todo y que la elección se vaya al Tribunal Federal Electoral que allá se rolan, pueden rolarse influencias con las elites polí­ticas más altas.
Giovanni Sartori decí­a, por ejemplo, que en una elección quien tiene el billete… tiene más posibilidad de triunfar en las urnas y en el tribunal.
Carlos Hank González, el tlatoani que fue del grupo Atlacomulco hacia la mitad del siglo pasado, decí­a que quien tiene el dinero, pero también, la operación electoral, además de ganar los comicios, también tiene la llave para abrir las puertas del cielo.
Yo, decí­a Fidel Herrera Beltrán, “nunca he perdido ni un volado”.
Por eso, quizá, ganó la gubernatura al panista Gerardo Buganza Salmerón en el año 2004, cuando tuviera de coordinador de la campaña a Miguel íngel Yunes Linares, y logró imponer como sucesor a Javier Duarte, derrotando una vez más al Yunes azul, tiempo aquel cuando su operador electoral estrella era Ranulfo Márquez Hernández, quien ahora forma parte del llamado “Cuarto de guerra” del CDE del PRI de Pepe Yunes Zorrilla.
Y en donde, además, alterna con el gran mapache electoral Marcelo Montiel Montiel, el cacique de Coatzacoalcos que, ni modo, perdiera la presidencia municipal el año anterior, pues todo “señor de horca y cuchillo” tiene su debut, pero también su nadir.

DOS. Un pueblo en manos de tres notables

En el Tribunal Electoral de Veracruz hay tres magistrados, a saber, José Olivares Ruiz, el presidente, Javier Hernández Hernández y Roberto Sigala Aguilar.
Y en caso de que las elecciones de diputados locales y gobernador de Veracruz se judicialice, entonces, el trí­o decidirá a nombre de los cinco millones de jarochos con credencial de elector.
Según el experto electoral, el economista Carlos Quiroz Sánchez, académico en la Universidad Veracruzana, a veces sucede que el tráfico de influencias y/o el conflicto de intereses se atraviesan y al fin seres humanos, ni modo, la decisión final puede empujar una carreta concreta y especí­fica.
Con todo, si la elección de gobernador, la que más interesa a la población porque significa el reparto de miles de plazas y de negocios lí­citos e ilí­citos y de “aviadurí­as”, va al tribunal, entonces, la decisión superior que incidirá en el destino social estará a cargo del trí­o de referencia.
Y cada partido polí­tico y candidato se pone buzo o de lo contrario, por más que ganaran en las urnas, ahí­ les pueden robar el triunfo.
Nadie, claro, arroja el estercolero sobre el tribunal, pero tampoco puede descartar el chanchullo que en otras ocasiones se ha dado.
Fidel Herrera Beltrán, por ejemplo, la ganó en el tribunal local, pero como fue impugnado, se fue al tribunal federal, donde, oh sorpresas que da la vida, volvió a ganar.

TRES. Radiografí­a de un magistrado

Por eso valdrí­a la pena, digamos, como mero ejercicio cí­vico, radiografiar a los magistrados atrás de la esperanza social que llevara a la madurez democrática y que en su esencia pura, cierto, es democracia electoral, pero al mismo tiempo, el concepto es universal, pues incluye la democracia social, la democracia económica, la democracia educativa, la democracia de salud, la democracia de seguridad y justicia, y hasta la democracia religiosa y sexual.
Un todo… en un mundo plural.
Por ejemplo, el caso del magistrado Hernández Hernández.
En aquel tiempo, Carolina Viveros, bibliotecaria de la facultad de Leyes de la Universidad Veracruzana, compañera de estudios de Fidel Herrera, brincó al Instituto Electoral de Veracruz, IEV, como presidenta.
Ví­ctor Moctezuma, destituido del IFE como vocal ejecutivo en el distrito de Córdoba porque la Contralorí­a le sancionó por errores que suelen cometerse en la vida, fue ascendido a secretario de IEV.
Y al lado de los dos apareció Javier Hernández como consejero propietario, trepado, claro, a las faldas de Viveros y a las valencianas de Moctezuma, y quien varios años después operarí­a la elección de Javier Duarte como diputado federal ante un panista deportista que lo estremeció.
Toda la vida estudiando posgrados, toda la vida trabajando en la UV como académico, toda la vida integrando una currí­culo impresionante propia de un secretario de Estado, Estado federal, y todaví­a, con tiempo suficiente para la academia en la UV, don Javier Hernández fue elegido magistrado del Tribunal Electoral el diez de diciembre del año 2015 por el Senado de la República, que su facultad es.
Su antigua protectora, Carolina Viveros está retirada del escenario polí­tico, y su maestro Moctezuma integró, según parece, una organización electoral para asesorí­a con muchos de los exconsejeros que salieron del antiguo IFE.
Pero don Javier tiene vida propia.
Y si fue nombrado por el Senado, allí­ radicarí­a una de sus fortalezas para apegarse con firmeza a la ley, sin escuchar el cántico de las sirenas.