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8 Columnas
Viernes 16 febrero, 2018

De la Soberaní­a Municipal


Por Reynaldo Escobar

El legado histórico de Francisco Primo de Verdad y Ramos, no se puede entender sin el conocimiento su memoria póstuma. Destronados los Reyes de España por el Emperador Napoleón Bonaparte, la aspiración desde el Ayuntamiento Metropolitano de la Nueva España, liderado por Primo de Verdad, se fijó...

la meta de alcanzar un gobierno patriótico y justiciero basado en la Libertad del Pueblo y fundado en el Poder Individual de cada ciudadano, dispuesto a despojarse de su soberaní­a personal, para constituir el Poder Soberano del Estado Mexicano.

Esa es la raí­z de donde nace y se fundamenta el concepto de Soberaní­a Nacional establecido en el artí­culo 39, Tí­tulo Segundo, Capí­tulo I, de la Constitución Polí­tica de los Estados Unidos Mexicanos, que a la letra dice: “art. 39.- La Soberaní­a Nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.”

De donde se colige que el Municipio Mexicano es una Institución que cuenta, en el ámbito de su conformación y competencia, con la “Soberaní­a” que le corresponde, como Orden de Gobierno, reconocido así­ en el artí­culo 115 de la Carta Magna.

¿Qué diferencia hay en México, entre la conformación de la República; de una Entidad Federativa; y un Municipio? La respuesta se da con los elementos inherentes a la formación de esas tres instituciones públicas, que consisten en: Población, Territorio, Gobierno, Poder Público e Instituciones Jurí­dicas. En esos tres órdenes de gobierno se cumplen los requisitos mencionados.

Y para que el pueblo soberano, en ejercicio de su voluntad democrática elija al Presidente de la República; al Gobernador de su Estado; o al Presidente Municipal del lugar de su residencia; se necesita en la elección correspondiente, que el ciudadano, con su credencial de elector, acuda el dí­a de la jornada electoral a la casilla, y emita su voto, en favor del candidato que considere digno de recibir el mandato popular.

De ahí­ que el Mandante (el pueblo), le dé a la autoridad la confianza de convertirse en Mandatario, cuya obligación en un gobierno democrático, es obedecer al pueblo en la búsqueda y ejecución de las acciones gubernativas encaminadas a lograr el bien público temporal.

Los veracruzanos seguimos confiando en que los Ayuntamientos de los 212 municipios, ejerzan su Soberaní­a para favorecer al pueblo.


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