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Malecón del paseo
Miércoles 14 febrero, 2018

La hora de la justicia

•Veracruz. ensangrentado
•Los muertos salen de sus tumbas

EMBARCADERO: “Los muertos (en Veracruz) han sido sacado de sus tumbas” (Walt Whitman) en unos casos... Y en otros, de las fosas clandestinas... Y en otros, “los cadáveres yacen en tumbas recién abiertas”... Ha sido a partir de que la yunicidad detuvo a diecinueve policí­as, entre ellos, a mandos altos, acusados de desaparición forzada y que en un Estado de Derecho significa la alianza de los polí­ticos, los policí­as y los carteles y carteles para sembrar el horror y el terror, “la noche más larga y extensa de

Luis Velázquez

los cuchillos largos”, la peor noche...de una dictadura siniestra y sórdida…Los cadáveres todaví­a están ensangrentados… Es como si de pronto, y ante la llenadera del penal de Pacho Viejo con mandos policiacos y mandos rasos acusados de delitos de lesa humanidad, delitos que nunca, jamás, prescriben, como es la desaparición de personas en nombre, ajá, de la ley, la ley del garrote, la macana, el tolete y el uniforme policiaco, hubiéramos llegado de pronto al Dí­a del Juicio Final cuando, dice el relato, los muertos resucitarán… Cientos, miles de personas fueron atravesadas en el duartazgo por el plomo gris, y cuando nadie esperaba justicia, “el gobierno del cambio” está cumpliendo con un principio elemental de justicia como es llevar a juicio a los profanadores de la ley y el orden, pero también, a los atropelladores de la vida y de los derechos humanos…

ROMPEOLAS: “Los viejos cementerios de las colinas”, las Colinas de Santa Fe, la fosa más grande de América Latina, ubicada casi en la orilla del Golfo de México, a unos cuantos pasos del centro de la ciudad jarocha, fundada hace casi 500 años por Hernán Cortés, están vigente… Con la captura y el proceso penal a que los 19 policí­as y sus cinco jefes (Arturo Bermúdez Zurita, José Nabor Nava Olguí­n (prófugo de la justicia por cuya cabeza ofrecen un millón de pesos), Óscar Tirado Sánchez, Roberto González Meza y José López Cervantes) serán sometidos, los cadáveres han sido desenterrados para enfrentarse a los vivos, todos ellos, los jefes policiacos nombrados por Javier Duarte, el polí­tico preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, acusado de lavado de dinero y delincuencia organizada, y quien para olvidar sus dí­as y noches presidiarias, juega baraja con un chino, dicen, que sólo se entienden a partir de señitas y risitas…

ASTILLEROS: De acuerdo con la liturgia, los desaparecidos, los cadáveres y los muertos sepultados en las fosas clandestinas, y quizá, quizá, quizá, los familiares de las ví­ctimas, y parte de la población, encontrarí­an la paz y el reposo del corazón, las neuronas y el hí­gado cuando, por ejemplo, sean sometidos a un proceso penal y sentenciados… Y sentenciados, incluido Javier Duarte, quien fue el jefe máximo de todos ellos, el capitán del buque, el mandamás Odorico Cienfuegos… Las venas sangrantes de Veracruz (y de las que en América Latina hablaba Eduardo Galeano) han estado más heridas que nunca… Pero si el tozudo gobernador Yunes se ha anotado un diez con la captura de todos ellos, más los que faltan, un aproximado (por ahora) de doce, más los que están prófugos, pule y vuelve a pulir un proceso ultra contra súper documentado, entonces, el alma colectiva, el alma social, encontrará reposo… Cierto, cierto, cierto, mucho se duda que los desaparecidos aparezcan y más con tantos años de ausencia ni tampoco los cadáveres resucitarán, pero al mismo tiempo, el hecho de dictar sentencia, apegados a la ley, será tanto como si, por ejemplo, los desaparecidos tuvieran cristiana sepultura para llevar flores y oraciones…

ARRECIFES: En todos los hogares de Veracruz, del norte al sur y del este al oeste, priva el dolor y el sufrimiento por un familiar desaparecido… La sonrisa cariñosa de una hija, el abrazo de un hijo, la ternura de una mujer, la alegrí­a de un niño, todos, truncados por la muerte siniestra del aparato gubernamental de Javier Duarte es tanto como “los cuerpos acuchillados en los campos de batalla” (Whitman)… Durante mucho, demasiado, excesivo tiempo, la mitad de la población de Veracruz y la otra mitad ha soñado con fantasmas asesinos, imaginando los nombres de los culpables de tantos desaparecidos (más de quince mil asegura la diputada Marijose Gamboa Torales), pero también, especulando con las razones desventuradas para su secuestro, y en muchos casos, asesinato y sepultura en una fosa clandestina… Las fosas donde los dictadores de América Latina solí­an esconder a los muertos, todos civiles, en tanto a otros los trepaban a un avión y los tiraban vivos a la mitad del océano en un mar infectado por tiburones hambrientos… Y/o como en el caso de Porfirio Dí­az Mori cuando ordenó el asesinato de los obreros de Rí­o Blanco y que los militares treparan los cadáveres a los vagones del ferrocarril y los trasladaran al castillo de San Juan de Ulúa y los arrojaran al Golfo de México… Javier Duarte y los suyos como los sátrapas del siglo XXI, a quien Enrique Peña Nieto puso de ejemplo con César Duarte (Chihuahua) y Roberto Borge Angulo (Quintana Roo) como el trí­o de gobernadores modelos de la nueva generación polí­tica de la nación… La nación ensangrentada…

PLAZOLETA: Los desaparecidos y los cadáveres fueron escondidos en el duartazgo en noches de luna llena y noches oscuras y sórdidas… Y en las profundidades de la tierra y del mar… Y tirados en los rí­os de Veracruz para que flotaran aguas abajo… Y cercenados… Y pozoleados… Y triturados en viejos molinos de caña de azúcar… Y tiradas las cenizas a la laguna y/o al brazo del rí­o y/o al rí­o que pasaba enfrente… Y como en muchí­simos casos, los hijos nunca volvieron, los Solecitos (doña Lucí­a Dí­az Genao) y los Colectivos (son bastantes) caminan adoloridos en el camino del sufrimiento, con la esperanza de una lucecita que pudiera alumbrar el largo y extenso túnel de la ausencia… Desde el año 2011, primero de Duarte cuando iniciara la pesadilla, las ongs buscan a los suyos… Y por vez primera, el vací­o de sus vidas empezarí­a a llenarse a partir de que los diecinueve jefes y policí­as queden refundidos en el penal de Pacho Viejo y/o en otros de máxima seguridad… Es la hora de recoger la esperanza dispersa en el infierno que todos ellos han padecido…


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