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Malecón del paseo
Martes 13 febrero, 2018

El José Stalin jarocho

•Falló el periodismo
•Vergí¼enza ser reportero

EMBARCADERO: “En la noche de los cuchillos largos” vivida y padecida en el duartazgo, falló el ORFIS... Falló la Comisión de Vigilancia del Congreso... Fallaron los diputados locales... Falló la Contralorí­a... Falló la secretarí­a de Finanzas y Planeación... Falló la secretarí­a de Seguridad Pública... Falló la procuradurí­a de Justicia mudada en Fiscalí­a... Falló el secretario General de Gobierno (Gerardo Buganza Salmerón, sobretodo, pues el otro, Érick Lagos, era cómplice)

Luis Velázquez

Entre otras dependencias… Pero también falló el periodismo… Y el periodismo falló, primero, en el caso del sórdido imparable saqueo… Pero más, mucho más, falló en la desaparición forzada que Javier Duarte, Arturo Bermúdez, José Nabor Nava Olguí­n, Óscar Tirado, Roberto González Meza y José López Contreras, por lo pronto, y sus policí­as, cometieron durante los casi seis años en la más terrible y espantosa barbarie padecida en Veracruz… El periodismo estaba (y está) obligado, primero, a dar espacio a los familiares de los desaparecidos que se inconformaban en la ví­a pública con marchas de protesta… Segundo, a seguir la pista de la muerte de una manera diaria, firme y férrea… Tercero, a ejercer un periodismo de investigación para rastrear la huella y el olor de la muerte… Y cuarto, a convertirse, incluso, en un activista social para estar de lado de las ví­ctimas…

ROMPEOLAS: El periodismo, todos, fallamos… Reporteros, cronistas, columnistas, directivos y dueños… Si los funcionarios de Duarte callaron por sus intereses polí­ticos, económicos y sociales, el periodismo estaba obligado a contar las historias sórdidas y siniestras ocurriendo de norte a sur y de este a oeste… Quizá, ninguna duda existe, uno que otro medio dio espacio alguna ocasión, pero al mismo tiempo, de forma efí­mera… Y sin un periodismo de calidad, documentado, que al mismo tiempo, resonara en la Ciudad de México, la metrópoli más grande del mundo, asientos de los poderes federales… Se ignora si el periodismo calló en Veracruz por la ausencia de una conciencia social… Se ignora si calló porque, como reveló el vocero del gobernador Yunes, Elí­as Assad Danini, Javier Duarte repartió trece mil millones de pesos en los casi seis años a los medios… Se ignora si callaron porque a muchos medios Duarte enriqueció con embutes mensuales millonarios, en tanto a otros hasta les regaló edificios, oficinas y maquinaria y terrenitos para capitalizarse, además de cargos públicos… Se ignora si el periodismo calló por insensibilidad social, indiferencia, desprecio y menosprecio, desdén…

ASTILLEROS: Javier Duarte caminó en el infierno teniendo como aplaudidores a los medios, dueño que llegó a creerse y sentirse del dí­a y de la noche y del destino común de la población… Y en contraparte, los familiares de las ví­ctimas desaparecidas y asesinadas y cercenadas y pozoleadas y sepultadas en fosas clandestinas, teniendo, incluso, panteones particulares en 43 municipios, iban por un lado, solos, arando en el desierto, y el periodismo iba, y por desgracia, por otro lado… Siempre, siempre, siempre, lanzando incienso al paso del gobernador preso ahora en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, acusado de lavado de dinero y delincuencia organizada… Bien lo dijo el legendario y mí­tico reportero, José Pagés Llergo, fundador del semanario Siempre!, cuando apadrinara a una generación de egresados de la vieja y amada facultad de Periodismo… “Han llegado ustedes, les dijo, a dos caminos… Un camino está lleno de flores y nardos, y es el camino fácil… Y el otro camino está lleno de espinas y cardos, y es un camino difí­cil, pero ideal”… En el duartazgo, el periodismo se fue, y por desgracia, por el camino fácil… Todos, dejamos solos a los familiares de los desaparecidos, y aun cuando existieron voces solitarias, la mayorí­a, el 90, el 95, el 97 por ciento fue atrás de Javier Duarte, a tal grado que entre los mismos diaristas crearon la leyenda real del llamado “Cartel del Palacio”…

ARRECIFES: La esencia sencilla y simple y superior del periodismo es contar lo que sucede, contar lo que se conoce, contar lo que se sabe, contar lo que se investiga… Y con Duarte, el José Stalin del siglo XXI en el Golfo de México, el periodismo falló… Nadie puede negar el talón de Aquiles del periodismo… Uno, la baja, bají­sima circulación… Dos, el bajo, bají­simo rating en los noticieros televisivos y radiofónicos… Tres, el ridí­culo de las páginas digitales alardeando que tienen lectores en el Polo Norte y por eso registran más de un millón de visitas diarias… Cuatro, la inexistente publicidad comercial… Y por eso mismo, para existir solo quedan los convenios mensuales con el gobierno del Estado y los presidentes municipales… Por eso, la vocera Marí­a Georgina Domí­nguez Colio, por ejemplo, amenazaba a los dueños de los medios con suspender el pago mensual si publicaban una crí­tica, una notica incómoda en contra de su patrón… Por eso, cuando el primero de junio del año 2011, el primero del duartazgo, secuestraron, desaparecieron, asesinaron y sepultaron en fosa clandestina al primer reportero de Veracruz, Noel López Olguí­n, del periódico “Horizonte” y “Noticias de Acayucan”, ningún reportero levantó la mano para contar la historia… El duartazgo terminó, ya se sabe, con diecinueve reporteros asesinados y tres desaparecidos… Y cuando hubo protestas gremiales era demasiado tarde…

PLAZOLETA: Los primeros diecinueve mandos y policí­as acusados de desaparición forzada han sido detenidos… Y todos los medios la publicaron en portada… Era la noticia del dí­a y de la semana… Pero en la historia está que el periodismo falló en el momento clave, el más siniestro de Veracruz… Quizá si los medios, como sucede en otras latitudes del mundo, se habrí­an integrado en un frente común para investigar la atrocidad duartiana y publicar al uní­sono la vocación sangrienta del sexenio anterior habrí­a sido frenada… Quizá, igual, encumbrados en el poder sexenal (poder que es efí­mero), de nada pudo servir, con el riesgo, incluso, de volverse una ví­ctima más… Pero, bueno, más allá de los escenarios, el periodismo falló… Falló a los lectores… Falló a la población… Falló a los familiares de las ví­ctimas… Falló a los derechos humanos… Falló a la dignidad humana… Falló al ejercicio del legí­timo derecho a vivir que todos tenemos sin excepción… Por eso, un viejo periodista decí­a que a veces, muchas, las más, da vergí¼enza decir que somos reporteros… En muchos, muchí­simos casos, y por desgracia, ¡pinches vividores que todaví­a “se curan en salud” proclamándose ángeles de la pureza!…


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