Desconcertadas, aprendiendo a ser oposición. Se aplican, o quedarán desempleados seis años más.
Incluso, en la última semana de precampaña electoral, los inminentes candidatos del PAN, PRD y MC y de MORENA al trono imperial y faraónico alardean que la reñida competencia está sólo entre ellos, engreí­dos y petulantes.
Así­, han llegado al grado de ignorar por completo, tratar con desdén al candidato del PRI y PVEM. Como si ellos fueran ya, ya, ya, los punteros en la recta final.
Pero aquí­ al primero de julio hay años luz. Y muchas cosas pueden pasar. En polí­tica, ha dicho el tótem Jorge Uscanga Escobar, no hay polí­tico muerto. Y los muertos, en todo caso, resucitan.
Y se aplican, o de lo contrario, luego del domingo de las cinco elecciones, Veracruz entrará en un compás de espera hasta el año 2021 cuando de nuevo la pasión electoral se incendie.
Tres años, entonces, que se vivirán en el limbo.
Y es que, además, el candidato ganador de la gubernatura tendrá de sobra para repartir cargos públicos, plazas, aviadurí­as, obra pública, negocios lí­citos e ilí­citos, empresas fantasmas y jineteo bursátil, entre otras cositas que integran el rosario de la corrupción polí­tica.

DOS. En caí­da libre

El PRI jarocho vive y padece el más terrible, largo y crudo otoño. Sus hojas, sus raí­ces, sus ramas, todo descarriló.
Y en la caí­da libre, cuando el duartazgo, la mayorí­a priista calló. Y las voces solitarias (Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa, por ejemplo) de nada sirvieron.
Incluso, tampoco de nada sirvió que el ex Auditor Superior de la Federación, Juan Manuel Portal, interpusiera las primeras denuncias penales en la Procuradurí­a General de la República, PGR, en contra de los desví­os duartianos.
Nadie en la PGR lo escuchó. Nadie en la secretarí­a de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, lo quiso escuchar.
Quizá la orden superior para que nadie lo tocara provení­a de Los Pinos.
Ahora, ni modo, “en el pecado llevan la penitencia”.
Y en la oposición en que ahora naufraga el viejo mastodonte pareciera demasiado tarde para reponerse.
Y lo peor, repitiendo los mismos errores históricos.
Juan Nicolás Callejas Roldán, el hijo de un cacique, y Marí­a del Carmen Pinete Vargas, resucitando del pasado, por ejemplo, enquistados como candidatos al Senado de la República, quienes en vez de sumar votos a Pepe Yunes Zorrilla, se corre el riesgo de que lo descuarticen.

TRES. Priistas acalambrados

172 presidentes municipales de Veracruz militan en otros partidos. El PRI sólo ganó 40 alcaldí­as en las urnas el año anterior cuando la delegada del CEN del PRI era Lorena Martí­nez, la candidata a gobernadora de San Luis Potosí­ que fue derrotada.
Y en premio, caray, el CEN del PRI la lanzó como candidata pluri al Senado de la República, háganos favor, en vez de un castigo ejemplar.
Y de ñapa, el calambre del Órgano de Fiscalización Superior, ORFIS, a 125 exalcaldes a quienes horas, dí­as antes de dejar la silla edilicia les dijeron que cuidadito porque todos tení­an (y tienen) irregularidades.
Además, los 315 duartistas, entre funcionarios y burócratas, a quienes en los dí­as previos a finales del año anterior el Contralor Ramón Figuerola Piñera les avisó que habí­an sido denunciados por el desví­o de 48 mil millones de pesos.
Y con un terrorismo implacable de tal naturaleza, las huestes priistas están acalambradas.
Y en el centro del escándalo, ninguno se mueve para operar en jornada electoral a favor del PRI.
Todaví­a de ñapa, el avisito del ORFIS, ajá, que de pronto interpuso 139 denuncias en la Fiscalí­a por el desví­o de treinta mil millones de pesos cometidos del año 2007 al 2016, tiempo cuando Fidel Herrera iba en el tercer año del sexenio.
Fue efectivo Porfirio Dí­az Mori cuando ordenara al gobernador Luis Mier y Terán “¡Matar en caliente!” a los nueve jarochos sublevados en contra de su reelección.
Igual de efectivo Miguel íngel Yunes Linares, el ex priista que ahora se venga en contra de las elites de su mismo expartido.

CUATRO. Cerco de Yunes Linares

Sin los delitos de Javier Duarte habrí­a estado en chino que Yunes Linares ganara la silla embrujada del palacio.
Y si Enrique Peña Nieto hubiera asestado el manotazo a tiempo, su partido, el PRI, seguirí­a gobernando Veracruz.
Ahora, el cerco del Yunes azules a Duarte ha hecho mella tanto en la población electoral como en el tricolor.
Nadie, claro, y por ahora, puede vislumbrar que con todo, el nepotismo yunista de entregar la silla al primogénito cuaje en su dimensión estelar y obtenga el mayor número de votos ante los demás adversarios.
Pero en la cancha azul están seguros de que mientras en el ánimo social se mantenga vivo el duartazgo continuarán remontando.
Por eso, “a tiro por viaje”, “El chiquis” sigue bombardeando a Duarte y a su maestro, Fidel Herrera, azuzando a los ciudadanos en contra.
Y más, porque están viendo que en el carril rojo tardan demasiado en recuperarse y de ñapa han caí­do en un derrotismo cruel y bárbaro, como si de hecho y derecho estuvieran resignados.
La duda es saber si las elites priistas sacarán partido de la calamidad polí­tica en que están atrapados.
En la cancha azul, el aparato gubernamental aceitado para ganar en las urnas como por ejemplo, el último detenido, el ex jefe de la Fuerza Civil de Arturo Bermúdez Zurita, Roberto González Meza, acusado de diez desapariciones forzadas, delito de lesa humanidad.
Y en MORENA, trepados todos en las valencianas de AMLO creyendo que por ósmosis el fuego electoral se transmite como un virus.
El viejo paquidermo rojo parece languidecer. Les falta imaginación y garra.