Y un Veracruz rural, donde todos los dí­as y noches es la noche más larga y extenuante de sus vidas.
En medio, “el rugido sordo de la sombrí­a voz del pueblo” como escribiera Ví­ctor Hugo en “Los miserables.
Por eso, el campo de la batalla social son las calles y los pueblos para hacerse oí­r.
El motí­n del derecho.
La sublevación de la ley.
Los soldados del orden.
La guerra de la justicia.
La barricada de la legalidad.
La insurrección de la dignidad humana y el deber.
La antorcha de la libertad.
El puñal de la razón.
La revuelta social por las urnas.
Tal es el significado de la hora de las urnas que está sonando.
Por el palacio principal de gobierno de Xalapa han desfilado 75 gobernadores.
Y el resultado es catastrófico.
El CONEVAL lo dejó claro. seis de cada 10 habitantes en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Antes, por ejemplo, viví­amos con miedo. Hoy, vivimos sin esperanza, como escribiera el gran reportero y escritor francés, Emmanuel Carrére en su reportaje sobre Rumania.

DOS. Simple alternancia partidista

La democracia nunca se ha construido en dos años ahora cuando la yunicidad ejerce el poder polí­tico.
Incluso, tampoco en tan escaso y limitado tiempo puede soñarse porque soñar significar perder el tiempo, pues de cualquier manera se continúa igual, es más, se empeora.
La transición democrática tan esperada en cada cambio de gobierno ha significado en Veracruz una simple alternancia partidista.
Quí­tate tú, PRI, porque ya llegué yo, PAN y PRD.
Quí­tense usted porque ya llegó MORENA.
Con todo, cierto, ha de soñarse, pero siempre oteando hacia el porvenir.
Soñar, por ejemplo, con un bello dí­a.
El dí­a de la humanidad.
El dí­a que soñó Ví­ctor Hugo en “Los miserables” y casi doscientos años después ni aurora ha podido ser.
El dí­a soñado por Ernesto “El Che” Guevara en la selva boliviana, sueño que terminara con su muerte.
El dí­a soñado, vaya, por Jesús, rodeado de sus apóstoles, todos pescadores, y que sólo ha significado un bello y fascinante sueño, duro y terrible despertar social.

TRES. Elites polí­ticas desbocadas

Las elites polí­ticas de los partidos luchan por la gubernatura de 6 años… que siempre soñó Miguel íngel Yunes Linares y luego de veinte años de soñar terminó apenas, apenitas en dos y que al mismo tiempos son muchos, pues a su ex primo, el senador Héctor Yunes Landa, el tren ya se le fue y ni siquiera al cabuz pudo treparse.
Según las elites, ellos alumbrarán el destino social de un pueblo, Veracruz, pródigo en recursos naturales, pero habitado por jodidos que perciben pinches salarios de hambre.
Las cúpulas están desbocadas.
La población, ocupada de llevar el itacate y la torta a casa, nada espera.
Y lo peor, vive igual que sus antepasados.
Más que en la esperanza, en la desesperanza.
Le vale quien llegue de gobernador, pues luego de 75 mandatarios que han ocupado la silla embrujada de palacio (embrujada porque a todos, sin excepción, enloquece), ninguna posibilidad de rendición social.
Cada pobre está cerca de los suyos.
Ellos son su patria. Su Veracruz.
Están hartos y enojados como dice el presidente del CDE del PRI, Américo Zúñiga Martí­nez, porque la ilusión y la utopí­a ya se agotaron.
Ahora, la población cayó en lo peor estado de ánimo. Se llama indiferencia.

CUATRO. Peor guerra callejera

“¡Ay, escribió Ví­ctor Hugo, cuando la sangre social está caliente!”, porque la población se estremece.
Y es que más que una precampaña electoral se vive la peor guerra callejera de todos los tiempos en Veracruz.
El populacho salvó a Roma. La chusma redimió a Jesús. Pero ninguno de los cuatro precandidatos a la gubernatura salvará a “los descamisados” que así­ llamaba Evita Perón a los jodidos.
El primero de julio será un dí­a a clarear.
A las 8 de la mañana, la fiesta cí­vica de las urnas abiertas.
A las 5 de la tarde, la encuesta de salida de los ansiosos y desesperados anunciando, digamos, el mundo nuevo.
A las 8, 9 de la noche, la insurrección de los triunfalistas, antes, mucho antes que el OPLE.
A media noche, todos estarán sublevados.
Todos esperando el toque de queda de la autoridad electoral para ver si los partidos y los candidatos le creen, o por el contrario, alista la pelea siguiente en el tribunal electoral.
Y la mayor parte del millón de indí­genas y de los dos millones de campesinos y de los tres millones de obreros se habrán acostado pensando en el itacate del dí­a siguiente.
Y como en el caso de las regiones étnicas de Veracruz, incluidos los niños, se habrán ido a la cama sin cenar, de igual manera como sin desayunar suelen sentarse en el pupitre del salón de clases.
Las elites polí­ticas, en la rebatinga. Los jodidos, sin que el corazón ciudadano se les perturbe ni menos, mucho menos, sufran una conmoción social.
Y ni siquiera, vaya, los cadáveres de tantos y tantos ciudadanos protestarán.
El triunfo será de las elites repartiéndose el poder durante seis años seguiditos.

CINCO. La utopí­a soñada

La más alta conquista social en la vida “es la soberaní­a sobre sí­ mismo” y que se reduce a un solo nombre, a un solo concepto.
Se llama libertad.
Y la libertad es compañera de la igualdad.
Y la igualdad significa el camino abierto por igual a todas las aptitudes y cuya punta del iceberg está en la educación.
Pero una educación que significa una escuela idéntica, de calidad y de la misma calidad para todos, pues simple y llanamente, sólo así­ puede aspirarse a una sociedad igual, el sueño fallido (y fatí­dico) que tantas mujeres y hombres han tenido en la historia.
AMLO le llama “la república amorosa”.
Miguel íngel Yunes Márquez, “el pueblo feliz”.
Pepe Yunes Zorrilla lo garantiza diciendo que “¡No les fallaré!”.
Allá los ciudadanos que deseen creer, pues nada, absolutamente nada posibilita la dignidad humana, más la única que cada jefe de familia, cada familia, pueda lograr con el acelerador a mil por hora y con tanque lleno para alcanzar cada quien en su mundo la utopí­a soñada.