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Diario de un reportero
Lunes 11 diciembre, 2017

La fe mantiene búsqueda de hijos

Luego de 16 años de frenético rastreo abrazó a su hijo y hasta conoció a su nieta quinceañera
•La madre, originaria de Honduras, corona su esperanza de cruces y espinas
•"Es una emoción tan grande que hasta se me olvidó la diabetes" y la madre no cesa de abrazar a su hijo

Por ISRAEL HERNíNDEZ/Enviado Especial

Guadalajara, Jalisco.- Clementina Murcia Hernández ha cumplido con la mitad de su misión dentro de la Caravana de Madres Centroamericanas: este 10 de diciembre, tras más de 16 años de búsqueda, ha podido abrazarse con su hijo Mauro Orlando Funes Murcia y conocer a María Guadalupe Sánchez Parada, su nieta de 15 años.
El segundo reencuentro de la Caravana 2017 es apenas una parte de la lucha que emprendió Clementina hace una década. La otra mitad aún está pendiente y no cesará hasta poder completarla. La esperanza por encontrar a su otro hijo desaparecido, Jorge Orlando Funes Murcia, ahora es mucho más grande.
Para la madre originaria de San Pedro Sula, Honduras, llegar hasta este momento no ha sido fácil. Antes tuvo que caminar decenas de kilómetros y gritar el nombre de su hijo en más de 30 plazas públicas de México en cinco años diferentes.

  • Reencuentro en Guadalajara

“Es una emoción muy grande que hasta se me olvidó la diabetes. No voy a parar de abrazarlo”, dice Murcia Hernández antes de abordar el autobús a las afueras del penal de Puente Grande. Dos horas después habrá de verse frente a frente con Mauro Orlando.

MIGRAR PARA CRECER

Aunque a simple vista luce serena, Clementina Murcia está inundada de ansiedad y no es para menos. Han pasado 16 años desde la última vez que supo sobre el paradero del menor de sus muchachos.

A finales de 2001, el entonces joven de 22 años abandonó Honduras para llegar hasta Estados Unidos, una travesí­a a la que también se lanzó su hermano Jorge Orlando en 1987, de quien hasta ahora se desconoce su paradero.

En su camino, Funes Murcia pasó por Tuxtla Gutiérrez y ahí­ conoció a Claudia Ivette Parada Rincón, con quien un par de años después procreó a Marí­a Guadalupe. Entonces se ancló a México y se empleó en Chiapas.

Su buen desempeño como mecánico especializado en motores diésel le permitió viajar constantemente a Guadalajara, adonde finalmente fue enviado por su jefe.

Si bien tení­a interés en recuperar la comunicación con su familia en Honduras, Mauro no habí­a podido tener algún acercamiento. Su esposa Claudia Ivette serí­a la responsable de contactar al Movimiento Migrante Mesoamericano y avisar que uno de los rostros que cargaban las madres era el de su marido.

“Un dí­a vi en una noticia que una señora llevaba la foto de mi esposo. Le pregunté si era él y si se trataba de su mamá. Al principio no querí­a decirme y después confirmó todo” explica Parada Rincón.

EL ENCUENTRO

Tras acompañar al resto de madres en la búsqueda por la Comisarí­a de Prisión Preventiva de Puente Grande, arriba al albergue FM4 en la capital tapatí­a y se dirige al área de dormitorios. En cuestión de minutos su vida será otra y lo sabe.

Para las 7 de la noche, el patio central del albergue ya está repleto por las madres de la Caravana y migrantes centroamericanos que están en tránsito por México. Los encargados del lugar han puesto en cí­rculo un centenar de sillas y dejado un espacio al centro.

En la entrada, Mauro Orlando Funes ya está listo para caminar hasta el patio y sólo espera la indicación. En sus brazos carga un enorme ramo de flores y sus ojos adelantan unas cuantas lágrimas antes del encuentro. Mientras tanto, en la planta alta del albergue, Clementina también espera en uno de los dormitorios. Pegadita a Mauro Orlando y a su familia, Marta Sánchez Soler, coordinadora del Movimiento Migrante Mesoamericano insiste en que el momento ha llegado y lo acompaña hasta el punto establecido.

“¿Dónde está Murcia? ¿Dónde se metió?”, pregunta Sánchez Soler. En cuanto Clementina empieza a bajar las escaleras, los asistentes sonorizan con aplausos y conmueven hasta al llanto a Funes Murcia.

De pronto y antes los ojos de todos, la herida que habí­a en sus corazones desde hace 16 años se cerró con un abrazo que se extendió por más de 5 minutos. “Yo te perdono todo, Mauro. Te extraño hijo, ojalá mis hermanas también encuentren a sus hijos como yo lo hice”, expresa Murcia Hernández.

“La fe es la que te mantiene en la búsqueda. Como madres siempre soñamos con este momento y ahora me toca a mí­. Los pocos dí­as que esté con él los voy a disfrutar como nunca, tenemos tanto que platicar”, afirma. Su estancia en Guadalajara será corta, ya que el 17 de diciembre debe viajar a Tenosique, Tabasco, para regresar a su paí­s natal junto a la Caravana.

Una vez que regrese a casa, tomará un breve descanso y su búsqueda se mantendrá. Si encontró a Mauro Orlando, está convencida que tarde o temprano ubicará a Jorge Orlando.

"Mi lucha no parará, de eso estoy segura" dice.


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