Hay reuniones de amigos, por ejemplo, en el café, con cuatro o cinco comensales y todos con el celular en la mano, cada uno metido en su esfera de cristal, en su castillo de naipes, en su paí­s encantado y embrujado… Y en ningún momento navegan para informarse, digamos, del palpitar del mundo, y/o, vaya utopí­a, leer un libro, y/o para estudiar… Por el contrario, todos andan en un viaje personal, amical o familiar… Un mediodí­a de esta semana, en un café, una madre estaba con su hijo… Ella, ultra contra súper metida en el celular, y el niño haciendo la tarea, leyendo en voz alta un trabajo escolar que, oh reforma educativa de Aurelio Nuño Mayer, aprendí­a de memoria… De pronto, el niño fue asaltado por una duda y preguntó a la madre y ella le dijo: “Espérate, estoy ocupada”… Y el niño siguió aislado en su mundo… Al rato, otra vez el niño necesitaba aclarar una duda y la respuesta de la madre fue la misma… En contraparte, en nombre de la austeridad los polí­ticos ahora rinden cuentas a través del Internet… Pero resulta que de acuerdo con los estudios, sólo dos, quizá tres, de las personas se informan por la ví­a tecnológica… Antes, fue la televisión, y antes mucho antes el teléfono, y antes, mucho antes el cine, y en la edad de piedra de la humanidad, la radio… Pero el Internet es la locura…

ROMPEOLAS: Y la locura, porque por todos lados la gente anda abstraí­da con el aparatito… En las calles, en los autobuses, en el malecón haciendo ejercicio, en la plaza comercial, en el restaurante, la gente está atrapada y sin salida… Simple y llanamente, el chisme en su dimensión estelar… Incluso, ha servido para alimentar la frivolidad humana y que el relato bí­blico registra como el peor mal de la caja de Pandora… Hay personas, muchas, por ejemplo, que en un centro público pasean con el celular en la mano luciéndose ante los demás, en un manifiesto aire de importancia, manoteando, como si estuvieran resolviendo la tercera guerra mundial… Peor tantito: la locura se expresa así­, personas que tienen tres y cuatro y cinco celulares, y cuando van al café, los colocan en fila india y en vez de mirar a los interlocutores frente a frente, a los ojos, miran el aparatito para ver si parpadea… Luego de pasar juntos una mañana, una tarde, por ejemplo, se despiden del amigo en la esquina, y un minuto después, están ya hablando por el celular… Más que un ejercicio comunicativo, y que significa integrarse entre sí­ para objetivos superiores, la gente ha sido arrastrada por el chismerí­o… El otro dí­a una señora de unos 35 años, más que bonita, bella, se pasó media hora platicando con una amiga sobre su perrito mascota… Que la ha visto enferma y triste y que no quiere comer y que se la pasa durmiendo y que de seguro necesita compañí­a y que la soledad y que la angustia de vivir… Luego, se despidió de ella, y de nuevo, como autómata, como un robot, pendiente de la lucecita avisando de una nueva llamada…

ASTILLEROS: La industria tecnológica es maravillosa… Hay, claro, en un mundo con una terrible y espantosa desigualdad social y económica, celulares de súper lujo, y también, baratos, baratitos, de unos trescientos pesos, básicos, indispensables, para chismear, pero sin la posibilidad de ver pelí­culas, por ejemplo… Todas las trabajadoras domésticas, todos los albañiles, todos los volovaneros, etcétera, están armados… Insólito, todos, pegados al celular en horas insólitas… Tanta fuerza social y educativa significa el aparatito que hasta el lenguaje ha sido transformado… Las palabras, por ejemplo, reducidas a su máxima expresión, casi casi, el nuevo mundo lingí¼í­stico totalmente achicado, como el libro aquel de Efraí­n Huerta intitulado “México a través de las siglas”… El lenguaje español, el más rico en palabras y significados en el mundo, reducido a simples siglas, las palabras acortadas en una sola letra… Y lo peor entre lo peor, las palabras llenas de errores gramaticales… Tan es así­ que Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, maestro en universidades norteamericanas y francesas, tiró a la basura su celular y renunció por completo al aparatito, molesto con tantos errores garrafales, como dirí­a el vecino… Un atentado gramatical, pues, a la Real Academia Española, mejor dicho, al lenguaje…

ARRECIFES: Hay señoras hipnotizadas con el whatsaap, por ejemplo… Desde que “Dios amanece hasta que anochece”, navegando en tal mundo, digamos, inverosí­mil, a tal grado que de plano el marido, la pareja, ha pasado a último término… Simple y llanamente ha dejado de existir, es un cero a la izquierda… Es más, de pronto, resulta que están hablando solas, como si tuvieran enfrente una amiga imaginaria… Y la pasión desaforada es tanta que con frecuencia terminan enojadas… Salma Hayek, la exitosa jarocha en Estados Unidos y Europa, dice que ella, entre otras cositas, “whasapea” (nuevo verbo en el idioma universal) con su esposo a quien todos los dí­as enví­a mensajitos í­ntimos, sensuales, para mantener viva su imaginación, el deseo, la pasión y el amor… Y de seguro también ha de enviarle sus fotos provocativas… Así­, son felices y dichosos… En contraparte, los polí­ticos están gobernando y ejerciendo el poder a través del celular, el más famoso, Donald Trump, a quien los sicólogos han declarado loco, con graví­simos problemas en el tinaco mental… El mundo, hechizado con el celular, el Adolfo Hitler, el José Stalin, el José Mussolini del siglo XXI… El hombre autómata, el hombre con las neuronas manipuladas, el hombre robot, el hombre sin sentido dirí­a Ví­ctor Frankl…