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Sábado 09 diciembre, 2017

Yo no miento: Yunes

•Careo con Gómez Leyva
•Abiertos muchos frentes

ESCALERAS: El mundo polí­tico del paí­s ya conoce el temperamento fogoso del gobernador Yunes. Siempre ha sido así­. Igual, digamos, que los Yunes de aquí­ y de allá. Así­, con sus genes y ví­sceras, derrotó al PRI en las urnas el año anterior. Y ni modo que cuando está en la cúspide del poder conozca la mesura. Su tiempo social es intenso, frenético, avasallante.
Tan es así­ que la mitad de las elites priistas y la otra mitad está arrodillada y azorrillada.

Luis Velázquez

Incluso, y dado que viven en el limbo, en el carril han endilgado el calificado del “presidente imaginario” a Renato Alarcón.
La semana anterior su idiosincracia y personalidad quedó una vez más expresada. Fue en el noticiero de Ciro Gómez Leyva y el reportero y escritor, Humberto Padgett (“Retrato í­ntimo de un padrote”, “Las muertas del Estado”, feminicidios en el estado de México con Enrique Peña Nieto, “Jaurí­a, la verdadera historia del secuestro” y “Los muchachos perdidos”, entre otros libros).
Por eso, el primero de diciembre de 2016 cuando Yunes tomara posesión pronunció tres discursos. En el Palacio Legislativo. En el patio del palacio oficial. Y en el parque Lerdo de Xalapa. Y en los tres casos mostró el puño, bragado, peleador callejero, fajador de cantina, los guantes siempre en son de lucha. El puño tipo Gustavo Dí­az Ordaz en el movimiento estudiantil del 68. El puño categórico. Autoritario, dirí­a el sicólogo social. No la mano extendida ofrecida al interlocutor. El puño.
Dijo repetidas veces a Gómez Leyva, a propósito de la estadí­stica del Sistema Nacional de Seguridad:
“Yo no miento”.
Molesto. Voz firme. Como si el mandamiento de la ley de Dios fuera (es, mejor dicho) sagrado.
Luego, y en el mismo vaso comunicante, precisó:
“Yo no echo la culpa a nadie. Yo no meto ningún dato a “la licuadora”. Yo no pretendo suavizar nada”.
Ningún gobernador en la historia local ha sido así­ recuerda el politólogo Carlos Ernesto Ronzón Verónica. Ni siquiera, vaya, los rancheros Rafael Hernández Ochoa y Agustí­n Acosta Lagunes.
Tampoco Fernando López Arias, el Fiscal del hierro de Adolfo López Mateos, que encarcelara, entre otros, a Demetrio Vallejo, el gran lí­der sindical de Adolfo López Mateos.
Cada quien, sin embargo, con su estilo personal de ejercer el poder y gobernar.

PASAMANOS: ¡Vaya agarrón entre el gobernador y el reportero y escritor Humberto Padgett!
Cada uno con sus datos. Cada quien con la interpretación de los hechos y la estadí­stica oficial. Cada parte con su mirada. En todo caso, lo dice el proverbio popular: Las cosas son de acuerdo “con el color del cristal con que se miran” y que, por cierto, en el siglo pasado fue tí­tulo de una novela del gran cronista, León Roberto Garcí­a.
En la confrontación, lo más, mucho más ocupaba y quizá, preocupaba, al góber azul era que lo exhibieran como mentiroso.
“Yo no metí­” dijo insistente.
Y cuando el reportero precisó la numeralia de la incertidumbre y la zozobra, Yunes reviró diciendo que “en todo el paí­s la inseguridad es grave”.
Visión de polí­tico, visión reporteril fogueado en el campo de batalla y de manera estelar, Gómez Leyva, el conductor en jefe, debió intervenir, digamos, en son de paz. Conciliando. Encontrado puntos de encuentro, avalando siempre, como ha de ser en el periodismo, al compañero periodista.
Y más en el caso del ultra contra súper cronista como es Padgett, y quien en base al dato oficial resumiera la avasallante realidad jarocha:
En el bienio azul, más de cien asesinatos cada mes…, lo que nunca antes, dijo, en sexenios anteriores.

CASCAJO: El góber es así­. “Mecha corta” dirí­a el antropólogo.
Hoy, los frentes de batalla están abiertos con los diputados locales y federales de la oposición, Amado Cruz Malpica, Rocí­o Nahle y Cuitláhuac Garcí­a, y el coordinador de MORENA en Veracruz, Manuel Huerta Ladrón de Guevara.
También está sangrando el frente con el Movimiento de los 400 Pueblos y su figura emblemática, César del íngel, quien internado en el hospital decidió encuerarse y fotografiarse en celular y lanzar la imagen en las redes sociales clamando su libertad, mejor dicho, su perdón.
Y ni se diga con otras organizaciones campesinas a las que ha denunciado de recibir embutes millonarios en el duartazgo.
Ni se diga el frente abierto con el 95 por ciento de los medios a los que ha reiterado que “ni un quinto” habrá para ellos, y más luego de que Javier Duarte les regalara más de trece mil millones de pesos.
La guerra frontal con Andrés Manuel López Obrador, a quien luego del zipizape verbal y mediático le advirtiera que tiene su “expediente negro” para divulgarse en el momento polí­tico clave.
Se ha fajado con una parte de los empresarios, diciéndoles (un año después) que sigue revisando sus cuentas por cobrar, luego de que en el duartazgo “les tomaran el pelo”.
En su momento bombardeó a José Antonio Meade, entonces secretario de Hacienda, candidato presidencial del PRI.
Firmó con ocho gobernadores panistas un desplegado oponiéndose al llamado Frente Ciudadano por México…, condenado al descarrilamiento según AMLO.
Raro y extraño, no obstante, por más que “a tiro por viaje”, el senador Héctor Yunes Landa, su exprimo, lo rafaguea con el tema de la inseguridad, está apostando (por ahora) al silencio, mejor dicho, a la indiferencia, y lo ha dejado solo rumiando en el desierto polí­tico.
Le pegó, sin embargo, la palabra de Humberto Padgett.
En el cálculo polí­tico sabe que una cosita es revirar al senador, pues todo quedarí­a en la aldea, y otra litigar en las grandes ligas.
Yunes, en la arena nacional… que por eso fue destapado como precandidato presidencial por los lí­deres locales del PAN y PRD.


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