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Diario de un reportero
Viernes 08 diciembre, 2017

Dos fiscales vigiladas; una sobrevivió

Sin protección, procuradoras de Justicia en Veracruz
•Presuntos culpables vigilaban dí­a y noche a fiscal
•Estaba embarazada y le exigí­an carpetas en determinado tiempo
•Más historias sobre las exfiscales despedidas, así­ nomás, por Jorge Wí­nckler


Por ARANTXA ARCOS

Por órdenes de un presunto culpable de violencia familiar en Misantla, la fiscal Laura estuvo vigilada 24 horas en su oficina. La tranquilidad desapareció mientras llevaba el caso de agresiones a otra mujer.
La inseguridad para laborar, transitar por el municipio y defender a la denunciante fue notificado a sus superiores, a la Fiscalía General del Estado (FGE) que recibió el oficio donde la fiscal detalló los hechos, pero no procedió para entregarle medidas preventivas.A seis horas y media de su oficina, su compañera del municipio de Pánuco, Yendi Guadalupe Torres Castellanos, sufrió una intimidación mayor. Armas de fuego dispararon en su contra sobre la calle Francisco J. Colorado, de la colonia Maza.
Yendi murió a bordo de su camioneta X Trail blanca, a minutos de iniciar su jornada laboral con al menos cien casos en sus manos, todos, relacionados con el área de Fiscalía Coordinadora (continúa)

Especializada en Investigación de Delitos de Violencia contra la Familia, Mujeres, Niñas y Niños y de Trata de Personas. Laura y Yendi ocuparon el mismo cargo. Laura vive y el pasado 29 de diciembre, al salir de su guardia laboral nocturna fue despedida bajo el argumento de insuficiencia financiera para solventar la nómina.

El coraje sigue vigente a ocho dí­as del despido y tres de entregar toda la documentación de diligencias que avanzó hasta las nueve de la mañana del 30 de noviembre, último dí­a laboral.

Entre las acciones que ejecutó como fiscal, recordó sus primeros dí­as que iniciaron en el municipio de Misantla, a dos horas de la capital del estado, Xalapa.

Sus guardias en el Ministerio Público recibieron a mujeres golpeadas, amedrentadas y violentadas por familiares o completos desconocidos que merodeaban sus hogares. Las desveladas no le incomodaban, le agravan por estar apasionada de su función pública.

Alrededor de las dos de la mañana subió las escaleras que dirigí­an a su oficina en Misantla. Una luz destelló en los cristales, eran los faros de un camión cañero que se estacionó en la ví­a pública, a unos pasos de ella.

Sospechó ser un habitante de la colonia, pero al transcurrir los minutos, convertidos en horas, la unidad no se moví­a, dos varones la tripulaban y no la perdí­an de vista. Su reacción fue cerrar la oficina y correr a casa.

Los varones se percataron que fueron detectados por la fiscal vigilada, encendieron el motor e intentaron seguirla, pero Laura no pudo ingresar a prisa a casa. Los robos a viviendas la orillaron a poner un candado después de "echar llave" a la chapa del portón.

Con los nervios de ser perseguida por un camión cañero con dos varones adentro, permitió que estos detectaran su domicilio exacto. Las horas restantes de la madrugada se llenaron de intranquilidad.

Los hechos quedaron registrados en un oficio enviado a sus superiores. La respuesta de protección no llegó. El miedo de Laura seguí­a. Su vientre comenzó a ser abultado, un pequeño varón crecí­a al paso de las semanas.

La intimidación y su bebé en el vientre la motivaron para solicitar de urgencia su cambio y vigilancia temporal por la Policí­a Naval. La ciudad de Xalapa se transformó en la protección improvisada, los casos de intimidación seguí­an por recibir denuncias relacionadas con violencia, feminicidios o trata de personas.

Durante dos años desempeñó funciones como Fiscal Séptima Especializada en la Investigación de Delitos de Violencia contra la Familia, Mujeres, Niñas y Niños y de Trata de Personas en la Unidad Integral de Procuración de Justicia del XI Distrito Judicial en Xalapa.

Desveladas y riesgos nocturnos fueron insuficientes, el jueves 30 de noviembre, llegando a casa para descansar la guardia, su teléfono celular recibió una llamada, le ordenaron regresar a su oficina.

Al llegar, le notificaron que debí­a elaborar en su escritorio un acta de cambio, el destino no estaba concretado pero tení­a que acatar la primera orden y esperar la siguiente. Ella no comprendió el porqué de la petición.

"Me regresé a mi trabajo y empecé a hacer el acta de entrega y preguntaba lo que habí­a pasado. Éramos cuatro compañeras convocadas, a ninguna le habí­an dicho nada. Por la tarde, como a las seis, a dos compañeras les dicen que se va a Chicontepec y la otra a Huayacocotla".

De las cuatro fiscales que citaron en las oficinas, ubicadas en el circuito Rafael Guí­zar y Valencia número 707, mejor conocido como Arco Sur, a dos les indicaron el municipio de nuevas funciones, pero a las otras, las mantení­an a la expectativa.

"Hasta el viernes nos llaman de la Fiscalí­a General por medio del enlace administrativo y nos dicen que llegáramos porque nos esperaban en el área de Recepción. Llego a la fiscalí­a y veo que habí­a como 20 compañeras".

La mañana del viernes primero de diciembre, Laura se topó con compañeras fiscales especializadas en Investigación de Delitos Contra la Familia, Mujeres, Niñas, Niños y Trata de Personas de todo el estado.

Todas charlaban en voz baja el por qué estaban reunidas. Algunas comentaron que los distritos se rotarí­an, cambiando a las designadas en la zona norte para el sur y viceversa.

La expectativa se rompió cuando la primera fiscal en pasar al primer piso de las oficinas centrales en Arco Sur regresó. La segunda esperó unos segundos, decidió escuchar la experiencia de su compañera.

Dos varones, como los intimidantes en el camión cañero de Misantla, obligaban a las fiscales para firmar su renuncia y aceptar el monto total que les cedí­an por finiquito. El celular no pudo captar con fotografí­a, video o audio la intimidación, ya que al ingresar les retiraban equipos electrónicos que tuvieran dicha capacidad de captura.

"Cuando pasé me quitaron el celular, me dijeron está es tu hoja de renuncia, fí­rmala y aquí­ está tu cheque. Les pregunté el motivo y me dijeron que no podí­an sostener mi nómina, así­ que le firmas y al lado de mi ponen a un fulano grande, de mayor dimensión que uno, obvio te están amedrentando".

Desde esa mañana, las fiscales despedidas en la Fiscalí­a General del Estado (FGE), presidida por Jorge Wí­nckler Ortiz, mantienen contacto para consolidar estrategias que las protejan y les cumplan sus derechos laborales.

Buscar un diálogo directo con Wí­nckler Ortiz no ha sido consumado, la recepción les prohí­be subir al tercer piso, donde se encuentra la oficina del fiscal general, solo pueden ingresar a las instalaciones para entregar documentación relacionada con su renuncia y carpetas de investigación pendientes.


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