Dos fiscales vigiladas; una sobrevivió
•Sin protección, procuradoras de Justicia en Veracruz
•Presuntos culpables vigilaban día y noche a fiscal
•Estaba embarazada y le exigían carpetas en determinado tiempo
•Más historias sobre las exfiscales despedidas, así nomás, por Jorge Wínckler
Por ARANTXA ARCOS
Por órdenes de un presunto culpable de violencia familiar en Misantla, la fiscal Laura estuvo vigilada 24 horas en su oficina. La tranquilidad desapareció mientras llevaba el caso de agresiones a otra mujer.
La inseguridad para laborar, transitar por el municipio y defender a la denunciante fue notificado a sus superiores, a la FiscalÃa General del Estado (FGE) que recibió el oficio donde la fiscal detalló los hechos, pero no procedió para entregarle medidas preventivas.A seis horas y media de su oficina, su compañera del municipio de Pánuco, Yendi Guadalupe Torres Castellanos, sufrió una intimidación mayor. Armas de fuego dispararon en su contra sobre la calle Francisco J. Colorado, de la colonia Maza.
Yendi murió a bordo de su camioneta X Trail blanca, a minutos de iniciar su jornada laboral con al menos cien casos en sus manos, todos, relacionados con el área de FiscalÃa Coordinadora (continúa)
Especializada en Investigación de Delitos de Violencia contra la Familia, Mujeres, Niñas y Niños y de Trata de Personas. Laura y Yendi ocuparon el mismo cargo. Laura vive y el pasado 29 de diciembre, al salir de su guardia laboral nocturna fue despedida bajo el argumento de insuficiencia financiera para solventar la nómina.
El coraje sigue vigente a ocho días del despido y tres de entregar toda la documentación de diligencias que avanzó hasta las nueve de la mañana del 30 de noviembre, último día laboral.
Entre las acciones que ejecutó como fiscal, recordó sus primeros días que iniciaron en el municipio de Misantla, a dos horas de la capital del estado, Xalapa.
Sus guardias en el Ministerio Público recibieron a mujeres golpeadas, amedrentadas y violentadas por familiares o completos desconocidos que merodeaban sus hogares. Las desveladas no le incomodaban, le agravan por estar apasionada de su función pública.
Alrededor de las dos de la mañana subió las escaleras que dirigían a su oficina en Misantla. Una luz destelló en los cristales, eran los faros de un camión cañero que se estacionó en la vía pública, a unos pasos de ella.
Sospechó ser un habitante de la colonia, pero al transcurrir los minutos, convertidos en horas, la unidad no se movía, dos varones la tripulaban y no la perdían de vista. Su reacción fue cerrar la oficina y correr a casa.
Los varones se percataron que fueron detectados por la fiscal vigilada, encendieron el motor e intentaron seguirla, pero Laura no pudo ingresar a prisa a casa. Los robos a viviendas la orillaron a poner un candado después de "echar llave" a la chapa del portón.
Con los nervios de ser perseguida por un camión cañero con dos varones adentro, permitió que estos detectaran su domicilio exacto. Las horas restantes de la madrugada se llenaron de intranquilidad.
Los hechos quedaron registrados en un oficio enviado a sus superiores. La respuesta de protección no llegó. El miedo de Laura seguía. Su vientre comenzó a ser abultado, un pequeño varón crecía al paso de las semanas.
La intimidación y su bebé en el vientre la motivaron para solicitar de urgencia su cambio y vigilancia temporal por la Policía Naval. La ciudad de Xalapa se transformó en la protección improvisada, los casos de intimidación seguían por recibir denuncias relacionadas con violencia, feminicidios o trata de personas.
Durante dos años desempeñó funciones como Fiscal Séptima Especializada en la Investigación de Delitos de Violencia contra la Familia, Mujeres, Niñas y Niños y de Trata de Personas en la Unidad Integral de Procuración de Justicia del XI Distrito Judicial en Xalapa.
Desveladas y riesgos nocturnos fueron insuficientes, el jueves 30 de noviembre, llegando a casa para descansar la guardia, su teléfono celular recibió una llamada, le ordenaron regresar a su oficina.
Al llegar, le notificaron que debía elaborar en su escritorio un acta de cambio, el destino no estaba concretado pero tenía que acatar la primera orden y esperar la siguiente. Ella no comprendió el porqué de la petición.
"Me regresé a mi trabajo y empecé a hacer el acta de entrega y preguntaba lo que había pasado. Éramos cuatro compañeras convocadas, a ninguna le habían dicho nada. Por la tarde, como a las seis, a dos compañeras les dicen que se va a Chicontepec y la otra a Huayacocotla".
De las cuatro fiscales que citaron en las oficinas, ubicadas en el circuito Rafael Guízar y Valencia número 707, mejor conocido como Arco Sur, a dos les indicaron el municipio de nuevas funciones, pero a las otras, las mantenían a la expectativa.
"Hasta el viernes nos llaman de la Fiscalía General por medio del enlace administrativo y nos dicen que llegáramos porque nos esperaban en el área de Recepción. Llego a la fiscalía y veo que había como 20 compañeras".
La mañana del viernes primero de diciembre, Laura se topó con compañeras fiscales especializadas en Investigación de Delitos Contra la Familia, Mujeres, Niñas, Niños y Trata de Personas de todo el estado.
Todas charlaban en voz baja el por qué estaban reunidas. Algunas comentaron que los distritos se rotarían, cambiando a las designadas en la zona norte para el sur y viceversa.
La expectativa se rompió cuando la primera fiscal en pasar al primer piso de las oficinas centrales en Arco Sur regresó. La segunda esperó unos segundos, decidió escuchar la experiencia de su compañera.
Dos varones, como los intimidantes en el camión cañero de Misantla, obligaban a las fiscales para firmar su renuncia y aceptar el monto total que les cedían por finiquito. El celular no pudo captar con fotografía, video o audio la intimidación, ya que al ingresar les retiraban equipos electrónicos que tuvieran dicha capacidad de captura.
"Cuando pasé me quitaron el celular, me dijeron está es tu hoja de renuncia, fírmala y aquí está tu cheque. Les pregunté el motivo y me dijeron que no podían sostener mi nómina, así que le firmas y al lado de mi ponen a un fulano grande, de mayor dimensión que uno, obvio te están amedrentando".
Desde esa mañana, las fiscales despedidas en la Fiscalía General del Estado (FGE), presidida por Jorge Wínckler Ortiz, mantienen contacto para consolidar estrategias que las protejan y les cumplan sus derechos laborales.
Buscar un diálogo directo con Wínckler Ortiz no ha sido consumado, la recepción les prohíbe subir al tercer piso, donde se encuentra la oficina del fiscal general, solo pueden ingresar a las instalaciones para entregar documentación relacionada con su renuncia y carpetas de investigación pendientes.